miércoles, 20 de enero de 2021

EL PAQUETE


Los jóvenes de hoy no conocieron aquellas películas. Y cuando escuchan hablar de paquete, piensan enseguida en los archivos digitales que semanalmente son recopilados en memorias USB, con los cuales, sin necesidad de salir de casa, pues acceden a contenidos que les interesan. La calidad de los materiales del “paquete” sin dudas va aparejado a su compilador. Pero realmente no quiero hablar de este paquete, sino de la expresión aquella, que en los 60-70 se usaba para designar a las películas que contaban cosas inverosímiles, o que no eran del gusto del hablante. Tremendo paquete!. No conozco del origen de la expresión, ni se si se usaba en todo el territorio nacional, pero cuando en mi pueblo la clasificaban como paquete, muchas veces eran todo lo contrario, películas que hoy son de culto. Cosas de hábitos y malformaciones artísticas. Hasta el triunfo de la Revolución todo lo que se veía en los Cines eran películas de Hollywood (sobre todo películas mudas), y el cine de la década de oro de Argentina y México, de ahí en fuera casi nada más. En esa época no existía el doblaje y leer los subtítulos, no eran todos los que podían, de ahí el boom de las películas latinoamericanas.


Con la Revolución, la política cultural se abrió al mundo, de infinidad de países llegaron películas emblemáticas, que fueron modelando la cultura general del pueblo. El cine europeo y asiático se abrió paso y le hicieron competencia a Hollywood, para enriquecimiento de quienes crecíamos, tanto física, como espiritualmente, en aquellos años. Y las películas no solo llegaban a los Cines, sino que se veían en los barrios. En Yaguajay, cuando “el morito” avisaba que pondría alguna película en tal o más cual calle, pues allá iba toda la muchachada con sus taburetes, o a suelo limpio.

Con el caleidoscopio de culturas que se mostraban, llegaron aquellas, que muchos llamaron paquetes, como las japonesas de Zatoichi, el samurái ciego, que sin embargo fueron las delicias de nuestra infancia. Cuando las ponían en la matinee del domingo, era seguro ver por los barrios a unos cuantos “samuráis” batiéndose y entornando los ojos. Yo llegaba a la casa y el arroz blanco lo hacia una bola y me lo restregaba, imitando a aquel samurái de tan buen apetito. Nunca supe que fueran tantas las películas filmadas por Shintaro Katsu, el Ichi original de la serie. Un par de actores intentaron sustituirlo luego de su muerte (incluyendo a quien fuera el director de le serie) pero no llegaron a impregnarle al personaje el carácter del mítico primer Ichi.


Si ha llegado hasta aquí, sabrá que después de más de 40 años, por eso de las maravillas de Internet he dado con los veintitantos filmes y me he vuelto a reencontrar con el simpático, justiciero y noble masajista, en el camino. ¡abur!