jueves, 21 de agosto de 2014

La depresión de Alan Gross

Por Arthur González

índiceDe acuerdo a lo publicado en el Nuevo Herald Miami y en el sitio digital Café Fuerte, Alan Gross, norteamericano detenido en Cuba por actividades ilegales que buscaban derrocar al gobierno, se encuentra en un profundo estado depresivo.
No es para menos, tiene 65 años y cumple una sanción de 15 años de cárcel al haber aceptado conscientemente, la misión encomendada por agencias del gobierno de Estados Unidos de instalar ilegalmente equipos de alta tecnología con fines subversivos.
Planificando acciones similares a las acontecidas en el Medio Oriente, con el fin de provocar la caída del gobierno de Fidel y Raúl Castro, Gross firmó un contrato con la empresa Development Alternative Inc. (DAI), para desarrollar un proyecto subversivo denominado “Programa Democracia para Cuba”, que en nada tiene que ver con la comunidad judía de la Isla como tratan de hacer ver.

La propuesta inicial de su participación en dicho Programa se la hizo el norteamericano Marc Wachtenhiem, quien fungía como director del mismo, en la llamada Fundación Panamericana para el Desarrollo, FUPAD.
Durante el juicio celebrado en la Habana, se denunció que Marc era un oficial CIA encubierto que trabajó con agentes dobles cubanos, según se expuso ante el Cónsul norteamericano en la Habana, la esposa de Gross, nombrada Judy y del abogado estadounidense de la familia; por tanto el señor Alan Gross estaba consciente del riesgo que entrañaba su misión, por la que esperaba recibir cientos de miles de dólares.
Ahora se publica que el detenido se encuentra con una fuerte depresión, al observar como su gobierno le da la espalda y se niega a buscarle una solución favorable a su liberación, debido a que la mafia anticubana en el Congreso se opone a que el presidente Barack Obama, establezca un acuerdo de canje por tres prisioneros cubanos que trabajaron en Estados Unidos para conocer los planes de grupos terroristas anticubanos.
Obama recientemente aceptó el intercambio de cinco prisioneros de la cárcel ubicada dentro de la Base Naval en Guantánamo, acusados de ser peligrosos terroristas de Al Quaeda, por un sargento del ejército yanqui prisioneros de los Talibanes.
Unos años atrás el Gobierno norteamericano intercambió a 10 rusos, detenidos por actividades de espionaje contra Estados Unidos, por 7 rusos condenados en Moscú por servir como espías de la CIA. El acto se efectuó solo a tres días de que el FBI presentara cargos contra los rusos ante la fiscalía federal.
Se conoce que la depresión es el resultado de un trastorno mental caracterizado por profundos sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza, indefensión y desesperanza.
Es lógico que el sentimiento de culpa este presente en la psiquis de Alan Gross, pues el sabe que su tarea en Cuba podía perjudicar la paz y tranquilidad de todo un pueblo, y crear desórdenes internos, provocados por los planes de los Servicios Especiales Norteamericanos que siempre han soñado con derrocar a la Revolución, según consta en cientos de documentos desclasificados de la CIA.
En casos como este, los síntomas más comunes son la tristeza, perturbaciones del sueño y la alimentación, pérdida de iniciativa, el auto-castigo, el abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer.
A diferencia de Gross, los tres cubanos que aun permanecen en cárceles norteamericanas sometidos a rigurosas medidas de seguridad, presiones sicológicas, no han padecido jamás de depresiones sicológicas. A uno de ellos condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años, no se le ha permitido la visita de su esposa, algo considerado una violación total de los derechos de un preso bajo esas condiciones.
La razón es muy simple. Sus tareas no la cumplieron por dinero, ni afectaban a la población estadounidense, por el contrario evitaban que los grupos terroristas de Miami siguieran ejecutando acciones de ese corte, dentro del territorio de ese país. Solo entre 1974 y 1983, la organización terrorista anticubana “Omega-7”, ejecutó 67 actos de terror (mayoritariamente estallidos de bombas) dentro de territorio continental norteamericano y en Puerto Rico.
Además, la organización contrarrevolucionaria Alpha-66 asentada en Estados Unidos con la anuencia del Gobierno, y la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), organizaron y ejecutaron actos terroristas contra varios hoteles y otras instalaciones para el servicio turístico, en el balneario de Varadero y en la Habana, donde resultó muerto un joven italiano y varios cubanos heridos, más cuantiosos daños materiales que pretendían asustar a los turistas para afectar ese renglón de la economía cubana.
Se pretende hacer ahora una campaña de prensa de que el norteamericano no pudo acudir al funeral de su madre, pero se oculta con mala intención de que el cubano Gerardo Hernández Nordelo, condenado a dos cadenas perpetuas, tampoco puso asistir a las exequias de la suya en Cuba, pues ese tipo de permisos no está permitido en los reglamentos carcelarios de ambos países.
La solución de estos casos está en manos de la Casa Blanca, responsable del envío de Gross a la Isla en labores ilegales; por esa razón el lobby judío en el Congreso se ha negado a dar un paso a favor del señor Gross, al final el no llegó a Cuba para cumplir ninguna misión para la comunidad judía asentada en la Isla, sino para ejecutar actos a favor del Gobierno yanqui; por tanto es el propio régimen norteamericano quien debe dar el paso, sin el miedo que le provoca disgustar a la mafia anticubana.
De lo contrario, cargarán en sus conciencias con la desgracia de la familia Gross, las enfermedades de Alan y hasta con su posible fallecimiento.
Cuba ha declarado siempre que está dispuesta a negociar, tal y como hizo Washington con Moscú y con Al Qaeda.
La palabra la tiene Barack Obama.

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