viernes, 5 de octubre de 2012

Los Cinco: Son más de 14 años de injusticia

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Por Saul  Landau
Progreso Semanal

Cinco cubanos que combatían al terrorismo en el sur de la Florida han  cumplido catorce años de prisión, más que suficiente para que el público  norteamericano sepa por sus medios de información acerca de la horrible  injusticia que el gobierno de EE.UU. ha hecho a estos hombres. Pero los medios  apenas han mencionado la grotesca trampa para incriminar a Gerardo Hernández,  Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y René González, los Cinco  de Cuba, como les llaman. Estos cinco agentes de la Inteligencia cubana  vinieron voluntariamente en la década de 1990 para infiltrarse en grupos  violentos de exiliados cubanos con sede en Miami que habían orquestado  sabotajes con bombas en lugares turísticos de Cuba (hoteles, restaurantes,  clubes y bares, y hasta en el aeropuerto de La Habana, adonde llegan  vacacionistas de Canadá y Europa). Al atemorizar a los extranjeros con la  violencia, esperaban intimidar a los turistas para que no viajaran a Cuba, y de  esa manera dañar la economía cubana.

Los jefes de la Inteligencia cubana enviaron agentes al sur de la Florida  porque el FBI no había hecho nada para impedir los sabotajes o al menos  disuadir a los conspiradores del exilio de que continuaran su guerra terrorista  contra Cuba; de manera que la misión de los agentes era descubrir los planes y  alertar a La Habana para que la policía de la localidad pudiera frustrar la  violencia. La Habana recicló la información de los agentes y la entregó al FBI.  En algunas ocasiones, gracias a la información de esos hombres, el Buró  descubrió alijos de explosivos y armamento destinados a hacer daño en Cuba.  Pero el Buró no molestó a los terroristas. En su lugar, en septiembre de 1998,  agentes del FBI detuvieron a los agentes cubanos y el Departamento de Justicia  los acusó de conspiración para realizar espionaje y, a uno de ellos, de  asesinato. La última acusación se refería a una historia ideada por la fiscalía  de que Gerardo Hernández, el controlador de la red de agentes, había comunicado  a La Habana la fecha y hora del vuelo que planeaban José Basulto y Hermanos al  Rescate para el 24 de febrero de 1996, y que posiblemente iban a lanzar armas  sobre Cuba. Las autoridades cubanas de aviación advirtieron a los tres pequeños  aviones que no entraran al espacio aéreo cubano, pero los pilotos ignoraron la  advertencia y los MIGs cubanos derribaron a dos de los aviones, matando tanto a  los pilotos como a los copilotos. El aparato que llevaba a Basulto regresó  ileso a Miami.

El gobierno norteamericano aseguró que los MIGs lanzaron sus cohetes en el  espacio aéreo internacional, no en el cubano. Cuba mantuvo que el derribo  ocurrió en su espacio aéreo. La NSA se negó a entregar al tribunal sus fotos  satelitales al aducir  razones de  “seguridad nacional”. El jurado nunca tuvo en cuenta los hechos, ni aplicó la  lógica y la razón.

La acusación de asesinato a Gerardo Hernández no tenía base en los hechos,  ya que el propio Basulto había anunciado en público su plan de volar ese día, y  un funcionario de la Casa Blanca también contó el plan de Basulto a varias  personas, incluyendo a periodistas. Un   intimidado jurado de Miami consideró culpables a los agentes cubanos en  tiempo récord.

Los miembros del jurado de Miami, cuya identidad había averiguado la extremista  comunidad del exilio, comprendió que un fallo de no culpabilidad podría  traerles graves consecuencias. Las tácticas de intimidación usadas por los  pandilleros derechistas del exilio (la mayoría ha visto Los Soprano y  entienden) se hizo legendaria. La jueza se enfrentó al mismo ambiente de la  comunidad, con cientos de miles de exiliados furiosos aún con el gobierno de  EE.UU. por haber devuelto a su padre a Elián González, el niño de 6 años,  siguiendo todas las leyes conocidas, en vez de dejar al niño en Miami con su  tío abuelo y primos. La madre de Elián y el novio de ella se habían ahogado al  hundirse el bote que navegaba hacia Miami. El niño, sujeto a una cámara de  automóvil, fue rescatado. Legalmente, el padre tenía todo el derecho a reclamar  a su hijo, pero un sustancial sector de la comunidad del exilio en Miami  consideró el regreso del niño a Cuba como una “capitulación” ante Castro.

El juicio de los cinco tuvo lugar poco después del asunto de Elián  González. La jueza, Joan Lenard, casi siempre estuvo de acuerdo con las  mociones de la fiscalía y limitó el alcance de la defensa. Después del  veredicto de culpabilidad por espionaje y asesinato, sus sentencias fueron  draconianas, incluyendo dos condenas consecutivas a cadena perpetua, más quince  años a Gerardo Hernández.

Han pasado catorce años desde la detención de los cinco, los cuales han  cumplido amargos años en prisiones federales por ayudar a luchar contra el  terrorismo en el sur de la Florida.

Además del juicio amañado celebrado en Miami, el gobierno norteamericano ha  tratado  con crueldad a los cinco agentes  cubanos al negarles visa a dos de las esposas y ponerlos rutinariamente en  confinamiento solitario, a pesar de haberse ellos comportado como reclusos  modelos.

Ramón Labañino, en una prisión de Georgia, solo recibe visitas anuales de  su esposa, Elizabeth Palmeiro, debido a límites impuestos por Estados Unidos. A  Ramón se le redujo la sentencia, pero cuando su esposa supo que el FBI lo había  arrestado en 1998 su vida familiar fue destrozada, así como la de la familia de  los otros cuatro.

Los medios han ignorado durante más de una década esta injusticia. Han  ignorado hasta la historia humana acerca de la negativa de EE.UU. a conceder  visas de manera que dos de las cinco esposas puedan visitar a sus esposos.

Los abogados de los Cinco han presentado una nueva moción en la que ofrecen  nueva evidencia demostrando que el gobierno de EE.UU. pagó a miembros de los  medios para que produjeran artículos negativos acerca de Cuba y de los  acusados, antes y durante el juicio, para crear una atmósfera anticubana que  los miembros del jurado absorberían. Tan solo ese hecho justificaría la  anulación del veredicto de culpabilidad.

Amnistía Internacional hizo varios importantes  planteamientos acerca del caso de los Cinco:

El presidente del Jurado  dijo que el jurado creía la evidencia de EE.UU., en vez de la cubana,  acerca del lugar donde fueron derribados los aviones. Eso era irrelevante.       Porque Gerardo no pudo haber sabido lo que iba a suceder, incluso si le hubiera entregado a Cuba los datos acerca de los vuelos el 24 de febrero. ¿Cómo podría conocer un agente de inteligencia de nivel medio que los líderes cubanos habían decidido derribar los aviones?

Ramón, Antonio y Gerardo  fueron sentenciados por conspiración para cometer espionaje, pero el  gobierno reconoció ante el jurado que no tenía evidencia y que los  acusados no hicieron esfuerzo alguno para obtener material relacionado con una acusación de espionaje. Para un jurado de Miami el hecho de que agentes cubanos estuvieran en Miami era suficiente para dictar un veredicto de culpabilidad.

Amnistía también condenó los resultados del juicio porque el gobierno de EE.UU. tiene material relacionado con el espionaje cubano y el gobierno norteamericano sabe que       los Cinco no habían cometido ese delito, y se negaron a entregar esa  información a la defensa de manera que el jurado pudiera conocerla.

Finalmente, una tormenta perfecta de prejuicios existía en Miami. El jurado  comprendió que tenía buenas razones para sentirse atemorizado si votaba a favor  de la inocencia de los acusados.

Los medios deben reportar esta horrorosa injusticia. Los lectores deben  escribir al presidente Obama con un claro mensaje: LIBEREN YA A LOS CINCO.

El filme de  Saul Landau, Por favor,  que el verdadero terrorista se ponga de pie, y su  documental Fidel, están disponibles en DVD  por medio de cinemalibrestore.com.

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