jueves, 1 de diciembre de 2011

Intercambio… ¿cultural?

Por Tony Pinelli
Tomado de Cubarte

Intercambio… ¿cultural?A pesar de las enormes diferencias políticas entre los gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica y la República Socialista de Cuba hace más de 50 años, por esa enorme nación ha desfilado una nutrida cantidad de artistas cubanos, permitiéndole al público norteamericano y a la colonia cubana residente, disfrutar de distintos espectáculos artísticos entre los que destacan las manifestaciones musicales, pues la música es una de las expresiones artísticas cubanas que más presencia ha tenido en el poderoso vecino norteño.
La rabia y agresividad de algunos gobiernos norteamericanos ha llegado a cortar el siempre modesto intercambio artístico, pero desde la ascensión al poder del presidente Barack Obama se ha incrementado de notable manera y hoy puede decirse que es moda el ir a trabajar a los Estados Unidos en concepto de intercambio cultural, pero en esta ocasión existe una novedad: el escenario más concurrido –a diferencia de ocasiones anteriores– es Miami.
Miami, para muchos de los cubanos que vivimos en la Isla es la capital del odio, donde existen personajes fascistoides capaces de romper discos con mandarrias y gritar improperios a artistas que van a brindar talento, no a insultar a nadie. Donde pululan los “camajanes” que se han hecho inmensamente ricos a costa de las asignaciones del Imperio para atacar a Cuba; donde apoyan y justifican el bloqueo; donde un grupo, en la mayoría octogenarios, “tumba” a Fidel (ahora a Raúl) día a día, desde una mesa del restaurante “Versailles”; donde hay personas que tratan a un esbirro despreciable como Posada Carriles, como si fuera un héroe y justifican cualquier barbaridad contra ciudadanos de su propio país, siempre que sea en contra del gobierno cubano.
Eso es cierto, toda esa fauna subsiste y aún se incrementa con algunos pocos jóvenes –como boxeadores ávidos- deseosos de llegar a ostentar el título de Campeón del Odio en alguna división que le sirva para escalar posiciones políticas.
Pero hay otro Miami, el de miles de cubanos que no simpatizan con el socialismo, es cierto, pero su interés primordial no radica en la política, sino en salir adelante en un ambiente que les brinda más posibilidades económicas que la que puede ofrecerles su terruño, no importa por qué razones. O sea, son emigrantes como los millones de seres que emigraron dejando su tierra para ir a probar suerte a otras partes del mundo, aunque la pasión y la intolerancia con que los cubanos de aquí hacemos las cosas, los hayan puesto de frente, muchas veces sin ninguna necesidad.
Este Miami crece y aunque sean “desafectos al régimen” no son desafectos a Cuba y para los miles y miles de cubanos que tienen en la sala de su casa un cuadro del Morro, una bandera cubana, una colección de música que se oye a menudo y la conexión necesaria para ver allí, nada menos que en la tierra del Dish y Direct TV, los canales de la televisión cubana, una manifestación cultural que venga de la Isla, equivale a un pedazo de cielo, a pesar de los ridículos carcamales rompe-discos y los vociferantes políticos que justifican las siempre bienvenidas dádivas, ($) arremetiendo contra una orquesta como si fuera una compañía de comandos de Tropas Especiales.
Creo que el problema se torna fácil si se comparan cantidades. Solo contar los que se manifiestan a favor del insulto y la agresividad y compararlos con los que van a disfrutar con la orquesta que aprendieron a amar en su niñez, o su juventud, o aún en un pasado cercano, pues vale la pena el sacrificio de distraer algunos fondos en la pelea por conseguir casa, comida, transporte y ropa limpia que atraviesan la enorme mayoría de los que viven de un salario modesto en un ambiente duro y difícil, donde todo es dinero y aún así, no olvidan a la familia en Cuba a la que siempre le viene bien una “ayudita” por modesta que sea.
Hay opiniones encontradas, pero la más común es que el intercambio cultural constituye una excelente forma de acercamiento entre los cubanos de allá y de aquí y muchas personas que –pudiera decirse- militan en ambos bandos, así lo comprenden y colaboran para fortalecer esta situación, que muchos predicen que termine cuando los demócratas pierdan en las próximas elecciones, aunque todavía no hay nada decidido.
Todo lo que sea un acercamiento que favorezca al diálogo y atente contra los tabúes impuestos y la leyenda de irreconciliables que se ha levantado entre cubanos como un muro, es conveniente, porque demostrado está que el aislamiento no es el camino que nos puede acercar más a un futuro feliz, o por lo menos estable y podamos ver a nuestros emigrantes igual o mejor que España hoy día, otrora estandarte del odio en una triste época que lograron superar.
Pero a pesar de lo beneficioso que resulta la visita de nuestros artistas a EE.UU. y Miami en particular, es menester aclarar algunos puntos que resultan interesantes.
Es cierto que existe una nutrida cantidad de artistas de origen cubano en los Estados Unidos, muchos que no han tomado una posición antagónica y otros sí, pero existen, están allí, algunos con éxito innegable, gracias a su talento, porque se hace difícil imponerse en otro país que no es el suyo.
Miami tiene características especiales, porque la comunidad predominante es la cubana e incluso, la presencia cubana en las cadenas de mando de las grandes emisoras de radio y TV también es cierta, pero se hace harto difícil escuchar música cubana en la radio, a excepción de programas como “Aquí está Álvarez Guedes” o el de los Fonomemecos, y algún otro por ahí, pero la música nuestra, es decir, de los grupos cubanos de allí, la música tradicional con grandes figuras del pasado o la amplia producción de aquí, nunca es mayoritaria sino más bien escasa.
Hay quien tiene la costumbre de comparar a Miami con La Habana, quizás porque allí se radicaron de forma principal los cubanos, que llegaron de un país en revolución social y trajeron consigo el know how y la experiencia capitalista, pero es muy distinto. Miami es un balneario, una ciudad turística que sí, pertenece al país de mayor nivel de vida del mundo, pero no cuenta entre sus grandes ciudades. Es como Varadero para nosotros, importante en cierto grado, pero no aplastante.
Miami reúne otras etnias, donde destacan mexicanos, puertorriqueños, colombianos, hebreos, rusos, centroamericanos, españoles, argentinos, en fin, de casi todo el mundo, así que a la hora de hablar de gustos musicales no es fácil definir una mayoría, por lo variado de su población. Sí es cierto que existe un estándar hispano, dominado por los grandes medios de difusión latinos, sobre todo Univisión, que está directamente asociada a los grandes espectáculos, desde los “Grammys” hasta “Lo Nuestro” y que son los de mayor capital para manejar las presentaciones del grupo de artistas que más popularidad poseen en determinado momento y donde –a no ser una rara excepción– no aparece ningún cubano.
Además, hay que contar, que es una ciudad que por su importancia turística presenta en sus teatros y lugares afines que tengan las condiciones necesarias, espectáculos musicales con figuras de talla mundial, desde Beyonce Knowles, hasta el Circo del Sol, de manera habitual, además de aquellos artistas latinos que han logrado el anhelado “crossover” favorecidos por la maquinaria publicitaria de las grandes compañías mediáticas.
No obstante, existen programas de TV (T-N-3, Alexis Valdés) donde la presencia cubana es decisiva que naturalmente promueven, entre otros, a artistas cubanos de “allá” y donde no faltan los de “aquí” que van de gira. Y así orquestas, grupos y solistas logran concentrar un público mayoritariamente cubano en lugares que ya son tradicionales en la noche miamera, lo cual puede ser catalogado como muy bueno que suceda, pero estamos hablando de lugares de consumo, no de significativa valoración cultural.
O sea, el segmento de mercado de los artistas cubanos (los que viven allá y los que van de visita) es en más de un 95% de cubanos que residen en Miami y pudiera haber alguno que otro representante de otras nacionalidades, no porque no puedan gustar nuestros artistas o nuestra música, sino porque no tienen acceso a la gran difusión.
Allí lo que importa es el rating en los programas radiales o televisivos y la combinación puerta-consumo en los lugares en vivo, no la cultura, que no se engañe nadie, aunque puedan existir honrosas excepciones, por tanto la idea de un verdadero intercambio cultural, con conferencias en la universidad y análisis de los géneros que se interpretan, conferencias ilustradas y exposiciones, o sea todas esas cosas que uno se imagina que caben en el término establecido de “Intercambio Cultural”, se cumplen en alrededor de un 15% de las actividades que se celebran allá. Lo habitual, es que un empresario venda un espectáculo, sacando sponsors de varios lugares para pasajes y hospedaje, le dé un dinerito de dieta y algo más a los artistas –muy por debajo del precio de concurrencia habitual para los lugares de presentación– y se embolse una mayor cantidad que si movieran a grupos cubanos o de otras nacionalidades de allí, conocedores de los precios de concurrencia.
No todo lo que brilla es oro y una cosa es el intercambio cultural, donde se entiende perfectamente que se hagan actividades que remuneren la inversión de llevar un grupo de personas, publicidad, dietas etc. Y otra es el “oportunismo cultural” de algunos empresarios que se aprovechan de la situación para ganar dinero con los artistas de aquí.
Por supuesto que es al propio artista a quien corresponde decir que sí o que no a una propuesta determinada, aunque no se puede perder de vista que el viajar a actuar a los Estados Unidos constituye una especie de aval, de status que la mayoría de nuestros artistas entienden conveniente.
Pero creo que comentarios como este que ilustren la otra cara de la luna son útiles a fin de brindar mayor información, porque ya está pasando que la presencia de artistas cubanos deja de ser novedad y se ha dado el caso de salones casi vacíos y eso no nos conviene. Los contactos culturales con los Estados Unidos son necesarios y hay que luchar por tener conexiones con organismos serios con los que se puedan cumplir un intercambio verdadero de nuestras culturas, que es una forma idónea de acercarnos. Lo demás depende del artista, como corresponde a un profesional que tiene por fuerza que conocer el campo en que se mueve.
Con respecto a la comunidad cubana, uno de los temas principales es el de los artistas que se han desarrollado allí, o que se han ido de Cuba ya con una carrera hecha, vengan a actuar acá y aunque está claro que el llamado intercambio está concebido entre dos países, no entre un país y una comunidad de su etnia en el exterior, disidente de su discurso oficial, sería bueno buscar una solución inteligente a esta situación y que pudiera organizarse algunos espectáculos al respecto, con motivo de alguna de las reuniones entre la nación y la emigración o un evento similar.
Podría ser un paso de acercamiento no exento de riesgos, pero que yo sepa, aquí jamás se le ha temido a los riesgos para otras cosas más importantes. Las guerras ideológicas y/o militares, no se ganan ni se pierden con canciones.
La cuenta final, es positiva y a pesar de defectos, es innegable una vía para el acercamiento entre las dos naciones, por lo tanto, debemos incrementar ese intercambio y mejorarlo cada vez más; si nos viene encima una etapa de agresividad con el posible cambio de gobierno, ya sabremos sortearla como tantas otras veces, pero la cultura en cualquiera de sus expresiones es un medio aglutinador de los seres humanos mediante el instrumento más sublime: la belleza, por tanto es un medio válido y eficaz para seguir adelante.

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