El reconocido investigador franco-belga, Armand Mattelart, ofreció la
conferencia inaugural del VIII Encuentro Internacional de
Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación ICOM-2015.
Antes, el decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La
Habana, Raúl Garcés y el asesor de los Consejos de Estado y de
Ministros, Abel Prieto; habían dedicado palabras de elogio a la obra y
personalidad del veterano académico. A continuación, fragmentos de su
conferencia magistral:
Conferencia de Armand Mattelart en ICOM-2015
Lo primero es agradecer a la Universidad de La Habana por el Doctor Honoris Causa, una distinción que me produce un orgullo intenso.
En julio de 1972 impartí en el Alma Mater un primer seminario. Un año
más tarde Michelle, mi compañera, el 11 de septiembre de 1973 – día del
golpe de estado a Salvador Allende – estaba dando también un seminario
en la Universidad de La Habana. Yo estaba en Santiago de Chile y a ella
le fue imposible regresar a allí conmigo, pero pudo apreciar la cálida
solidaridad de los compañeros cubanos, en especial de la UH, el
Ministerio de la Cultura, el ICAIC y la Casa de las Américas.
En febrero de 1974 volví a La Habana para buscar material con fines de realizar la película La Espiral. En un gesto solidario, el ICAIC nos regaló el material que necesitábamos
En diciembre de 1979, por ocasión del primer Festival de Nuevo Cine Latinoamericano
se organizó un seminario paralelo al Festival sobre “Información,
Cultura y Hegemonía”. En las secciones sucesivas de este evento
participamos Michelle y yo en encuentros organizados con investigadores
latinoamericanos sobre las problemáticas de la cultura y la
comunicación.
Y en 1988 impartimos un seminario en la Escuela Internacional de Cine
y TV de San Antonio de los Baños. Es muy significativo que para ese año
el seminario tratara de las “rupturas y continuidades en los modos de
encarar las teorías y las prácticas de la Revolución”.
Por una crítica de los sociositemas técnicos de control
Las tecnologías de información y comunicación favorecen ciertas
formas de emancipación, de eso no cabe dudas, pero a la vez benefician a
las maneras de dominación.
La vigilancia de masa forma parte del orden del día público desde que en junio de 2013 Eduard Snowden
sacó a la luz las operaciones clandestinas de cibercontrol a escala
mundial perpetradas por el gobierno de los Estados Unidos y la Agencia
de Seguridad Nacional.
Ese tipo de programa es desvelador de una dimensión del complejo
tecno-informacional sobre la cual los discursos mesiánicos sobre las
promesas redentoras de la guerra de la información han hecho oídos
sordos a lo largo de los decenios anteriores.
En el medio académico la temática de la vigilancia y el control se ha
construido desde los inicios de este siglo un espacio propio, que se
autodefine como un grupo de estudios de “carácter interdisciplinar cuya
finalidad es entender los procedimientos según los cuales los datos
personales son recolectados, almacenados, transmitidos, controlados y
utilizados como métodos de influencia para administrar a la gente”.
(…)
Conviene recordar que las doctrinas de vigilancia masiva de la
actualidad no pueden disociarse del triste e infame legado dejado por
las políticas represivas de conceptos como contrainsurgencia,
pacificación, Estado de emergencia, seguridad nacional y enemigo
interno. Estas doctrinas llevaron, en muchos casos, a destruir el orden
constitucional y provocar el terrorismo de Estado.
Lo nuevo del régimen de control actual se entiende mejor cuando se le
compara con fórmulas anteriores. Michel Foucault lo mostraba en 1975
cuando escribía sobre el autocontrol que durante más de tres siglos ha
podido ganarse la credibilidad de los comportamientos en Occidente. Los
dispositivos disciplinarios fueron los que fabricaron a un individuo
conforme con su convivencia.
(…)
Está emergiendo una nueva forma de gobernabilidad fundada sobre la
predicción que saca provecho de los grandes volúmenes de información
almacenados en bases de datos públicas o privadas, concentradas en
gigantes centros, lo que los anglosajones denominan Big Data. El
tratamiento de datos masivos puede engendrar errores masivos y por ende
malas decisiones de un alcance catastrófico.
(…)
La historia reciente enseña que bajo todas las latitudes el marco
político que en nombre de la lucha antiterrorista provoca la penetración
de las técnicas para el control social, corren el riesgo de sobrepasar
los objetivos que se fijan, ya que introducen en amplios espacios
sociales, prácticas de vigilancia hasta entonces ilegales.
Pienso que, incapaces de combinar los tableros de libertad con la
certeza de seguridad, las cabeceras del sistema mundo se escudan detrás
de la guerra en vez de declarar la guerra a los mecanismos que producen
las desigualdades.
(tomado de Cubadebate)
(tomado de Cubadebate)
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