miércoles, 19 de octubre de 2016

Libertad para Ana Belén Montes (Carta de Vicente Feliú a Obama)

La Habana, Cuba. 16 de octubre de 2016.

Señor Barack Hussein Obama, Presidente de los Estados Unidos de América.

Ante todo, mis respetos.

Es la segunda ocasión que decido escribirle en este año, durante el cual pese a las presiones que sabemos ha recibido y recibe por atreverse a restablecer las relaciones con mi país ha decidido Usted personalmente dar pasos importantes, asunto que no ha pasado por alto la comunidad internacional y muchas personas en nuestros dos países, y los buenos cubanos lo recordaremos. 

En la misiva anterior le decía que entre los Estados Unidos de América y Cuba, teníamos tanto grandes diferencias como semejanzas con antiguas y profundas raíces desde sus propios orígenes como naciones, causas reales que siguen saltando a la vista y por las cuales cada país ha intentado siempre conocer de los planes del otro, por un problema elemental de seguridad.

Incuestionablemente uno de los hechos más indelebles de su gestión en la administración estadounidense será la de haber restablecido relaciones con Cuba, visitarla y compartir con nuestro pueblo, en plenas funciones de su mandato. Para unos, con la intención de anexarla a la bandera de las estrellas; para otros, como un gesto elemental de lógica vecindad. De cualquier ángulo que se le mire es un acto de valentía, yo diría además que de coherencia política. En aquella visita expresó Usted públicamente dos conceptos fundamentales: que no somos una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos y que podemos asumir una vecindad coherente, colaboradora y participativa en muchos aspectos comunes, y convivir con los desacuerdos, reforzando el deshielo que ambos pueblos sin dudas desean y aplauden.

En mi carta del 12 de mayo le hablaba de Ana Belén Montes, ex agente de la DIA, que pensó y actuó de acuerdo a su conciencia sin mediar chantaje, remuneraciones económicas ni implicaciones para la seguridad nacional de los Estados Unidos, encarcelada desde hace 15 años, y le comentaba un fragmento de su alegato de defensa:
“Mi mayor deseo sería ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.

“Hoy vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio –por individuos o gobiernos- lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba, como cualquier otra nación, quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio.” 

Esas palabras de Ana Belén Montes tienen gran y hermosa coincidencia con las suyas al finalizar su discurso en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso el pasado 22 de marzo de 2016: “La historia de Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y ahora reconciliación. Ha llegado el momento de que dejemos atrás el pasado. Ha llegado el momento de que juntos miremos hacia el futuro –un futuro de esperanza.

Y no será fácil, y habrá reveses. Tomará tiempo. Pero mi visita aquí a Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que hará el pueblo cubano. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia – juntos. Sí se puede. Muchas gracias.”
F
Hoy Ana Belén enfrenta además el diagnóstico de un cáncer de mama cuyo alcance aun se desconoce. Pronto le harán una mastectomía y se someterá a un tratamiento de quimioterapia. Con su sensibilidad podrá Usted imaginarse el desafío tan crudo que enfrenta Ana, sobrevivir a una situación tan penosa en medio de un ambiente hostil y separada de quienes la aman.

Estoy convencido de que ninguna de las dos personas que pugnan para sucederle en la Presidencia intentará continuar los mejores logros de su gestión, mucho menos tener en cuenta a una persona capaz de haber puesto su vida en función de los demás, porque para ello hay que conocer el amor. 

Está Usted en los finales de su mandato y la memoria de su gestión presidencial llevará irremediablemente el nombre de Cuba. Éste es su momento, Señor Presidente. Por eso no albergo dudas en pedirle, de todo corazón y modestamente, que indulte a Ana Belén Montes, de manera que pueda estar con quienes la quieren en los momentos difíciles que le quedan por vivir. Por la justicia que ello significa, hará Usted felices a muchas personas en Estados Unidos, Cuba y el mundo.

Le ruego que piense en Ana, y obre de acuerdo a su corazón.

Quedo con un saludo.

Vicente Feliú Miranda.
Trovador Cubano

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