lunes, 24 de febrero de 2020

Da tristeza la pobreza moral y humana.

Da tristeza, que aparezca un comentario, en la página web del Instituto Iberoamericano de Berlín, en que se glorifique y aplaudan hechos vandálicos contra monumentos a José Martí, Héroe Nacional de Cuba. Institución que tiene entre uno de sus deberes, la divulgación y protección en el ámbito germano, de la obra de los próceres latinoamericanos. Martí, es respetado y querido por la mayoría de los cubanos, tanto en la isla como en la emigración. Incluso por quienes se adversan en cuestiones políticas.

Da tristeza, si, pero no la tristeza de acongojamiento y aflicción, sino de esa que alimenta el alma, ante la pena por la pobreza humana de otros. Martí que es cultura, amor y alma de la nación Cubana no puede ser manchado, porque su vida y su legado son impolutos. Se manchan si, quienes atenten contra su memoria, no por sagrada o de santoral católico romano, sino por la sencilla razón que él mismo definiera en una de sus frases más emblemáticas: “Honrar, honra”. Porque la gratitud y el reconocimiento al otro, son dos valores éticos que trascienden las culturas y los contextos sociales y políticos.

24 de febrero de 1895: A la conquista de la patria

Por: Ernesto Limia Díaz


El 10 de febrero de 1878, en el Zanjón se tiró la espada ante los pies del general español Arsenio Martínez Campos sin que cristalizaran ninguno de los dos propósitos que llevaron a Guerra de los Diez Años: independencia y abolición de la esclavitud. Un mes más tarde, el 15 de marzo, el general Antonio Maceo encabezó la Protesta de Baraguá y preservó un hálito de esperanza.

Martí conoció del Zanjón en Guatemala. No podía creerlo. “Transido de dolor, apenas sé lo que me digo”, escribió a Manuel Mercado el 6 de julio, en vísperas de su regreso a Cuba. Carmen Zayas-Bazán estaba embarazada y no paraba de llorar, dadas las precarias condiciones en que se hallaban. Instigada por su padre le imploraba volver. Para consolarlo le decían que retornaba a su patria.

“¡Creen que vuelvo a mi patria! Mi patria está en tanta fosa abierta, en tanta gloria acabada, en tanto honor perdido y vendido. Ya yo no tengo patria: –hasta que la conquiste. –Voy a una tierra extraña, donde no me conocen; y donde, desde que me sospechen, me temerán”, añadió en la misiva (Martí, t. 5, 2009: 311-312).

¿Cuánto demoró en germinar la semilla sembrada en Baraguá? ¿Cuán difícil resultó a Martí ejercer el liderazgo en la conquista de la patria?

De las cenizas de la contienda del 68 había renacido el ya rancio reformismo. Cierta apertura política abrió espacio a la formación de partidos y a una prensa con mayor libertad, siempre que no tocara el arpa del separatismo. Los meses transcurrieron y España no cumplió ninguna promesa de fondo, más allá de la representación en Cortes. Pacificado el país poco importaban las necesidades y aspiraciones cubanas. La Corona no estaba dispuesta a remover la estructura de sujeción colonial y Martínez Campos fue llamado a Madrid. Las ansias libertarias retoñaron bajo el mando del general Calixto García Íñiguez, quien organizó una conspiración desde Nueva York extendida a varios puntos del país –con mayor fuerza en Oriente. Estalló el 24 de agosto de 1879.