NOTA MÍA: Muy justa y atinada esta preocupación de muchos, creo que la revolución cubana, como cualquier proceso social siempre ha tenido que lidiar con dos visiones de mercado, una más apegada a esa vertiente economicista y por qué no decirlo, de un estilo de vida consumista y otra que se ha ido al extremo opuesto de un puritanismo casi weylesriano. Encontrar la justa medida no ha sido fácil y nunca lo será, creo que es un reto para todos los sectores que desarrollan publicidad, mucho más aquellas dirigidas al gran público, sea este nacional o internacional (Radio, TV, Prensa, Turismo...). Recuerdo en los 90, cuando se lanzó aquella consigna de "Lo mío primero", y la carta que le envié a una dirigente de la UJC expresándole mi opinión de que ello iba en contra del espíritu de la Revolución, que me parecía mucho mejor "Lo nuestro primero", hoy todos estamos escandalizados por el nivel de individualismo que esa década generó en el país, como dice el refrán: quien siembra vientos.... Por cierto, nunca recibí una respuesta directa, el amigo que le entregó la carta solo me dijo que había preguntado que quién era yo. En este tema que nos trae Desiderio Navarro, como ya dije, creo que somos muchos los que sentimos preocupación por el tipo de sociedad a la que le estamos abriendo el camino, si no se le ponen cotos con antelación, y vuelvo al refranero popular: porque "hay que poner la teja antes que...."
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Por Desiderio Navarro
Como bien saben los miembros del Consejo Nacional de la UNEAC y los delegados a los últimos Congresos de la UNEAC, desde hace muchos años he venido interviniendo argumentadamente contra el economicismo pragmático e inescrupuloso que va en busca de ganancias a cualquier precio moral o cultural o incluso político e ideológico, y en especial contra el uso de la imagen de la mujer cubana, sobre todo la mulata joven, como objeto sexual destinado a atraer el turismo extranjero y fomentar el consumo de productos y servicios ligados a situaciones turísticas.
El uso de la mujer cubana como objeto erótico para estimular el turismo y el consumo no es un invento de empresarios y especialistas de marketing cubanos de los últimos 25 años: la publicidad de las empresas capitalistas prerrevolucionarias, imitando modelos estadounidenses y europeos, recurrió regularmente al mismo hasta los primeros años del triunfo revolucionario. Los menos jóvenes recordarán, por ejemplo, la asociación imaginal de un voluminoso trasero femenino y los cigarros Partagás bajo el denominador común de “una tonga de gusto”, o postales que anunciaban la “clara, ligera y sabrosa” Cristal de la manera siguiente: