Iroel Sánchez
A
Zayas lo volví a ver en La Habana hace unos días, manejando un camión
de una empresa constructora. Los más de veinte años transcurridos, desde
que dejamos de vernos, me habrán hecho más viejo a mi, a él no. Ya
entonces parecía intemporal el mulato electricista de mantenimiento en
la cervecería La Tropical que por ser militante del Partido era el
político del Destacamento uno, el más cercano al poblado de Cuito Cuanavale por la destrozada carretera que partía de Menongue hacia la frontera de Angola con Namibia.
No recuerdo bien por qué a Zayas le cogió
aquella noche entre nosotros y terminó en las tertulias que, a la luz
de un mechón, animábamos en el refugio para espantar la resistencia del
sueño a las ratas y las cobras. Lo cierto es que estaba ahí, en la
hamaca de Mario que hacía de oficial de guardia, entre Mendoza, Arnaldo y
yo, hablando de cualquier cosa hasta que caímos en la Unión Soviética
y lo que pasaba allí con los cambios impulsados por Gorbachov. Arnaldo y
Mendoza hablaban con conocimiento de causa, habían estudiado allí, uno
en la escuela del Konsomol y el otro en una academia militar.
Yo hacía un poco de abogado del diablo, y
preguntaba por los que entonces -finales de 1988- parecían difíciles
problemas a resolver por el Secretario General del PCUS. Así fue como
Arnaldo y Zayas terminaron en las antípodas, uno como admirador y el
otro como detractor del último presidente de la Unión Soviética,
mientras Mendoza asentía a uno y a otro y yo jugaba a fastidiar a
Arnaldo. Fue entonces cuando Zayas dio un golpe maestro: “Chico, yo no
sé, pero yo oigo todas las noches la BBC y ellos, que hablan mal de Cuba y Fidel, sólo tienen elogios para Gorbachov” al tiempo que el sonido de un morterazo de la UNITA hizo cambiar el tema.
No le dije nada a Zayas cuando me pitó
desde la cabina de su camión de volteo y se detuvo para darme un abrazo
que casi me sacó los pulmones, pero todo el tiempo de nuestra
conversación tuve aquella noche en la memoria. Venía yo de leer el
testimonio admirado de un compañero por la cobertura que hace un
periodista de la BBC sobre Cuba y luego sorprenderme con cómo el mismo corresponsal lanzó al mundo la más reciente maniobra mediática contra la Isla para callar más tarde cuando esta se desinfló sin remedio.
Ya no existen la URSS ni La Tropical, Gorbachov tiene popularidad cero en la Rusia de hoy y la BBC
no ha cambiado mucho su posición ideológica a pesar de que tal vez la
Internet le ha regalado seguidores menos suspicaces entre nosotros que
el mulato del Destacamento uno, aunque eso que en la BBC y otros medios llaman “el cubano de a pie” a mi me sigue pareciendo más cerca de Zayas que de Arnaldo.
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