Por: Iroel Sánchez
Humberto Solás ya legó al cine cubano una película sobre el oportunismo, Un hombre de éxito. Recorriendo la historia prerrevolucionaria, Solás centra en un personaje el camaleonismo que incluso llega a dejar una puerta abierta con el martirologio de su hermano para intentar insertarse en la realidad revolucionaria, más como inquietante mensaje hacia el presente que como realidad histórica.
Humberto Solás ya legó al cine cubano una película sobre el oportunismo, Un hombre de éxito. Recorriendo la historia prerrevolucionaria, Solás centra en un personaje el camaleonismo que incluso llega a dejar una puerta abierta con el martirologio de su hermano para intentar insertarse en la realidad revolucionaria, más como inquietante mensaje hacia el presente que como realidad histórica.
A mi juicio, Cuba libre, dirigida por Jorge Luis Sánchez, da otra vuelta de tuerca al tema pero lejos del recorrido por decenios de historia neocolonial, ha concentrado la mirada en un instante crítico del devenir cubano para hablarnos de los engaños, comportamientos camaleónicos, servilismos y traiciones que el traspaso de las manos españolas a las estadounidenses, frustrando los sacrificios de tres décadas de guerras independentistas, desató en la Cuba de 1898 en un proceso hábilmente conducido por los interventores norteamericanos, quienes supieron aislar a aquellos que vieron con claridad sus intenciones y se les opusieron y, por otra parte, utlizar en su provecho las debilidades de los que -juzgaron los norteamericanos- podían servirles mejor. Unos y otros serán desechables según dicten las circunstancias.