Borrador de un corresponsal
Una opinión sobre las declaraciones de Su Santidad.
Por Manuel Alberto Ramy
Progreso Semanal
Marzo 25 de 2012
El
marxismo, que no es más que un instrumento de análisis de la sociedad,
fue condenado por la iglesia católica hace más de un siglo. Incluso la
encíclica papal de León XIII, Rerum novarum (1891) puede asumirse como
una respuesta, la primera por parte del papado, a dicha ideología ya en
ciernes. Las diferencias ideológicas entre la doctrina católica y el
marxismo, como teoría, son de vieja data.
La
novedad, a la que me convocan varios lectores y amigos que me han
pedido opinión, radica en las recientes declaraciones de Su Santidad
Benedicto XVI con relación a su viaje a Cuba. En el avión papal viajaba
la excelente periodista y vaticanista Paloma Gómez Borrero quien con una
pregunta certera, y a partir de la respuesta de Su Santidad, desató
algún que otro titular un tanto forzado.
En
un momento de su respuesta (la entrevista está publicada en Progreso
Semanal pero la reproduciré al final de estas notas), Su Santidad dice “Hoy es evidente que la ideología marxista, tal como fue concebida, ya no responde a la realidad. De esta forma ya no puede responder a la construcción de una nueva sociedad. ”
Benedicto
XVI, además de haber sido el guardián de la fe durante el papado de
Juan Pablo II, es un intelectual, teólogo y filósofo, que ha publicado
una veintena de libros. Sabe del pensamiento desde su ideología y
también del uso de las palabras precisas para expresarse.
La concepción “ya no responde a la realidad” –el ya deja abierta la interrogante de que pudo en algún momento responder a ella—y prosigue diciendo de “esta forma” está invalidada para la “construcción de una nueva sociedad”. “Esta
forma”, pienso se refiere a la praxis del marxismo aplicado, que en
buena medida implosionó en las exrepúblicas del campo socialista, las
del llamado socialismo real.
Si
estoy en los cierto no estamos ante una obligada reiteración de
posiciones en el campo de las ideas, sino a la luz de lo vivido.
Sucede
que Su Santidad viene a Cuba cuando nuestro país vive un momento
crucial de su historia llamado de Actualización, que además de
reformas del sistema socioeconómico vigente desde hace medio siglo,
está tratando de borrar viejos esquemas de las praxis marxistas copiadas
de la URSS. El papa que nos vista ahora no es el mismo
papa que nos visitó hace 14 años. Pero tampoco llega a la misma Cuba,
particular que conoce. Él arribará a una sociedad y a un país que vive
un proceso tendiente a cambios sociales y económicos.
“En
este proceso, que requiere paciencia, pero también la decisión,
queremos ayudar en un espíritu de diálogo, para evitar traumas y para
ayudar a lograr una sociedad fraterna y justa, con - para todo el
pueblo, y queremos colaborar en este sentido”.
“Con
esta visita se ha inaugurado una vía de colaboración y de diálogo
constructivo, un camino que es largo y que exige paciencia, pero que va
hacia adelante”, respondió el papa a la periodista
Estas palabras no significan solamente disposición hacia nuestro gobierno, entrañan un apoyo
a la apuesta que por esa opción ha hecho la jerarquía católica cubana.
Por esta decisión, la jerarquía cubana viene sufriendo los embates y
presiones de poderosas fuerzas externas, principalmente de las
administraciones de Washington. Dichas administraciones no concuerdan
con las aspiraciones de realizar reformas conducentes a un nuevo modelo
de convivencia interna capaz de excluir su dominio o en el que no
prevalezca la adoración por el dinero, algo que en otro contexto
mencionó el papa y sobre el que desearía fuese más contundente. (El
marxismo fue una respuesta al entonces capitalismo emergente, hoy
globalizado).
Dejando de lado a Washington, opino que uno de los posibles objetivos de los recientes hechos
ocurrido en varias iglesias --además del clarísimo de poner en crisis
las relaciones entre la el estado y la iglesia--, pudiera ser el de
alterar el consenso existente dentro de la jerarquía nacional y
voltearla hacia la confrontación.
“Es
obvio que la Iglesia está siempre en el lado de la libertad: la
libertad de conciencia, la libertad de religión. En este sentido
[INAUDIBLE] contribuyen también los simples fieles en este camino hacia adelante”, dijo el papa.
Con
delicadeza no puedo pasar por alto y lamentar que Su Santidad haya
llamado “simples fieles” a quienes son la iglesia, esta no es más que la
comunión de los fieles, los millones a escala mundial que comparten y
practican la fe y las predicas del hijo de Dios y putativo del
carpintero José y de María, la Virgen. Sin los simples fieles no habría
iglesia, solo esqueleto institucional.
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