En el blog Segunda Cita
Viendo la proliferación de las memorias, me he preguntado cómo
escribir un libro que probara la utilidad de lo menos interesante de una
vida. Ninguna existencia es lo suficientemente atractiva como para
contarla toda. Probablemente ni la de Picasso o la de Hydn, hombres que
trabajaron y consiguieron tanto. Es que hay zonas muertas en cada vida.
Por ejemplo, esas en las que nos podemos encontrar a Einstein durmiendo
una siesta o a José Martí esperando la llegada de un tren, o a Mozart en
el traqueteo de un carruaje que marcha de Salsburgo a París.
Claro, si pudiéramos penetrar en las mentes de esos hombres sería
otra cosa, porque en cuántos vericuetos nos internamos cuando
transcurren esos segundos, minutos y horas aparentemente
intrascendentes, sal de la cotidianidad y la creación. Esos instantes
sin memoria, esas horas ciegas de todas las biografías, en no pocas
ocasiones deben haber sido decisivas para la gloria de algunos
personajes históricos.
¿No creen?
"Mi país es pobre, mi piel mejunje, mi gobierno proscrito, mis huestes utópicas." Silvio Rodríguez
jueves, 1 de diciembre de 2011
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