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jueves, 18 de febrero de 2021

PATRIA, VIDA, MUERTE

 “El amor, madre, a la patria

no es el amor ridículo a la tierra,

ni a la yerba que pisan nuestras plantas” J.M.



Toda Patria ha nacido de la muerte

de las muertes paridoras de la vida

porque hay vidas

que no le temen a la muerte

porque hay muertes

que van cargadas de vida.


Muerte y vida

se entrelazan muchas veces

en amores fecundos

del que nacen

nuevos mundos

y alegrías y esperanzas

y pueblos simientes.


Pero hay un odio que va cargado de muerte

que no es el mismo, del que habló aquel poeta

cuando dijo: “Madre...Es el odio invencible a quien la oprime”

sino el odio de vidas que viven de la muerte.


Siempre la vida peleará contra la muerte

el amor contra el odio

y por mucho que intenten

con escaramuzas y disfraces

nunca podrán tenerte

si tienes claro que solo hay Patria

cuando se grita Patria o Muerte.


Berlín, 18 febrero 2021

domingo, 13 de octubre de 2019

Elogio del delantal


(A mi madre, que hoy cumpliría 90 años)

Mi abuela secó sus lágrimas
de las cebollas y la vida
en el delantal que se ponía
como coraza del alma.

Mi madre también secó
sus sudores y sus miedos
en el delantal que le dieron
cuando apenas era una niña.

Con el tiempo comprendí
de la virtud y valía
del delantal que protege
a las familias en su día a día.
Por ello es también para mi
el delantal
un símbolo de cubanía.

Viva el delantal y la Patria
la Bandera y las comidas
que con todas ellas también
se defiende Libertad y Soberanía.

Berlín, 13 de octubre de 2019

viernes, 22 de agosto de 2014

Muere Samih Al Qasem poeta palestino de la Resistencia

Muere Samih Al Qasem
El poeta palestino Samih al Qasem, figura destacada de la “poesía de la resistencia”, murió el martes a los 75 años después de una larga batalla contra el cáncer, indicó un amigo de la familia.
Samih al Qasem falleció en el hospital Safed, en el norte de Israel. Padecía un cáncer de hígado desde hace tres años, precisó Isam Juri a la AFP.
Conocido como “poeta de la resistencia”, defendía con ardor los derechos de la minoría árabe israelí -los descendientes de los palestinos que permanecieron en su tierra tras la creación de Israel en 1948- y celebraban la resistencia palestina contra la ocupación.
Escritos suyos fueron traducidos a varios idiomas.

viernes, 4 de julio de 2014

Poetas y Poetisas Cubanos

Cleva Solís

 

Nació el 10 de agosto de 1926 en Cienfuegos, Las Villas, y murió en La Habana en 1997. A los 3 años de edad se traslada a La Habana donde cursa sus primeros estudios, interrumpidos por una enfermedad que la deja postrada en cama por varios años, en su temprana adolescencia. Ya recuperada continuó su formación académica, la que encaminó por las vías de la literatura y el arte. Estudió además la especialidad de bibliotecología en la Sociedad Económica de Amigos del País y la carrera publicitaria en la Universidad de La Habana. Trabajó en el Capitolio Nacional y en la Biblioteca Nacional "José Martí" como investigadora bibliográfica. Se vinculó al Grupo Orígenes siendo muy joven y más tarde al Grupo Signos que dirigiera el polifacético intelectual Samuel Feijóo y donde encausó además su vocación pictórica. 

Su obra ha sido expuesta de manera personal en Europa y los Estados Unidos, además de en Cuba. Fue la mentora de la delegación oficial cubana en la entrega del Premio Cervantes a Dulce María Loynaz, en 1992.

Su obra se caracteriza por la insinuación de la luz y el color (así como diría Fina García Marruz), como entidades mágicas que la hacen compartir la realidad del mundo que contempla. Como una invitación, sutil y humilde, a habitarlo, es su obra, enaltecida por la grandeza de su verso y su pintura.

martes, 16 de abril de 2013

Poemas a Girón

Crónica 1961
Víctor Casaus
                             Para Eduardo Heras,
                            que también vivió este poema

Lo peor era orientarse en aquel mar de camisas azules y sus semejantes
braceando entre los compañeros que también estaban allí desde el amanecer
citados sin previo aviso diciendo que la desorganización del país
pero felices de hallarse a punto de encontrar su puesto
en algún pelotón de infantería de cebar incansable algún mortero
partir el cielo con la mirilla eficaz de las ametralladoras
De allí partimos
y éramos el ejército más disímil del mundo
uniformes diferentes camisas desteñidas boinas sombreros
gorras de una gama apreciable de colores
partimos aquel pobre grande ejército de descamisados felices
de niños que entrábamos a la vez en la vida y en la historia del país
y cantábamos los mejores himnos las peores canciones de relajo
para asustar el enemigo que por casualidad nos viera
para herir los tímpanos de tanto indiferente que creíamos
descubrir en la parada del ómnibus

Cantábamos
hasta el mismo regreso de la escuela menor de infantería
que pasamos
Aquello estaba bien para nuestra sed de aventuras de la época
morteros hastiados de grasa subametralladoras nuevas
pistolas que se anunciaban para la felicidad mayor del miliciano
Ni héroes homéricos ni dioses olímpicos
fuimos tampoco cuando desterramos al enemigo del país
cuando avanzamos con una carretera como frente
mordiendo el polvo de la victoria
disparando los más locos cañonazos hiriendo y matando y muriendo
a lo largo y ancho de una ciénaga paraíso del diablo
donde quisieron imponerle nuevamente al país
la vieja historia que tanto conocíamos

Allá fuimos y fuimos
combatientes destacados muertos llenos de inmensa admiración
prisioneros por unas cuantas horas pilotos en la poca paz
que quedaba en las alturas
morteristas bragados de polvo o simplemente
lo mismo que antes fuimos
solo que ahora solo que entonces
puestos de frente a esa especie de animal que la gente llama historia
a sus imperativos sus mierdas sus atrocidades
bragando a los hombres del país recolectando toda la furia
que a través de siglos y años hicieron de mis compatriotas
esos airados semejantes que me acompañaban
entre el humo y la muerte y el ruido final de la victoria

miércoles, 2 de enero de 2013

Anatomía de la poesía joven escrita desde Santiago: ¿Carnaval? ¿Espectáculo? O ¿Chancleteo?*


García Blanco, quiéranlo o no, es un clásico. Campos de Belleza Armada, Reverso de foto y Dossier, y País de Hojaldre están ahí atentos; forman parte de la memoria poética santiaguera.
 A Eduard Encina y Jorge Labañino
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
La poesía joven que se escribe desde Santiago de Cuba está muy preocupada por poses, gestos, jerarquías y apropiaciones simbólicas de los espacios de poder cultural, más que por ganancias en la expresión, y digamos, audacia en búsquedas imaginativas y experimentales.
Creo que hay toda una socialización del texto pensado como espectáculo y teatro de representaciones;  quizás, las últimas promociones están muy interesadas en mostrar desacuerdos y herejías con, los que pudiéramos llamar, Clásicos imprescindibles: García Blanco, Teresa Melo y León Estrada.
Las voces mencionadas ejercieron una especie de mecenazgo en todos los tocados por el delirio del versolibrismo.  García Blanco, maestro en el tono conversacional, con propuestas cargadas de ironías, juegos, y carnavalización de lo sagrado; y las contaminaciones y saturaciones en el discurso de la historia universal y nacional, influyó notablemente en los nacidos entre 1970 y 1990.
Gracias a sus amparos providenciales, la poesía que se escribe desde Santiago hoy, ganó nuevas voces que condimentaron temáticas y hallazgos. Escribir como Reinaldo instaló una escuela. No mencionaré nombres, pues muchos de ellos están aquí, deben saberlo, aunque después se descontaminaron, o lo hicieron a través de la teatralización, o el chancleteo, de la influencias reinaldianas y salieron a campo abierto a mostrar sus alternativas.
García Blanco, quiéranlo o no, es un clásico. Campos de Belleza Armada, Reverso de foto y Dossier, y País de Hojaldre están ahí atentos; forman parte de la memoria poética santiaguera. No olvidar tampoco antologías que dieron a conocer a muchos fuera de fronteras gracias a su mecenazgo, del que algunos huyen hoy, para mostrarse libres del modo de escribir y teatralizar el proceso poético.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La Isla en versos


 MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ
madeleine@granma.cip.cu

Sancti Spíritus aún huele a versos. Durante cuatro días con sus noches la provincia quedó convertida en la capital poética del país al celebrar allí desde el pasado 20 hasta el 24 de noviembre la vigésimo tercera Jornada Nacional de la Poesía Cubana, dedicada en esta ocasión al poeta Reynaldo García Blanco, a quien se le distinguiera con la condecoración Canto de Ciudad, y a la Generación de los 80.

Foto: Andrei Álvarez Reynaldo García Blanco lee poemas en la noche inaugural de la Jornada. 
 
A poesía limpia se acicalaron los festejos por la veinteañera edición del evento, en el que también se reconociera al poeta Manuel González Busto, y que organizado por la UNEAC provincial y la Editorial Luminaria, dejara ver desde su inauguración —acaecida en la Biblioteca Rubén Martínez Villena con una gala en la que un grupo de músicos bajo la dirección de Carlos Manuel Borroto interpretaron canciones con textos del bardo homenajeado— el presagio de un exitoso desenvolvimiento.

Hasta el parque Serafín Sánchez llegaron desde muy temprano poetas de diversas geografías de la isla para regalar al transeúnte sus versos ofrendados a José Martí y participar después en los espacios de debate, como los dedicados, por solo citar algunos, al difícil oficio de editar poesía, a la resistencia como poética en Virgilio Piñera, a los coloquios Género y conflicto en los 80 —a cargo de Ileana Álvarez, Yanetsy Pino y Odalys Leyva—, y La generación de los 80, una mirada veinte años después —Alfredo Zaldívar, Francis Sánchez y Yamil Díaz— y en las no pocas presentaciones de libros que tuvieron lugar en la cita.

lunes, 6 de agosto de 2012

ANTONIO CONTE: LA POESIA, LA HERMANDAD, LAS DEDICATORIAS, LA VIDA

Fue a través del Villa, del Chino Héctor Villaverde, amigo común y casi ancestral, que llegó hace unos días la noticia de que Conte, el hermano Antonio Conte, había fallecido de un ataque cardíaco en Miami.
 
Quiero reunir en esta nota algunas referencias de su poesía, recuerdos comunes, homenajes a la amistad persistente y compartir esta noticia que todavía no ha tenido espacio en ningún medio de comunicación de la Isla, hasta donde sé. En algunos medios –sobre todo digitales– de otros lugares ha aparecido la noticia, muchas veces manipulada a favor de los desencuentros y las obsesiones a veces patológicas que viven algunos sectores en relación con la Isla.
 
 
Por eso me pongo a hilvanar estas líneas, tomando, montando textos que reuní rápidamente en estos días, entre la nostalgia y la tristeza, para recordar a alguien que fue un hermano –por las coincidencias de origen de clase, por la obra que escribimos desde la misma poética, por las ideas que compartimos sobre la vida, la historia, la revolución– aunque viviéramos los últimos 20 años en lugares distintos y las coincidencias se redujeran.
 
Quiero hacerlo para que no sólo se encuentren ahora en internet –y después en la memoria– las notas que he estado viendo, y para que se conozcan, también y sobre todo aquí, estas palabras de recordación y de homenaje para un poeta cuya obra pertenece a la cultura cubana –haya muerto donde haya muerto. Y para que se hable algo de su vida –con sus contradicciones, fulgores, tristezas y alegrías: como toda vida. Para que comiencen a aparecer con esta nota urgente, entre la manipulación y el silencio, otras aproximaciones que le hagan justicia –compleja: como toda justicia– a su obra y a su vida.
 
No quería ni quiero hacer una de esas notas necrológicas al uso, que casi siempre detesto por las concesiones que a veces hacen al formalismo y a las coyunturas y porque generalmente son textos en los que no caben el afecto o la pasión, ni los matices. Por eso quiero, en todo caso, ofrecer aquí las informaciones imprescindibles, pero desde el ángulo de este montaje de referencias, recuerdos e imágenes.
 
Conte es uno de los poetas de la llamada generación del Caimán porque allí publicamos nuestra presentación de credenciales, en el primer número, en el Opus 1, de 1966. En aquel temprano y apasionado manifiesto titulado “Nos pronunciamos” confesábamos que“no renunciamos a los llamados temas no sociales porque no creemos en temas no sociales. El amor, el conflicto del hombre con la muerte, son circunstancias que afectan a todos, como es íntimo, personal, el auténtico fervor revolucionario”y “consideramos que toda palabra cabe en la poesía, ya sea carajo o corazón”.
 
Tres años después, en 1969, apareció el primer libro de Conte, Afiche rojo, en la Colección David de la UNEAC, que se había iniciado en 1967 con un texto ganador en la primera edición del concurso homónimo, Cabeza de zanahoria, también el libro iniciático de otro poeta del Caimán, Luis Rogelio Nogueras, Wichy. Entre los años 67 y 68 aparecerían en esa misma colección las primeras obras de otros poetas de aquella generación: Félix Contreras, Sigifredo Alvarez Conesa y José Yanes, este último recientemente fallecido fuera de la Isla.
 
Portada del libro Afiche Rojo (1969)Reuniendo y releyendo al paso los textos para compartir en esta nota encontré el ejemplar de aquel Afiche rojo, con esta dedicatoria: “Antonio Conte cuelga de los cuernos de “diablito” de Victorino (la hermanada) este afichazo con la esperanza en que después del cielo Víctor me quiera un poco más, un cosmos de amor. Octubre. Año lunar”. En aquel Afiche estaba su poesía vallejiana e inquietante, amorosa y aguda. Ahí nos traía los poemas que había escrito para las diversas mujeres que había amado o amaba, junto a declaraciones de principio que la época convulsa y transformadora  nos solicitaba todos los días:
 
 
REVOLUCION
 
disparato inclusive las trastiendas.
el amor es un tango, me dijeron dos vírgenes
creadas por la imaginación.
 
que nadie crea que mañana estaremos complacidos
de tener lo que sea.
cuando se piensa en ti, suave es el sueño, y el pensar
ambiciona la ternura más honda; pero escucha:
nunca te vayas a creer que el mundo
se puede componer sembrando panes.
 
La amistad que la dedicatoria anterior delata había comenzado a nacer un poco antes, en la redacción de la revista Mella, junto a Villaverde, Silvio Rodriguez, Virgilio Martínez, Guillermo Rosales y otros periodistas jóvenes de entonces. Además de la poesía, el periodismo y después el cine serían terrenos de la creación en que coincidiríamos de una manera u otra en los años siguientes cuando Conte fue sucesivamente reportero de la revista Cuba, guionista de documentales en la Sección Fílmica del MINFAR y jefe de redacción de la revista Cine Cubano, en el ICAIC: cargo que había ejercido hasta 1985 Wichy Nogueras.
 
Portada del libro Con la prisa del fuego (1981) En esos años Conte fue combatiente internacionalista en Angola. De allá trajo, sobre todo, la experiencia cruda de la guerra y un libro de poemas con el que ganaría primera mención en el concurso de la UNEAC en 1979: Con la prisa del fuego, que sería publicado dos años más tarde por la Editorial Letras Cubanas. La dedicatoria del ejemplar que tengo aquí ahora está fechada en 1983 y dice: “Antonio Conte dona estos versos de amor y combate a Víctor y su familia de ternura, y los ama hoy, mañana y siempre”.
 
Los poemas de ese libro son sobre todo documentos de aquella experiencia vivida por el poeta en tierras africanas: de las gentes y los contextos y los paisajes que conoció, vivió y sufrió. Son por lo
general textos sin métricas ni rimas evidentes, dentro de esa línea de tono conversacional que
define su poesía escrita en esos años. Pero también hay ejemplos de poemas medidos con destreza y sabiduría, como el soneto que dedica a Nicolás Guillén y este otro, “para Eliseo Diego, innumerable”:
 
 HACE CALOR AQUÍ
 
Vivo callando en juego con las balas,
cañones de dos filos, aguaceros;
y tantos, tantos besos prisioneros
como versos habitan en sus salas.
 
Vivo al sol, al insomnio, a las galas
de ser sin ser yo mismo, franco y fiero,
empuñando la noche en el acero
de un fusil y un recuerdo con dos alas
 
para volar a donde usted responde
por las cosas ocultas y habituales;
para hablar con usted, que se me esconde
en tiernos laberintos tan amables,
que estamos, usted y yo, quién sabe dónde,
peleando con mis armas y sus sables.
 
Conte distribuyó amistad y amor en las dedicatorias de sus libros y de sus poemas y en la cotidianidad inaplazable de la vida. Por eso seguramente encontré hace muy pocos días este comentario escrito por Silvio en su blog en evolución Segunda cita (www.segundacita.blogspot.com):
 
Ayer se nos fue Antonio Conte, uno de los poetas que menciono en la notita que dejé en la tumba de Vallejo, la segunda vez que estuve en París. Conte fue mi amigo y quiero creer que lo fue hasta el día de ayer, porque desde hace años vivía fuera de Cuba y hacía mucho que no nos comunicábamos. Yo nunca he dejado de sentirme su amigo y así continuaré. Antonio era una persona maravillosa, un gran admirador de Vallejo, por quien le puso César a su hijo. Siempre lo recuerdo cuando vivía con Macucha y su hijito, en el apartamento de 84, a una cuadra de 5ta Avenida. Verde amor expansivo a la eternidad de Antonio Conte.
 
En el momento en que leía ese comentario de Silvio probablemente comenzó a escribirse esta crónica de la amistad para Conte. Allí escribí: “Conte fue un hermanito querido entre los poetas de nuestra generación, la del Caimán Barbudo, vallejiano de raíz, ingenuo, sonriente y sufridor. (…) Ahora, buscando rápidamente cosas de Conte aquí en la compu para compartirlas con ustedes, encontré la lista de canciones y poemas del concierto Sivio y nosotros, con el que recordamos en el patio del Centro Pablo el primer concierto público de Silvio, Teresita y nosotros, organizado por los poetas del Caimán en Bellas Artes, en julio del 67”. En Silvio y nosotros, el actor Jorge Perugorría leyó textos de los poetas de nuestra generación, en un montaje que alternaba la poesía escrita con la poesía cantada de las obras de Silvio. Allí se escuchó este poema vallejiano de Conte:
 
INFANCIA
los niños, allá afuera
gritan, despedazan el césped,
ambicionan la esfera musculosa para patearla;
se escurren entre cercas, se golpean,
se abrazan fuera del tiempo
como si con eso entrelazaran los continentes.
los niños, allá afuera
les van creciendo el corazón a travesuras,
a rasguños, a reírse de los mayores,
y se sienten felices de tirotear los pájaros.
 
El poema recordaba una de las temáticas presentes en la obra poética de Conte y de sus compañeros de generación, la visión cercana y crítica de la infancia, y a mí me recordó ahora la mención que hace Silvio de la familia de Conte, de Macuchita, y los hijos de ambos, con nombres-homenajes a Vallejo: César Abraham y Trilce.
 
Portada del libro Ausencias y peldaños (1996)Trilce Editores se llama precisamente la casa que publicó el otro libro de Conte que tengo aquí ahora. Se titula Ausencias y peldaños y su publicación está fechada en Santa Fe de Bogotá en el mes de junio de 1996. Se trata de un inusual volumen dúplex, que incluye en realidad dos libros inversamente yustapuestos: el de Conte y el de Luz Helena Cordero, su compañera de entonces, titulado Óyeme con los ojos. Conte dedicó así el volumen que tengo aquí el 17 de octubre del 96: “Hermano Víctor, hermana María: siempre, siempre con Ausencias y peldaños los llevo lejos de los ojos, muy cerca del corazón”.
 
En esa contradictoria mezcla de lejanías y cercanías estuvimos todos los años restantes, hasta ahora. Sólo nos vimos en una ocasión, pocos años después, en Miami, después que Conte se moviera hacia aquella ciudad desde Bogotá, donde se le uniría su compañera colombiana. Ese pasó no se concretó, al menos de manera estable, y Conte quedó viviendo allí hasta el 31 de julio pasado. En aquel momento no hubo nuevos libros dedicados, pero sí la alegría de un reencuentro cercano en una tercera fase diferente, mutuamente respetada, en la que la amistad sobrevivía –vive– entre las lejanías y las cercanías.
 
Nunca hablamos de su decisión de quedar viviendo en Bogotá en los 90 (¡ah, esos 90!) y tampoco de su decisión posterior de trasladar su lugar de residencia a Miami. Siempre pensé que aquel movimiento tuvo que ver con necesidades de estabilidad económica, porque tenía familiares viviendo allí desde muchos años atrás. Lo vi entonces en un momento difícil, porque acababa de llegar y vivía todavía en la casa de un familiar. La continuidad de la relación amorosa no se produciría, según supe. Probablemente el aspecto económico se resolvió poco después. No sé cómo le fue posteriormente en el importante terreno de los amores y los afectos, que fue una necesidad y una práctica constante en la vida de Conte. Triste y vallejiano, amante mundial (para robar un verso de un hermano común, Juan Gelman) y practicante y creyente de la amistad, sobre todo la que se afinca en las coincidencias (aunque éstas se reduzcan, a veces dramáticamente) y entre las lejanías y las cercanías: las memorables y las jodidas.
 
No sé si en los años posteriores, en esta década pasada de los 2000, publicó algún libro de poemas. Ahora, en las noticias breves de estos días, he visto un título que no conozco. Busqué en los magníficos archivos oceánicos, inabarcables –a veces confusos– de internet, pero no encontré mucho, después de navegar espesamente en la avalancha de información sobre una persona con el mismo nombre y apellido que tiene al parecer notoriedad en aspectos del deporte y de los negocios no transparentes. Recordé el título del primer libro de Conte, Grises, inédito en aquellos años, y que no sé si incluiría en alguna recopilación posterior.
 
Profesionalmente Conte se dedicó durante estos años al periodismo, hasta su jubilación hace poco tiempo. Trabajó como redactor y corrector, según leí en estos días, en una agencia de noticias radicada en Miami. Conozco las características de la  producción periodística de esa entidad porque he recibido, durante años, sus boletines enviados a través del correo electrónico. Nunca vi trabajos de Conte incluidos en ellos, al menos hasta que comencé a borrarlos sin leerlos para no ocupar el tiempo en mensajes que no rebasaban la chismografía política de tercer orden y la persistencia de noticias risibles sobre la realidad de la Isla en la que yo vivía.
 
Guillermo Rodríguez Rivera, Wichy Nogueras, Víctor Casaus, Raul Rivero, Antonio Conte, César Vallejo, Silvio Rodríguez Ahora una amiga ha enviado al blog Segunda Cita una crónica de Conte del año 2009 que ella encontró en estos días en internet. No sé dónde se publicaría inicialmente. Quisiera encontrar otros textos como ese, homenaje a la memoria personal y a la memoria cultural de aquellos años que he estado recordando en esta crónica. En la suya, titulada “De donde son los poetas”, Conte recuerda el día en que se preparó, en el patio de la casa de Guillermo Rodríguez Rivera, una foto en la que aparecerían, sentados junto a César Vallejo algunos de los poetas de la generación del Caimán: el propio Guillermo, Wichy, Silvio, Raúl Rivero, Conte y el que ahora teclea.
 
Voy a publicar en estos días esa crónica, con una pequeña introducción sobre la foto generacional-vallejiana que después ha tenido momentos importantes de difusión, como su inclusión en el disco Érase que se era, de Silvio.
 
Y voy a enviar ahora, para publicarla en los lugares publicables, esta crónica que aquí termina dedicada a Conte y, con él, a la poesía, la hermandad, las dedicatorias y la vida.
 
Víctor Casaus

martes, 5 de octubre de 2010

MUERTE DE NARCISO

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo,
envolviendo los labios que pasaban
entre labios y vuelos desligados.
La mano o el labio o el pájaro nevaban.
Era el círculo en nieve que se abría.
Mano era sin sangre la seda que borraba
la perfección que muere de rodillas
y en su celo se esconde y se divierte.

Vertical desde el mármol no miraba
la frente que se abría en loto húmedo.
En chillido sin fin se abría la floresta
al airado redoble en flecha y muerte.
¿No se apresura tal vez su fría mirada
sobre la garza real y el frío tan débil
del poniente, grito que ayuda la fuga
del dormir, llama fría y lengua alfilereada?

Rostro absoluto, firmeza mentída del espejo.
El espejo se olvida del sonido y de la noche
y su puerta al cambiante pontífice entreabre.
Máscara y río, grifo de los sueños.
Frío muerto y cabellera desterrada del aire
que la crea, del aire que le miente son
de vida arrastrada a la nube y a la abierta
boca negada en sangre que se mueve.

Ascendiendo en el pecho sólo blanda,
olvidada por un aliento que olvida y desentraña.
Olvidado papel, fresco agujero al corazón
saltante se apresura y la sonrisa al caracol.
La mano que por el aire líneas impulsaba,
seca, sonrisas caminando por la nieve.
Ahora llevaba el oído al caracol, el caracol
enterrando firme oído en la seda del estanque.

Granizados toronjiles y ríos de velamen congelados,
aguardan la señal de una mustia hoja de oro,
alzada en espiral, sobre el otoño de aguas tan hirvientes.
Dócil rubí queda suspirando en su fuga ya ascendiendo.
Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, guarnecidas
islas y aislada paloma muda entre dos hojas enterradas.
El río en la suma de sus ojos anunciaba
lo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en halo convertía.

Antorchas como peces, flaco garzón trabaja noche y cielo,
arco y cestillo y sierpes encendidos, carámbano y lebrel.
Pluma morada, no mojada, pez mirándome, sepulcro.
Ecuestres faisanes ya no advierten mano sin eco, pulso desdoblado:
los dedos en inmóvil calendario y el hastío en su trono cejijunto.
Lenta se forma ola en la marmórea cavidad que mira por espaldas que nunca me preguntan, en veneno
que nunca se pervierte y en su escudo ni potros ni faisanes.

Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla
y como la fresa respira hilando su cristal,
así el otoño en que su labio muere, así el granizo
en blando espejo destroza la mirada que le ciñe,
que le miente la pluma por los labios, laberinto y halago
le recorre junto a la fuente que humedece el sueño.
La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playa
extiende y al aislado cabello pregunta y se divierte.

Fronda leve vierte la ascensión que asume.
¿No es la curva corintia traición de confitados mirabeles,
que el espejo reúne o navega, ciego desterrado?
¿Ya se siente temblar el pájaro en mano terrenal?
Ya sólo cae el pájaro, la mano que la cárcel mueve,
los dioses hundidos entre la piedra, el carbunclo y la doncella.
Si la ausencia pregunta con la nieve desmayada,
forma en la pluma, no círculos que la pulpa abandona sumergida.

Triste recorre -curva ceñida en ceniciento airón-
el espacio que manos desalojan, timbre ausente
y avivado azafrán, tiernos redobles sus extremos.
Convocados se agitan los durmientes, fruncen las olas
batiendo en torno de ajedrez dormido, su insepulta tiara.
Su insepulta madera blanda el frío pico del hirviente cisne.
Reluce muelle: falsos diamantes; pluma cambiante: terso atlas.
Verdes chillidos: juegan las olas, blanda muerte el relámpago en sus venas.

Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.
Orientales cestillos cuelan agua de luna.
Los más dormidos son los que más se apresuran,
se entierran, pluma en el grito, silbo enmascarado, entre frentes y garfios.
Estirado mármol como un río que recurva o aprisiona
los labios destrozados, pero los ciegos no oscilan.
Espirales de heroicos tenores caen en el pecho de una paloma
y allí se agitan hasta relucir como flechas en su abrigo de noche.

Una flecha destaca, una espalda se ausenta.
Relámpago es violeta si alfiler en la nieve y terco rostro.
Tierra húmeda ascendiendo hasta el rostro, flecha cerrada.
Polvos de luna y húmeda tierra, el perfil desgajado en la nube que es espejo.
Frescas las valvas de la noche y límite airado de las conchas
en su cárcel sin sed se destacan los brazos,
no preguntan corales en estrías de abejas y en secretos
confusos despiertan recordando curvos brazos y engaste de la frente.

Desde ayer las preguntas se divierten o se cierran
al impulso de frutos polvorosos o de islas donde acampan
los tesoros que la rabia esparce, adula o reconviene.
Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de frente a su sonido
en la llama fabrica sus raíces y su mansión de gritos soterrados.
Si se aleja, recta abeja, el espejo destroza el río mudo.
Si se hunde, media sirena al fuego, las hilachas que surcan el invierno
tejen blanco cuerpo en preguntas de estatua polvorienta.

Cuerpo del sonido el enjambre que mudos pinos claman,
despertando el oleaje en lisas llamaradas y vuelos sosegados,
guiados por la paloma que sin ojos chifla,
que sin clavel la frente espejo es de ondas, no recuerdos.
Van reuniendo en ojos, hilando en el clavel no siempre ardido
el abismo de nieve alquitarada o gimiendo en el cielo apuntalado.
Los corceles si nieve o si cobre guiados por miradas la súplica
destilan o más firmes recurvan a la mudez primera ya sin cielo.

La nieve que en los sistros no penetran, arguye
en hojas, recta destroza vidrio en el oído,
nidos blancos, en su centro ya encienden tibios los corales,
huidos los donceles en sus ciervos de hastío, en sus bosques rosados.
Convierten si coral y doncel rizo las voces, nieve los caminos,
donde el cuerpo sonoro se mece con los pinos, delgado cabecea.
Más esforzado pino, ya columna de humo tan agudo
que canario es su aguja y surtidor en viento desrizado.

Narciso, Narciso. Las astas del ciervo asesinado
son peces, son llamas, son flautas, son dedos mordisqueados.
Narciso, Narciso. Los cabellos guiando florentinos reptan perfiles,
labios sus rutas, llamas tristes las olas mordiendo sus caderas.
Pez del frío verde el aire en el espejo sin estrías, racimo de palomas
ocultas en la garganta muerta: hija de la flecha y de los cisnes.
Garza divaga, concha en la ola, nube en el desgaire, espuma colgaba de los ojos, gota marmórea y dulce plinto no ofreciendo.

Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el oído.
Sí se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetra en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pleamar fugó sin alas.

José Lezama Lima
(1937)