lunes, 14 de diciembre de 2015

Hablando del Partido (I): La construcción. El proceso de los trabajadores ejemplares


Por Rafael Hernández

Temas entrevistó a Eduardo Delgado, en torno a la primera etapa de la Revolución, hace unos años. Entonces lo presentamos como un capitán de las Milicias del 26 de Julio (a los 14 años), bajo las órdenes del legendario Gerardo Abreu (Fontán), que luego había ocupado cargos políticos y diplomáticos, así como en el comercio exterior, entre «otras tareas»; y que había estado entre el puñado de combatientes que fundaron la Seguridad del Estado en 1959. No sabíamos entonces que fue uno de los cuadros políticos seleccionados para iniciar, con un estilo completamente nuevo, la construcción de lo que sería el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), antesala del actual Partido.

Rafael Hernández (RH). Las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) se constituyeron en junio del año 1961. En marzo de 1962, su línea sectaria, bajo la dirección de Aníbal Escalante, fue cuestionada públicamente. ¿Cómo tú recuerdas esa etapa de las ORI?

Eduardo Delgado (ED). El lunes 26 de marzo de 1962, en horas de la noche, Fidel realizó una comparecencia por la TV, que es uno de los documentos claves de la Revolución Cubana. Fue una larga intervención, que duró 4 o 5 horas, donde él criticó básicamente dos cosas: los métodos empleados por las ORI, que la habían convertido en una organización separada de las masas; y, en ese contexto, particularmente, la responsabilidad de Aníbal Escalante, su Secretario Organizador.
Como tú sabes, las ORI habían sido producto de la integración del Movimiento 26 de julio, el Directorio 13 de marzo, y el Partido Socialista Popular, proceso que comienza ya desde finales del año 60, comienzos del 61, y que en junio de ese año, como bien señalabas, se constituyen oficialmente.

En esa intervención, Fidel hace un análisis detallado de los errores de Aníbal, quien había asumido su tarea como una atribución personal, que le permitía decidir sin una consulta colectiva. Este estilo venía desde antes del triunfo de la Revolución, cuando él era uno de los dirigentes fundamentales dentro del Partido Socialista Popular en la clandestinidad. Fidel señaló muy claramente que en las ORI había predominado la designación “a dedo”, a favor de los antiguos militantes del Partido Socialista Popular, en detrimento de los revolucionarios que venían de las otras organizaciones, y consideró que se había establecido un ambiente de desconfianza.

En un momento de su intervención, afirmó que, bajo esos criterios, habrían desconfiado hasta de Camilo Cienfuegos, porque lo que se tomaba en cuenta era si se contaba con una trayectoria de veinte años en el PSP, o si se venía recomendado por éste. El Partido Socialista tenía una trayectoria de lucha indudable, pero había cometido también errores. Durante la lucha contra la dictadura de Batista, se había mantenido en la oposición, pero solo al final se incorporó a la lucha armada. Esto trajo como consecuencia que muchos militantes del PSP no hubieran tomado parte activa en la lucha contra Batista. Algunos sí, incluso llegaron a tener presencia en las guerrillas de la zona norte de Las Villas, y en las ciudades, sobre todo los de la Juventud Socialista, que se habían vinculado al movimiento en la clandestinidad. Pero la línea del PSP había sido la de la lucha pacífica y el aprovechamiento de las vías democráticas.

Recuerdo que, en la base del movimiento clandestino, siempre mantuvimos buenas relaciones. Porque el combatiente perseguido por una causa u otra siempre busca la solidaridad de quienes comparten su posición.

Cuando Fidel habla, el 26 de marzo, queda en el aire una cuestión: ¿cómo se va a resolver esto? No bastaba con quitar a Aníbal Escalante –quien fue sustituido inmediatamente--, sino había que buscar métodos para garantizar la pureza en el proceso de selección de los militantes del Partido, y que este realmente jugara el papel de vanguardia que le correspondía. Me refiero al futuro Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, porque todavía eran las ORI. Y a esas ORI, los dirigentes provenientes del PSP le habían llamado “el Partido”, sin aclarar cuándo se referían al Partido Socialista Popular, o al futuro PURSC –ambigüedad de no poca monta, porque establecía una confusión de identidades.

A raíz de su comparecencia, el lunes 26 de marzo, creo que la noche del 27 o mañana del 28 de marzo, Fidel va a la Escuela Nacional de Instrucción Revolucionaria Ñico López (ENIR). Allí habían ido a estudiar un grupo de compañeros dirigentes de las ORI, casi la mitad de los cuales eran del Movimiento 26 de julio y el Directorio, quienes supuestamente no estaban preparados ideológicamente para el socialismo y había que reforzarlos. Ahí se encontraba un grupo que, en distintos organismos y ámbitos, habíamos chocado con la política sectaria de Aníbal.

En la ENIR, se elige un grupo de compañeros --no sé cuántos, pero estoy seguro que no más de 25, dado el hecho de que, en ese lugar, el número de estudiantes era menor que en el Centro Provincial de Instrucción Revolucionaria, cuyas instalaciones eran mayores, y donde yo estaba pasando el curso. Ese grupo fue elegido en asamblea. Las propuestas fueron discutidas y argumentadas, por si había algún criterio en contra, con una democracia absoluta. Fidel estuvo allí durante horas reunido con ellos, volvió a hablar sobre el sectarismo, profundizó en el tema. Finalmente, la composición del grupo fue sometida a votación y salieron los que las masas aprobaron.

Ese paso abrió el proceso de trabajadores ejemplares, para crear la cantera, que permitiera luego seleccionar para el PURSC. El trabajador ejemplar no integraba el Partido, sino la cantera de la cual tenía que salir el futuro militante, que después se seleccionaría por el nivel regional, en la Comisión creada al efecto.

Ya en ese momento, la Dirección Nacional de las ORI había designado al compañero Emilio Aragonés Navarro —que después fue Ministro de la Pesca, embajador, presidente de CIMEX— como Secretario Organizador, en lugar de Aníbal. Y se crea una comisión, que es la encargada de reestructurar y formar una nueva ORI, en transición hacia el PURSC, sobre la base de la selección de los trabajadores ejemplares.

De la ENIR salieron varios compañeros. No los recuerdo a todos, pero sí una parte: Arnold Rodríguez, Raúl García Peláez --que después fue miembro del Secretariado--, Antonio Esquivel, Álvaro Labastida, Rodolfo Puente Ferro, Basilio Rodríguez –que después fue Ministro del Trabajo. Esas noticias de la ENIR nos llegan a nosotros al Centro Provincial, integrado a partir de las cinco escuelas provinciales que existían en La Habana, reunidas en ese Centro ubicado en La Coronela

Habíamos ingresado en la Escuela Provincial el 8 de enero de 1962. En el caso mío y de otros compañeros, que éramos del Movimiento 26 de julio, recibimos la citación de Ramón Vázquez Montenegro, quien había sido Jefe de las Brigadas Juveniles Estudiantiles y después Jefe de las Milicias, a la muerte de Fontán. Rogelio, que había sido segundo de Fontán y luego nuestro jefe, hace una selección de los compañeros del Movimiento 26 de julio y habla con Lionel Soto, el director de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria. Con Lionel había muy buena comunicación por parte de los compañeros del 26, porque él había estado preso en el castillo de El Príncipe. A nivel de la lucha en la base, y también en la cárcel, la unidad se forjaba muy linda, porque ahí todo el mundo estaba pasando las mismas necesidades y problemas. En El Príncipe y en [el Presidio Modelo de la] Isla de Pinos se crearon comisiones que integraban todas la organizaciones; casi siempre las presidía el 26, pero no siempre, a veces era el Directorio, la Organización Auténtica, el Partido Socialista Popular, o “los puros” --o sea, los militares que habían conspirado y estaban presos en Isla de Pinos.

En el Centro Provincial, recibimos las noticias de la visita de Fidel a la ENIR. Y el viernes 30 de marzo, tempranito, aparece él. Fue un encuentro distendido. Fidel estaba pensando, elaborando ideas. Primero estuvo un rato jugando ping pong, pues él jugaba muy bien, como dos horas. Después almorzamos, en ese ambiente muy distendido. Recuerdo que Fidel comentó en broma que la comida de allí le recordaba a Cayo Confite y la cárcel.

Terminado el almuerzo, nos reunimos. Fidel hace lo mismo que en la ENIR: se elige a 23 compañeros mediante asamblea. En ese grupo estuvimos Mario Rodríguez, Justo Guerra, Domingo Portela (el compañero que rescató el camión con las armas que no utilizó el grupo de apoyo en el ataque al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957, que se envían para la Sierra, y son las que se utilizan en el ataque al [cuartel de] El Uvero [en la Sierra Maestra]), el compañero Carlos López, José Fernández de Cossío, Raúl Vega Vega, Antonio Esquivel y yo.

Aquel proceso de elección se complicó mucho, porque hubo una discusión, sobre todo a raíz de la propuesta de un compañero que se había caracterizado por ser una gente sectaria, Fidel vuelve a retomar y a profundizar en todo esto y entonces eligen a los 23 compañeros. Él estuvo allí prácticamente doce horas. Terminamos como a las 8:30 o 9:00 pm.

Después recibimos el aviso, tanto los de la ENIR como los del Centro Provincial, para presentarnos a integrar las comisiones --que iban a seleccionar los trabajadores ejemplares--, y se constituyen varios grupos de trabajo. No recuerdo cuántos grupos eran, por lo menos cuatro. Esta comisión tenía la encomienda de ir a los centros de trabajo seleccionados, para empezar la construcción del PURSC.

Se les daba la prioridad a los centros de trabajo fabriles o de servicios, no ministerios ni instituciones, no organizaciones, pero sí fábricas, rutas de guagua, etc. Pocos días después se priorizaron los centrales, porque la zafra terminaba en mayo. Este experimento había que comenzarlo por La Habana; y luego aplicarlo, de acuerdo al resultado obtenido, al resto del país. Se trata del proceso que da lugar a que cambie el método de selección de los futuros militantes del nuevo Partido.

RH. ¿Cómo había sido hasta entonces? ¿“A dedo”?

ED. Generalmente, el secretario del PSP en una fábrica decía quiénes “estaban claros” para integrar el núcleo de la ORI. Como Fidel los calificó, “estaban clandestinos”, porque se reunían ellos solos y ni los trabajadores sabían quiénes eran militantes del núcleo de las ORI, no los tenían identificados. Si algún compañero del 26 o del Directorio, que quedaba fuera, protestaba, no recuerdo que le dieran alguna explicación, sencillamente ellos se arrogaban el derecho de decidir quién “estaba claro” y quién no. Yo siempre agregaba, “como el café con leche” –si no, le echas más leche o más café…

Así se integran los grupos para el PURSC. En el mío estábamos anotados Raúl Vega, Héctor Alcides, Álvaro Labastida, y yo –del Centro Provincial--; y Raúl García Peláez, Armando Beltrán, Manolo González y Lorenzo Falcón (que era de Oriente) –de la ENIR--. Éramos 9 compañeros.

Para que tengas una idea de lo que significó esto, yo tengo aquí las notas de un día de trabajo, el viernes 13 de abril de 1962. A las 7:00 am empezamos en la carpintería “Miguel Suárez”, a las 3:00pm, en la Unidad H2 Ferretería Dos caminos, a las 5:00pm, Fundición de Metales Cadenas, a las 10:00pm, en la agencia “José María Pérez”.

Era un trabajo muy intenso. Había que contactar al núcleo de la ORI, decirle que convocaran, con el apoyo del sindicato, a la Asamblea. Al llegar nosotros, asumíamos la dirección, en lugar de las ORI; dirigíamos el proceso y aclarábamos todas las dudas.

En algunos casos, avanzaba bien. Pero en otros, algunos compañeros de las ORI trataban de coyundear la Asamblea y sacar los que ellos querían. A veces eran criticados fuertemente por la masa y se decían improperios. Ahí tuvimos que ser, a veces, árbitros de boxeo, porque hubo momentos en que “la sangre –casi— llegó al río”. Por la noche nos reuníamos con el presidente Dorticós y la Comisión integrada a nivel de la provincia. Dorticós la supervisaba, por la dirección nacional del PURSC; la integraban Joel Domenech –nuevo secretario de las ORI en la provincia--, Isidoro Malmierca –que había salido de la Seguridad y se había incorporado a este trabajo-- y Pepín Naranjo. Pero la reunión, normalmente, tenía la participación de Dorticós. Una vez también estuvo Fidel. Ahí se discutían los temas y las experiencias.

Por ejemplo, yo guardo la versión taquigráfica de la reunión del 6 de abril de 1962. Lo primero es que el propuesto tenía que ser un trabajador ejemplar; no podía haber un militante del Partido que no fuera un buen trabajador. No quiere decir que fuera el vanguardia, porque eso ya depende de las condiciones físicas, pero no podía haber un militante que no fuera un buen trabajador. Lo segundo es que, además de ser reconocido por la masa como buen trabajador, tenía que aplicarse el principio de la voluntariedad. Lo tercero es que, aunque fuera buen trabajador y tuviera la voluntad de integrar el Partido, debía tener la suficiente capacidad. Había que considerar el nivel de escolaridad de ese momento en el país, el analfabetismo, la subcultura. No es que se eliminara automáticamente, pero para poder ser elegido por la masa, debía poseer la preparación cultural y política propia de un futuro militante del Partido.

Había un cuarto requisito, que hoy día parece de otro mundo, pero que en aquel momento era clave: si votó en las elecciones del 3 de noviembre de 1958 o no. Esta condición fue una de las que más se debatió. El año 1958 fue el más sangriento de la dictadura de Batista. Y desde la Sierra Maestra se hizo un llamado, con posterioridad a la muerte de Frank País, a adoptar posiciones definidas. En ese llamado, se condena a todo el que se presentara, bien como candidato, o dando su voto en la farsa electoral. En efecto, ese 3 de noviembre, Batista trata de buscar una salida electoral, en coordinación con los americanos, mediante un candidato que quedaría como presidente. La entrega del mando presidencial iba ser el 24 de febrero de 1959, de manera que le permitiera a Batista salir formalmente, un tránsito hacia un gobierno elegido, pero que en la práctica era una continuidad del batistato.

Por lo tanto, a medida que fue avanzando 1958, con aquella estela de muertes en la ciudad y en la Sierra, que incluía a campesinos, hubo una especie de Decreto Ley de las Fuerzas Revolucionarias, donde se planteaba que serían sancionados los que se prestaran a la farsa electoral.

¿Qué ocurría? Que el Partido Socialista Popular había orientado a sus militantes, que actuaban en la legalidad, para que votaran, para no significarse como opositores al régimen. El objetivo no era apoyar las elecciones, sino mantener el enmascaramiento. Hubo el caso de un profesor eminente, más tarde Héroe Nacional del Trabajo, que votó. En su sentimiento, no lo hacía compartiendo la dictadura. Pero había votado.

Cuando Fidel habla el 26 de marzo, las ORI tenían 17 mil militantes en todo el país. De estos, habían votado, en 1958, unos 3 mil. Se plantea entonces que estos compañeros no podían quedar en el PURSC, era un invalidante. En estas actas, se puede apreciar la aclaración de Dorticós, desde la Dirección Nacional, en el sentido de que estos compañeros no estaban proscritos. Hay que ver en la historia cuánta gente no participó en la lucha contra Batista, y luego fueron héroes en Girón, o en otras situaciones. Aquello se podría revindicar luego pero no entonces. De la misma manera que no podíamos seleccionar a un vago para que fuera militante del futuro Partido, tampoco a uno que tuviera esa mácula de haber votado en 1958. Mucho más grave aún si hubiera sido candidato en aquellas elecciones. Los casos de algunos que lo habían sido para concejales a nivel de barrio aparecían en varias asambleas.

Los principales problemas que se planteaban en estas asambleas era la escogencia “a dedo” de los militantes de las ORI, la falta de prestigio de algunos de ellos, y las elecciones en el 58. De allí se fue sacando la cantera, y se aplicó el cambio del método para ingresar al Partido.

RH.¿Ese trabajo de las comisiones incluía no solamente organizar la Asamblea, sino encargarse también de decidir quiénes iban a integrar el PURSC?

ED. Con nosotros iba una taquígrafa parlamentaria del equipo del gobierno central. Por eso yo tengo la versión taquigráfica de lo que dijo Dorticós. Se producían a veces situaciones graves. Recuerdo una asamblea que derivó en convocar en masa a todo el pueblo de Güines. Algunas veces Fidel o Dorticós pedían el acta para ver lo que se había planteado. Los de la Comisión teníamos que entrevistar a los trabajadores ejemplares, recogerles los datos, y enviarlos al Comité Regional de las ORI, que iba a procesarlos.

RH. ¿Ese Regional ya había sido renovado?

ED. Ya la mayor parte había sido renovada.

RH. ¿Y esos Regionales determinaban el ingreso?

ED. La propuesta. Después, de todos modos, la comisión existente a nivel regional daba su opinión. En la mayoría de los casos, los trabajadores ejemplares elegidos tenían todas las condiciones para ingresar al Partido. No es que la masa no se equivoque, pero, sobre todo en una coyuntura como aquella, después del triunfo de la Revolución, hablaba todo lo que tenía que decir. Todo se discutía de un modo nada académico.

Cuando Fidel estuvo en la Escuela, dijo que su idea era sacar de allí a los compañeros para integrar las comisiones del Partido, porque él sabía que, además de haber estado en la lucha, habíamos recibido una preparación política, con clases de filosofía, economía. Más allá del “café con leche” (“estar claro” o no), la Escuela era buena, porque nadie estaba preparado en Economía política o Filosofía. Fidel dijo que no bastaba estar preparado teóricamente, pues la verdadera escuela la íbamos a pasar ahora con este proceso, porque íbamos a aprender lo que es aplicar esos principios teóricos en la masa trabajadora. Para mí personalmente, te digo que fue la mejor escuela que yo pasé.

RH. ¿Cuánto tiempo estuviste haciéndolo?

ED. Cerca de dos meses y medio. Aunque del propio sectarismo aprendimos mucho, aquella experiencia de los obreros ejemplares y las asambleas fue extraordinaria. Y también agotadora, porque había días de celebrar tres y cuatro asambleas, levantarnos a las 6:30 am a desayunar y acostarnos a las 4:00am.

Por suerte, a un grupo nos alojaron en el Hotel Nacional. Era imposible llegar a las casas a esa hora de la madrugada. Estábamos acuartelados, no había sábado ni domingo. Y después, cuando empezamos en los centrales, fue igual; había que trabajar contra el tiempo, porque la zafra terminaba. Me tocó un central en la zona de Güira.

RH. Mirando hacia atrás, ¿cuál fue tu experiencia de aquellos años antes del PURSC y el PCC? ¿Cómo los viviste?

ED. El sectarismo había empezado desde el 60 con mucha fuerza. En 1961, Girón fue un hálito, porque la lucha depura, saca lo mejor de los seres humanos. Pero luego, en ese mismo año, el sectarismo se volvió totalmente insoportable. Hoy se habla mucho del Quinquenio gris, del sectarismo en los medios intelectuales. Pero entonces, en los primeros años, fue mucho más fuerte en otros ámbitos, en las propias ORI, en la Seguridad, en las Fuerzas Armadas. Se cometieron errores muy graves. No como en el estalinismo, pero sí errores con graves consecuencias

Yo soy militante fundador del Partido. Pero no había sido de las ORI porque, lamentablemente, era uno de los que se había distinguido en el sectarismo por haber sido atacado, y haber librado a mi nivel modesto una lucha para que prevaleciera lo que después Fidel, mucho mejor que nosotros, planteó, cuando analizó el fondo de todo aquello, las raíces, y la visión nacional del problema.

RH. ¿Hasta cuándo seguiste el proceso de construcción del PURSC? ¿Cuán rápidamente se extendió?

ED. La propuesta de la Dirección nacional era que yo fuera a dirigir el PURSC en el municipio San Miguel del Padrón. Pero a partir de la solicitud de [el Ministro de Relaciones Exteriores] Raúl Roa, Fidel decide que yo fuera para el MINREX. Allí el sectarismo había sido fuerte, porque desde 1959 había una política contra Roa, impulsada por los elementos sectarios.

Aníbal metió allí a varios de sus seguidores, como directores de países socialistas, nombró, quitó. Los tropiezos que tuvo con varios dirigentes de la Revolución fueron por eso. Era muy autosuficiente.

En el MINREX, no había Juventud Comunista ni ORI, no había nada. No se crea el Partido hasta mucho después, mediante este método de los trabajadores ejemplares. Todo el trabajo político lo hacia el sindicato y la administración.

RH. ¿Recuerdas qué significó cualitativamente la proclamación del Partido Comunista en octubre de 1965?

ED. Creo que una nueva etapa de maduración del proceso. Nada de esto fue fácil. Si vas desde la lucha contra Batista a cómo se fue forjando la unidad revolucionaria, te das cuenta de que fue un proceso tan difícil como lo fue en la guerra de independencia. No solo había diferencias entre las organizaciones, sino también en su interior.

Yo creo que uno de los muchísimos méritos de Fidel fue haber conducido ese proceso con el tino político de ver hacia adelante, cuál era el objetivo de la Revolución; y hacerlo con una prudencia y un tacto extraordinarios, porque no hubo ni un exceso con nadie. La constitución del Comité Central fue un paso en esa dirección, marcado por la carta del Che.

La carta significó para muchos de nosotros que era válido escoger ese camino, mandarle una carta a Fidel y decirle que querías irte a luchar a Nicaragua o a otro país. A nosotros nos alentó mucho. Especialmente a los revolucionarios que ya teníamos en la espalda algunos latigazos, y vimos abierto el camino.

En la constitución del Comité Central, Fidel dijo algo: “puede que no estén presentes todos, pero no hay mérito que no esté representado”. En su integración, realmente, Fidel fue muy cuidadoso.

En el reconocimiento a los fundadores del Partido, solo me quedó una pequeña insatisfacción personal. Fuimos fundadores los que formábamos parte del Movimiento 26 de julio, el Directorio y el PSP. Pero hubo compañeros de la Organización Auténtica, incluso del Segundo Frente Nacional del Escambray y de la Triple A, que tenían méritos extraordinarios y que su entrega a la Revolución y a Fidel era la misma que podíamos tener nosotros. A mí me dolió que Siomara Lancís, la viuda de Mario Fortuny, primer mártir asesinado en 1953 bajo torturas, por la represión en ciudad de La Habana, no recibiera la condición de fundadora, porque era de la Triple A. Esa fue una pequeña insatisfacción, que me quedó desde entonces. Pero naturalmente que no es nada, comparada con todo lo demás.

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