Por: Rosa Miriam Elizalde
Estuve toda la mañana siguiendo la votación de la resolución cubana contra el bloqueo en la ONU. Armamos en la redacción el “Minuto a minuto”, un servicio que estrenamos en la Cumbre de la CELAC en La Habana, hace casi dos años, y que desde entonces en Cubadebate acompaña los grandes acontecimientos informativos. Apenas la pantalla electrónica del Palacio de las Naciones Unidas, en Nueva York, reveló el voto por país –el histórico 191–2 o el mundo vs EEUU e Israel-, salí disparada. Me esperaban los estudiantes.
Imparto una asignatura en la Facultad de Comunicación, de la Universidad de La Habana, y teníamos clase sobre gobierno electrónico, un concepto que no debe quedar solo en la idea de ofrecer servicios públicos eficientes mediante el uso de las llamadas nuevas tecnologías, sino que debería, en primera instancia, promover la ciudadanía. Habíamos convenido en dejar a un lado el catecismo docente y armar un taller de sueños. Soñar proyectos que aliviaran necesidades concretas de los cubanos, si el bloqueo no estuviera ahí y la velocidad de la Internet fuera al ritmo de nuestras ilusiones. El reto sería interesarnos por el futuro, porque es allí donde todos mis alumnos pasarán el resto de sus vidas.