La Habana, Cuba. 16 de octubre de 2016.
Señor Barack Hussein Obama, Presidente de los Estados Unidos de América.
Ante todo, mis respetos.
Es la segunda ocasión que decido escribirle en este año, durante el cual pese a las presiones que sabemos ha recibido y recibe por atreverse a restablecer las relaciones con mi país ha decidido Usted personalmente dar pasos importantes, asunto que no ha pasado por alto la comunidad internacional y muchas personas en nuestros dos países, y los buenos cubanos lo recordaremos.
Señor Barack Hussein Obama, Presidente de los Estados Unidos de América.
Ante todo, mis respetos.
Es la segunda ocasión que decido escribirle en este año, durante el cual pese a las presiones que sabemos ha recibido y recibe por atreverse a restablecer las relaciones con mi país ha decidido Usted personalmente dar pasos importantes, asunto que no ha pasado por alto la comunidad internacional y muchas personas en nuestros dos países, y los buenos cubanos lo recordaremos.
En la misiva anterior le decía que entre los Estados Unidos de América y Cuba, teníamos tanto grandes diferencias como semejanzas con antiguas y profundas raíces desde sus propios orígenes como naciones, causas reales que siguen saltando a la vista y por las cuales cada país ha intentado siempre conocer de los planes del otro, por un problema elemental de seguridad.
Incuestionablemente uno de los hechos más indelebles de su gestión en la administración estadounidense será la de haber restablecido relaciones con Cuba, visitarla y compartir con nuestro pueblo, en plenas funciones de su mandato. Para unos, con la intención de anexarla a la bandera de las estrellas; para otros, como un gesto elemental de lógica vecindad. De cualquier ángulo que se le mire es un acto de valentía, yo diría además que de coherencia política. En aquella visita expresó Usted públicamente dos conceptos fundamentales: que no somos una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos y que podemos asumir una vecindad coherente, colaboradora y participativa en muchos aspectos comunes, y convivir con los desacuerdos, reforzando el deshielo que ambos pueblos sin dudas desean y aplauden.