Omar Pérez Salomón
En
los últimos meses con mucha frecuencia aparecen en la prensa anticubana
despachos y artículos periodísticos que arremeten contra la salud
pública de Cuba. Que si “la atención en los hospitales es mala”, que si “los médicos desertan por miles en las misiones en el exterior”,que
si “el estado constructivo de los hospitales es malo”, que “si una
clase profesional ha sido hostigada en Cuba a partir de 1959 es la de
los médicos”, y así un sin número de falsedades y manipulaciones en un
sector que representa una de las principales conquistas de la Revolución
Cubana.
Recuerdo que unos tres mil médicos, casi
la mitad de los que existían al triunfo de la Revolución se fueron del
país tras los cantos de sirena que provenían del norte. Sin embargo una
cifra similar decidieron ponerse al lado del pueblo para correr la
misma suerte de este y formar parte de aquel grupo de galenos que sembró
las simientes de la salud pública revolucionaria cubana.
Llamo la atención sobre el hecho de que a
quienes sólo le interesa divulgar problemas en nuestra salud pública y
promueven el descontento y la desconfianza en el gobierno
revolucionario, quieren que la isla regrese al cuadro espantoso que
existía en la república neocolonial:
Prevalecían
altas cifras de mortalidad infantil, 58 por mil niños nacidos vivos,
baja esperanza de vida al nacer, 62.1 años, y una alta incidencia de
enfermedades transmisibles. La organización de los servicios de
salud en el nivel primario de atención, pilar fundamental para el
desarrollo de las actividades de promoción de salud y la prevención de
enfermedades, exhibía muy poco desarrollo.
Aproximadamente un 20% de la población del país recibía servicios de
instituciones de tipo mutualistas, mientras que el sistema de consultas
médicas privadas estaba determinado por las leyes de la oferta y la
demanda.
El país contaba con 6511 médicos de los
cuales 4615 (70,9%) se ubicaban en las ciudades capitales de las
antiguas 6 provincias del país. La mayor concentración se localizaba en
la Ciudad de La Habana – el 58,5% del total de estos profesionales –
mientras que sólo mil médicos en todo el territorio nacional trabajaban
en el sector estatal. A ello se unía el escaso número de instituciones
de salud que no ascendían ni a 400 unidades médicas en 1958, con una
dotación de unas 32500 camas para la asistencia médica y social, lo que
imposibilitaba el acceso a los servicios básicos y por tanto impedía
enfrentar los males que afectaban al país.
No me voy a detener a enumerar los logros
de la salud en el período revolucionario, porque son muchos y
reconocidos por los organismos internacionales correspondientes; solo
citaré el indicador de mortalidad infantil, 4,9 por mil nacidos vivos,
la tasa más baja en Latinoamérica y menor que en Estados Unidos y Canadá; y el programa del médico de la familia, un referente a nivel mundial en atención primaria de salud.
Errores y dificultades hay. Para nadie es
un secreto en Cuba que el personal de la salud, al igual que otros
sectores tiene disímiles escenarios para plantear sus inquietudes, como
lo hicieron con miles de planteamientos a raíz de la discusión del
proyecto de los Lineamientos económicos y sociales aprobados
posteriormente en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. Muchos
se tuvieron en cuenta en el documento final, en otros casos se explicó
por qué no se podían implementar en estos momentos.
La Revolución ha formado a más de 100 mil
médicos con un alto nivel profesional, sentido humanista y espíritu
internacionalista, que dan continuidad al legado de los médicos que se
quedaron juntos a su pueblo después de 1959.
Los médicos cubanos han recorrido el
mundo. Ningún otro país ha enviado tantos colaboradores de la salud al
exterior. Cualquiera de los cubanos que ha cumplido y cumplen esas
misiones, no necesitan más que acudir a un consulado yanki para recibir de inmediato visa y residencia; sólo un puñado de médicos lo han hecho pero los medios de comunicación capitalistas se empeñan en informar lo contrario.
Nos fortalece que se discutan nuestros
problemas. He leído en los medios cubanos quejas y críticas a la calidad
de los servicios de salud, y también elogios como la publicada el
pasado 28 de septiembre en el periódico Juventud Rebelde que cito a
continuación:
José Eusebio Chirino (Calle 5ta. No. 10, Narcisa, Yaguajay, Sancti Spíritus) cuenta que su esposa estuvo
ingresada en la Sala de Terapia Intensiva del Hospital Municipal de
Yaguajay Joaquín Paneca Consuegra, exactamente en el mismo edificio
donde estuvo el cuartel militar que el Comandante Camilo Cienfuegos y su
columna tomaran en los días finales de la lucha guerrillera en 1958.
«Ese hospital es una
maravilla de la Revolución. Allí recibimos la solidaridad y el apoyo
humano, desde la Dirección, el equipo de clínicos, los radiólogos,
enfermeras, laboratoristas, trabajadores de servicio, custodios…
«Qué calidad en los
servicios. Qué grado de cientificidad médica. Qué calor humano. Los
pisos brillan y los alimentos están bien cocidos. Existe un orden pocas
veces visto; aunque no puede ser totalmente perfecto, porque vivimos en
un país bloqueado, y allí, como en otros hospitales de Cuba, pudieran
existir medios técnicos mucho más avanzados…
«En esa institución hay una gestión de excelencia. Podría ser referencia para el país.
Únicamente inspirados en los elevados
propósitos legados por los médicos que se quedaron a partir de 1959, se
puede concebir la actuación, al lado de la Revolución, de la mayoría de
los médicos que hoy prestan servicios y enfrentan retos en Cuba frente
al pataleo derrotado de quienes no pudieron entonces, ni podrán ahora,
comprar su honor y compromiso con el pueblo.
(tomado del Blog La Pupila Insomne)
(tomado del Blog La Pupila Insomne)
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