Por: Graziella Pogolotti
La Habana Vieja. Foto: Claudia Camps.
Somos capaces de llevar adelante hazañas que sobrepasan en mucho la dimensión de la Isla. Afrontamos con valentía, entrega, eficiencia y desinterés la epidemia de ébola en África. Acudimos en ayuda de Guatemala, sumida en la tragedia de la erupción volcánica. Sin embargo, no observamos comportamiento similar ante los problemas acuciantes de nuestro vivir cotidiano, lastrado por fisuras en el plano de los valores, por manifestaciones de corrupción y por la indiferencia ante lo mal hecho.
Tropezamos con estos fenómenos lacerantes en el batallar de cada día, aunque cometeríamos un grave error al considerar que estos males se han arraigado en el conjunto de la sociedad. Nuestro pueblo conserva enormes reservas morales, afincadas en una autoestima que se acrecienta con los logros tangibles de la obra revolucionaria y la asunción de un compromiso que se sobrepone a la adversidad.
Cada mañana, como tantos ciudadanos, el médico acude puntual a su consulta, después de sobrellevar los problemas del transporte. Allí, sereno y concentrado, asiste a los pacientes en un prolongado horario laboral. Es su compromiso primordial con el alivio del dolor y la salvaguarda de la vida.
La Habana Vieja. Foto: Claudia Camps.
Somos capaces de llevar adelante hazañas que sobrepasan en mucho la dimensión de la Isla. Afrontamos con valentía, entrega, eficiencia y desinterés la epidemia de ébola en África. Acudimos en ayuda de Guatemala, sumida en la tragedia de la erupción volcánica. Sin embargo, no observamos comportamiento similar ante los problemas acuciantes de nuestro vivir cotidiano, lastrado por fisuras en el plano de los valores, por manifestaciones de corrupción y por la indiferencia ante lo mal hecho.
Tropezamos con estos fenómenos lacerantes en el batallar de cada día, aunque cometeríamos un grave error al considerar que estos males se han arraigado en el conjunto de la sociedad. Nuestro pueblo conserva enormes reservas morales, afincadas en una autoestima que se acrecienta con los logros tangibles de la obra revolucionaria y la asunción de un compromiso que se sobrepone a la adversidad.
Cada mañana, como tantos ciudadanos, el médico acude puntual a su consulta, después de sobrellevar los problemas del transporte. Allí, sereno y concentrado, asiste a los pacientes en un prolongado horario laboral. Es su compromiso primordial con el alivio del dolor y la salvaguarda de la vida.