Son las 3:35 a.m. y siento que debo escribir esto. No sé si es por el dolor de muela que me acompaña desde hace días, lo que me mantiene en un estado de semi-vigilia, y por eso todo está tan claro en mi mente. Me reconforta poder verlo todo aún tan nítido. Sabemos que los sueños son una acumulación de anhelos, sensaciones, experiencias y vivencias, que pueden ser reales o no, y que, al igual que la Inteligencia Artificial, los une en un mismo espacio para crear algo nuevo.
Lo cierto es que anoche soñé con Fidel, el de siempre, con su ímpetu y apasionamiento. Era el Fidel anciano, ya retirado de sus responsabilidades como jefe de Estado. Se acercó a nosotros, un grupo que estábamos allí por casualidad. Se sentó y comenzó a hablar, mientras su guardaespaldas lo filmaba con un celular. Al terminar, nos dijo que aquello saldría pronto y sería importante. Se levantó y comenzó a caminar; su guardaespaldas, en uniforme verdeolivo, iba delante y nosotros detrás, así lo acompañamos un trecho, haciendo comentarios sobre el acontecimiento. Entonces, comenzó una especie de audiovisual holográfico, donde aparecían imágenes de Fidel y las palabras principales brillaban a medida que las iba pronunciando. Era una nueva batalla contra la manipulación, el silencio, las ambigüedades y la hipocresía de la ONU y los centros de poder en el mundo. El mensaje era transmitido con su característica mordacidad (recuerdo que decía que la ONU era cobarde, como cucarachas, y que no se ponía bien los pantalones ante lo que estaba ocurriendo).
Después, el sueño cambió de escenario, aunque todavía no sé cómo conectar ambos episodios, aunque siento que debe haber alguna relación. Las nuevas imágenes mostraban una película internacional, con un paisaje montañoso que parecía de Italia o Francia. El argumento giraba en torno a las reflexiones de un filósofo, y tengo la impresión de que mencionaron a Nietzsche1. La película trataba de los traumas que sufren las personas y los pueblos tras procesos catastróficos, como guerras y crisis económicas.2Dos jóvenes caminaban por el campo. La muchacha llevaba un vestido de flores y un sombrero; al fondo se veían unas montañas. Se adelantó unos pasos, se giró y le dijo al joven que la acompañaba: “Después de la guerra, todos esperábamos que la realidad volviera a ser como antes, y sufrimos mucho, hasta que nos dimos cuenta de que nada volvería a ser como antes. Porque el momento actual es el resultado de una transformación y todo cambia, como dijo el filósofo tal (no recuerdo que mencionara algún nombre)3. El presente siempre lleva algo del pasado y algo nuevo que se va forjando, pero nunca podrá volver a ser como el pasado.”
Y ahí desperté.
Johanngeorgenstadt, 24 de Agosto de 2024 (4:30 am)
Conmocionado por este sueño, e intentando hacerle un análisis freudiano, encontré otras ideas interesantes del filósofo Martin Heidegger acerca del tiempo, el pasado, el presente y el futuro, que quiero compartirles brevemente:
“Heidegger desarrolla una comprensión más profunda del tiempo en su obra Ser y tiempo (Sein und Zeit). Para él, el ser humano es un "ser en el tiempo" (Dasein), lo que significa que estamos constantemente proyectados hacia el futuro, arraigados en el pasado y viviendo en el presente. Aunque Heidegger no se enfoca directamente en la idea de que "todo se transforma", como lo hacen Heráclito o Nietzsche, su concepto del tiempo como una estructura existencial implica que el pasado nunca vuelve exactamente de la misma manera, ya que la existencia está siempre en movimiento y orientada hacia el futuro.
Heidegger también se interesa en la temporalidad del ser, destacando que el pasado no es simplemente un momento que se ha ido, sino algo que sigue influyendo en nuestro presente y futuro de manera no estática. Así, aunque el pasado nunca vuelve de manera idéntica, está presente en nuestra existencia de forma transformada”.
1Apenas unos días antes, habíamos visitado la ciudad de Naumburgo, en Sajonia-Anhalt, y casualmente hablamos sobre la relación de esta ciudad con Nietzsche. Allí vivió gran parte de su infancia y también poco antes de su muerte, acompañado de su madre y su hermana, cuando ya padecía serios problemas psíquicos.
2Nietzsche plantea el concepto del eterno retorno como una idea filosófica que nos invita a aceptar todos los aspectos de la vida, incluidos el sufrimiento y los eventos catastróficos, de manera afirmativa. Frente a los traumas causados por guerras o crisis, la propuesta nietzscheana sería asumir esas experiencias como inevitables y esenciales para el devenir de la existencia.
3Supongo que se refería a Heráclito de Éfeso, famoso por su afirmación "todo fluye" (en griego, πάντα ῥεῖ), lo que implica que todo está en constante cambio y transformación. Heráclito utilizaba la metáfora del río para ilustrar esta idea, afirmando que "nadie se baña dos veces en el mismo río", ya que el agua fluye y cambia de manera continua.
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