Con 15 años de edad y un montón de sueños a cuestas, Roberto Hernández Navarro, salió de Cuba con su brazo de lanzar enfocado hacia las Grandes Ligas de Estados Unidos. Tras lograr un contrato de 320 mil dólares con un equipo de la gran carpa, Robertico, como le conocen, volteó su viaje.
Cerró las puertas del llamado paraíso beisbolero del mundo y abrió otra vez las de su casa en Batey Colorado, un anónimo caserío de Yaguajay. ¿Qué motivó a un niño de 17 años a un cambio tan brusco? Subimos al box e intentamos lanzar con él.
“Decido salir del país con mi papá, todo fue legal, en busca de sacar a mi familia adelante, en busca del béisbol profesional”, cuenta.
La historia de Roberto comienza cuando con solo 15 años, hizo el “Cuba” y fue noticia al ganarle a Estados Unidos en el Panamericano juvenil. Luego hizo lo que otros tantos peloteros cubanos: enrumbar sus pasos hacia República Dominicana, uno de los emporios de las Ligas Mayores.
“Comencé a entrenar en un área en la provincia de Bonao, estuve como un año y tres meses, ahí me vieron los scouts que viajan por todo América Latina buscando prospectos, me hacían mucho seguimiento. Lo hacen cada vez que llega un venezolano o cubano que sabemos jugar. Me hicieron varias pruebas de velocidad contra bateadores, videos, entrevistas para hablar de la familia, vieron mis condiciones, resultados y me firmaron con los Indios de Cleveland”.