miércoles, 9 de octubre de 2024

El Hombre Nuevo: De la Antigüedad a Che Guevara, una Evolución del Ideal Humano


 La idea del “hombre nuevo” ha sido un concepto recurrente en la historia, adoptando múltiples formas a lo largo de los siglos. Desde los ideales clásicos de la Antigüedad, pasando por la renovación humanista del Renacimiento, hasta las visiones revolucionarias de Ernesto "Che" Guevara, este concepto ha reflejado la aspiración humana por una transformación profunda, ya sea a nivel espiritual, cultural, social o político. En este artículo, exploraremos la evolución del “hombre nuevo” a través de estos períodos claves.

El Hombre Nuevo en la Antigüedad

En la Antigüedad, aunque no se hablaba explícitamente de un "hombre nuevo", varios sistemas filosóficos y religiosos buscaban una transformación del ser humano. El pensamiento griego, por ejemplo, centraba el desarrollo humano en la búsqueda de la virtud y el conocimiento. Para Platón, el ser humano debía trascender el mundo sensible y alcanzar el mundo de las Ideas, donde se encuentra el Bien supremo. En su obra "La República", Platón concibe una estructura de ciudad-Estado ideal donde los ciudadanos, especialmente los filósofos, logran la verdadera sabiduría y justicia. Este ideal se reflejaba en la idea de un ser humano transformado, capaz de regir sus pasiones mediante la razón.

El estoicismo, representado por pensadores como Séneca y Epicteto, también ofrecía una visión del “hombre nuevo” que busca la virtud y la armonía con el orden natural. Para los estoicos, el ser humano debe aprender a dominar sus emociones y actuar conforme a la razón y el destino, acercándose así a un ideal de sabiduría y libertad interior. Esta transformación era alcanzada mediante un proceso de introspección y disciplina personal, con la finalidad de vivir de acuerdo con la naturaleza y el cosmos.

Pablo de Tarso: El Hombre Nuevo en Cristo

El apóstol Pablo, en el siglo I d.C., fue una de las primeras figuras en desarrollar el concepto del “hombre nuevo” en un contexto cristiano. Para Pablo, la humanidad estaba corrompida por el pecado, y solo a través de la fe en Jesucristo era posible una transformación radical. En varios de sus escritos, como en Efesios 4:22-24 y Colosenses 3:9-10, Pablo insta a los creyentes a "despojarse del viejo hombre" y "revestirse del nuevo hombre". Esta renovación no era simplemente un cambio de comportamiento, sino una metamorfosis espiritual completa. El “hombre nuevo” debía vivir en santidad, en justicia, y reflejar la imagen de Dios.

Pasajes Bíblicos sobre el Hombre Nuevo

El concepto del “hombre nuevo” en los escritos de Pablo es clave para entender su teología sobre la transformación espiritual. Aquí algunos de los pasajes más relevantes:

- Efesios 4:22-24: "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."

- Colosenses 3:9-10: "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno."

- Romanos 6:6: "Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado."

El Hombre Nuevo en el Renacimiento

Con el Renacimiento en Europa, el concepto del “hombre nuevo” toma un giro humanista, centrado en el redescubrimiento de los valores clásicos, pero adaptado a una nueva visión del ser humano como agente libre y creativo. Los humanistas renacentistas, como Pico della Mirandola en su famosa obra "Oración sobre la dignidad del hombre", enfatizan la capacidad del ser humano para forjar su propio destino. A diferencia de la visión medieval, donde la existencia humana estaba más rígidamente determinada por la religión, el Renacimiento proponía un ser humano capaz de autodeterminarse, moldeando su vida y su entorno a través de la educación, la ciencia y el arte.

El ideal del “hombre nuevo” renacentista estaba profundamente relacionado con el concepto de "virtù", es decir, la capacidad de moldear el mundo según la propia voluntad, en contraposición con el "fortuna" o la suerte. Esta nueva visión del hombre libre y creativo también estaba vinculada al avance de las ciencias, las artes y el redescubrimiento de los textos clásicos, que prometían un renacimiento tanto de la cultura como de la humanidad.

El Hombre Nuevo en el Siglo XIX

El siglo XIX introduce una visión transformadora del “hombre nuevo”, especialmente en el contexto de los movimientos sociales y revolucionarios. La Revolución Francesa fue un catalizador de cambios profundos en la estructura social y política de Europa, y con ello, el concepto de un “hombre nuevo” surgió como una figura que debía dejar atrás las viejas estructuras del Antiguo Régimen. Sin embargo, fue el marxismo el que consolidó una visión materialista del “hombre nuevo”, vinculada a la lucha de clases.

Karl Marx: El Hombre Nuevo y la Lucha de Clases

Con el surgimiento de las ideologías revolucionarias en el siglo XIX, Karl Marx introdujo una nueva visión del “hombre nuevo”, esta vez desde una perspectiva materialista. Para Marx, el “hombre nuevo” no surgiría de una conversión espiritual, sino de la transformación social. En su análisis del capitalismo, Marx sostenía que la alienación de los trabajadores los separaba de su esencia humana. El sistema capitalista no solo explotaba a los trabajadores económicamente, sino que les negaba la capacidad de desarrollarse plenamente como seres humanos.

El “hombre nuevo” marxista sería el resultado de una revolución proletaria que destruyera el sistema capitalista y estableciera una sociedad comunista. En esta nueva sociedad, el ser humano ya no estaría subordinado al trabajo alienado ni explotado por las clases dominantes. En cambio, tendría la libertad de desarrollar todas sus capacidades creativas y de vivir en una comunidad de iguales. Esta concepción del “hombre nuevo” sería la antítesis del egoísmo y la alienación inherente al capitalismo, dando lugar a una humanidad emancipada y verdaderamente libre.

Vladímir Lenin: El Hombre Nuevo en la Revolución Socialista

Lenin, líder de la Revolución Rusa en 1917, expandió la visión de Marx y la adaptó al contexto de la construcción del socialismo en Rusia. Para Lenin, el “hombre nuevo” no surgiría de forma automática después de la revolución, sino que debía ser cultivado mediante la educación y la participación en la creación de la nueva sociedad socialista. El “hombre nuevo” socialista sería un individuo comprometido con la causa colectiva, dispuesto a sacrificar sus intereses personales en beneficio del bien común.

En la visión de Lenin, el “hombre nuevo” debía ser disciplinado, trabajador y revolucionario, guiado por una conciencia de clase y una moral socialista. Este proceso de formación no solo implicaba la destrucción de las viejas estructuras sociales, sino también un cambio cultural profundo. La revolución, entonces, no solo debía transformar las relaciones económicas, sino también al propio ser humano, moldeándolo para vivir en una sociedad sin clases.

Che Guevara: El Hombre Nuevo Revolucionario

El Che Guevara llevó el concepto del “hombre nuevo” a su expresión más radical. Para Guevara, la revolución socialista no solo debía transformar las estructuras sociales, sino también la conciencia individual. En su ensayo "El socialismo y el hombre en Cuba", Guevara planteó que el verdadero revolucionario debía encarnar los valores del socialismo, viviendo no para el beneficio personal, sino para el bien colectivo.

El “hombre nuevo” guevarista debía ser altruista, dispuesto a sacrificar todo por la causa revolucionaria. A diferencia del ser humano moldeado por el capitalismo, el “hombre nuevo” no actuaría por motivaciones egoístas o materiales, sino por un profundo sentido de solidaridad y compromiso con los oprimidos. Guevara mismo intentó vivir estos ideales, participando en guerrillas y luchando por la liberación de los pueblos más allá de Cuba.

La Búsqueda continua del Hombre Nuevo

Desde la espiritualidad de Pablo de Tarso hasta el compromiso revolucionario del Che Guevara, la idea del “hombre nuevo” ha sido un concepto dinámico que refleja las aspiraciones más profundas de la humanidad en cada etapa.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

El corto Siglo XXI, de tan solo 30 años

El final de la Guerra Fría en 1991 marcó el inicio de lo que muchos denominaron el "siglo estadounidense". Con la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos emergió como la única superpotencia global, liderando un nuevo orden mundial basado en la hegemonía económica, política y militar. Durante aproximadamente 30 años, Washington ejerció un dominio prácticamente indiscutido en el escenario internacional. Sin embargo, los eventos y dinámicas globales que comenzaron a desarrollarse en las últimas dos décadas han desafiado este liderazgo, sugiriendo que este "siglo" fue mucho más breve de lo que se esperaba, durando solo unas tres décadas.

Este "corto siglo XXI" no se ajusta a la medición cronológica convencional de 100 años. En cambio, refleja un período de cambios acelerados, una noción que se ajusta más al concepto filosófico del devenir: los procesos de transformación que no siguen necesariamente un calendario exacto. El "siglo" de hegemonía estadounidense, que comenzó con la caída de la Unión Soviética y el orden unipolar, se está desmoronando con el ascenso de nuevas potencias, el surgimiento de actores regionales y un creciente rechazo a la dominación estadounidense en varias partes del mundo, incluyendo América Latina.

El auge y declive de la hegemonía estadounidense

Tras la disolución de la URSS en 1991, Estados Unidos entró en una era de poder global sin precedentes. Su dominio no solo se manifestó en lo militar, con una red de bases alrededor del mundo y una capacidad tecnológica superior, sino también en la esfera económica, a través de instituciones como el FMI y el Banco Mundial, y en la influencia cultural, con el modelo de consumo estadounidense exportado a todos los rincones del planeta.

Sin embargo, a partir del año 2000, el escenario internacional comenzó a transformarse. El ascenso económico y geopolítico de China, la reconfiguración de Rusia como un actor militar activo y la creciente integración regional en distintas partes del mundo comenzaron a desafiar el orden unipolar. La creciente interdependencia económica global, especialmente en relación con las cadenas de suministro y la tecnología, debilitó la capacidad de Estados Unidos para dictar las reglas del juego global sin contestación.

Uno de los puntos críticos en este proceso fue la crisis financiera de 2008, que puso en evidencia las fragilidades del sistema económico estadounidense y su dependencia del capital globalizado. A medida que el país luchaba por recuperarse, el mundo se dio cuenta de que la hegemonía económica de Estados Unidos estaba bajo amenaza. Esto se agudizó con la pandemia de COVID-19 en 2020, que reveló no solo las debilidades estructurales internas de EE. UU., sino también la creciente competencia por el liderazgo global en temas como la salud, la economía y la tecnología.

Latinoamérica y los procesos emancipadores

Uno de los territorios donde este cambio global ha sido más evidente es Latinoamérica. Tradicionalmente considerada el "patio trasero" de Estados Unidos, América Latina fue un campo de batalla clave durante la Guerra Fría, y Estados Unidos mantuvo una influencia hegemónica a través de intervenciones directas y apoyo a dictaduras militares. Sin embargo, desde finales de los años 90 y principios de los 2000, varios países latinoamericanos comenzaron a cuestionar abiertamente la tutela de Washington.

El surgimiento de líderes como Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula da Silva en Brasil y Rafael Correa en Ecuador marcó el inicio de un proceso de emancipación política y económica en la región. Estos gobiernos impulsaron políticas que desafiaron las recetas neoliberales del Consenso de Washington, nacionalizaron recursos estratégicos y buscaron nuevas alianzas internacionales con países como China y Rusia, que ofrecían alternativas al modelo económico y geopolítico promovido por Estados Unidos.

Además, la creación de organismos regionales como UNASUR, ALBA y CELAC reflejó un claro esfuerzo por parte de muchos países de la región por construir una autonomía regional y reducir su dependencia de Estados Unidos. Esta dinámica se vio acentuada por el debilitamiento de las instituciones tradicionales de control económico, como el FMI y el Banco Mundial, en favor de una mayor integración regional y la búsqueda de alianzas con economías emergentes.

El ascenso de China y el mundo multipolar

El ascenso de China ha sido, sin duda, uno de los principales motores detrás del fin del "corto siglo XXI" de hegemonía estadounidense. Con un crecimiento económico sostenido durante más de tres décadas, China se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo y en un competidor directo de Estados Unidos en muchas áreas, incluyendo la tecnología, el comercio y la influencia geopolítica.

A través de iniciativas como la Franja y la Ruta, China ha construido una red de cooperación económica y de infraestructuras a nivel mundial, incluidos varios países latinoamericanos. Este proceso no solo ha reducido la dependencia de estos países de las instituciones financieras controladas por Washington, sino que ha permitido a China consolidarse como un actor clave en la política global.

El ascenso de otras potencias regionales, como Rusia, India y en menor medida la Unión Europea (que no ha sabido zafarse aún del grillete que le impuso EE.UU.), también ha contribuido a un orden mundial más multipolar. En lugar de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos, estamos viendo el surgimiento de múltiples centros de poder que compiten e influyen en diversas áreas, desde la política hasta la tecnología y la economía.

El corto siglo XXI: un cierre temprano

Con el ascenso de nuevas potencias, los procesos emancipadores en América Latina, y el debilitamiento interno de Estados Unidos, podemos afirmar que el "siglo XXI estadounidense" ha sido un siglo corto, de solo tres décadas. El modelo unipolar que surgió en 1991 ha llegado a su fin con una rapidez que pocos anticipaban, y hoy vivimos en un mundo que se está reconfigurando hacia una multipolaridad en la que América Latina, Asia y otras regiones están ganando mayor relevancia en el escenario global.

El devenir histórico, como mencionan los filósofosi, no sigue las divisiones temporales rígidas. La historia no se mide en intervalos cronológicos estrictos, sino en procesos de cambio y transformación. El "siglo de hegemonía estadounidense" es un ejemplo claro de cómo el devenir del poder global no se ajusta a los marcos temporales tradicionales. El siglo XXI, tal como lo conocimos en términos de poder estadounidense, ya ha llegado a su fin, y el mundo enfrenta nuevos desafíos y dinámicas que determinarán el curso de los próximos años.


  • iEl "siglo XIX largo": El historiador Eric Hobsbawm acuñó este término para referirse a un período que va desde la Revolución Francesa (1789) hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914). Aunque cronológicamente son más de 100 años, este "siglo" abarca un período de transformaciones sociales, políticas y económicas que, según Hobsbawm, definen un ciclo histórico único.

  • El "siglo XX corto": Del mismo modo, el "siglo XX corto" de Hobsbawm abarca desde el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) hasta el colapso de la Unión Soviética (1991). En este caso, el siglo XX no se ajusta a los 100 años cronológicos, sino a un período histórico que se caracteriza por grandes guerras, el auge y caída de ideologías y potencias mundiales, y cambios dramáticos en el orden global.


martes, 10 de septiembre de 2024

Sueño semi-lúcido de una noche de verano

 

Son las 3:35 a.m. y siento que debo escribir esto. No sé si es por el dolor de muela que me acompaña desde hace días, lo que me mantiene en un estado de semi-vigilia, y por eso todo está tan claro en mi mente. Me reconforta poder verlo todo aún tan nítido. Sabemos que los sueños son una acumulación de anhelos, sensaciones, experiencias y vivencias, que pueden ser reales o no, y que, al igual que la Inteligencia Artificial, los une en un mismo espacio para crear algo nuevo.

Lo cierto es que anoche soñé con Fidel, el de siempre, con su ímpetu y apasionamiento. Era el Fidel anciano, ya retirado de sus responsabilidades como jefe de Estado. Se acercó a nosotros, un grupo que estábamos allí por casualidad. Se sentó y comenzó a hablar, mientras su guardaespaldas lo filmaba con un celular. Al terminar, nos dijo que aquello saldría pronto y sería importante. Se levantó y comenzó a caminar; su guardaespaldas, en uniforme verdeolivo, iba delante y nosotros detrás, así lo acompañamos un trecho, haciendo comentarios sobre el acontecimiento. Entonces, comenzó una especie de audiovisual holográfico, donde aparecían imágenes de Fidel y las palabras principales brillaban a medida que las iba pronunciando. Era una nueva batalla contra la manipulación, el silencio, las ambigüedades y la hipocresía de la ONU y los centros de poder en el mundo. El mensaje era transmitido con su característica mordacidad (recuerdo que decía que la ONU era cobarde, como cucarachas, y que no se ponía bien los pantalones ante lo que estaba ocurriendo).

Después, el sueño cambió de escenario, aunque todavía no sé cómo conectar ambos episodios, aunque siento que debe haber alguna relación. Las nuevas imágenes mostraban una película internacional, con un paisaje montañoso que parecía de Italia o Francia. El argumento giraba en torno a las reflexiones de un filósofo, y tengo la impresión de que mencionaron a Nietzsche1. La película trataba de los traumas que sufren las personas y los pueblos tras procesos catastróficos, como guerras y crisis económicas.2

Dos jóvenes caminaban por el campo. La muchacha llevaba un vestido de flores y un sombrero; al fondo se veían unas montañas. Se adelantó unos pasos, se giró y le dijo al joven que la acompañaba: “Después de la guerra, todos esperábamos que la realidad volviera a ser como antes, y sufrimos mucho, hasta que nos dimos cuenta de que nada volvería a ser como antes. Porque el momento actual es el resultado de una transformación y todo cambia, como dijo el filósofo tal (no recuerdo que mencionara algún nombre)3. El presente siempre lleva algo del pasado y algo nuevo que se va forjando, pero nunca podrá volver a ser como el pasado.”

Y ahí desperté.

Johanngeorgenstadt, 24 de Agosto de 2024 (4:30 am)


Post Scriptum:

Conmocionado por este sueño, e intentando hacerle un análisis freudiano, encontré otras ideas interesantes del filósofo Martin Heidegger acerca del tiempo, el pasado, el presente y el futuro, que quiero compartirles brevemente:

“Heidegger desarrolla una comprensión más profunda del tiempo en su obra Ser y tiempo (Sein und Zeit). Para él, el ser humano es un "ser en el tiempo" (Dasein), lo que significa que estamos constantemente proyectados hacia el futuro, arraigados en el pasado y viviendo en el presente. Aunque Heidegger no se enfoca directamente en la idea de que "todo se transforma", como lo hacen Heráclito o Nietzsche, su concepto del tiempo como una estructura existencial implica que el pasado nunca vuelve exactamente de la misma manera, ya que la existencia está siempre en movimiento y orientada hacia el futuro.

Heidegger también se interesa en la temporalidad del ser, destacando que el pasado no es simplemente un momento que se ha ido, sino algo que sigue influyendo en nuestro presente y futuro de manera no estática. Así, aunque el pasado nunca vuelve de manera idéntica, está presente en nuestra existencia de forma transformada”.

1Apenas unos días antes, habíamos visitado la ciudad de Naumburgo, en Sajonia-Anhalt, y casualmente hablamos sobre la relación de esta ciudad con Nietzsche. Allí vivió gran parte de su infancia y también poco antes de su muerte, acompañado de su madre y su hermana, cuando ya padecía serios problemas psíquicos.

2Nietzsche plantea el concepto del eterno retorno como una idea filosófica que nos invita a aceptar todos los aspectos de la vida, incluidos el sufrimiento y los eventos catastróficos, de manera afirmativa. Frente a los traumas causados por guerras o crisis, la propuesta nietzscheana sería asumir esas experiencias como inevitables y esenciales para el devenir de la existencia.

3Supongo que se refería a Heráclito de Éfeso, famoso por su afirmación "todo fluye" (en griego, πάντα ῥεῖ), lo que implica que todo está en constante cambio y transformación. Heráclito utilizaba la metáfora del río para ilustrar esta idea, afirmando que "nadie se baña dos veces en el mismo río", ya que el agua fluye y cambia de manera continua.

miércoles, 3 de abril de 2024

 

De mentira en mentira se arma la agresión 


Los imperios se han erigido a base de agresión, conquista, dominación y mentiras. Desde la antigua Roma hasta hoy, con falacias y complots se han justificado guerras, posesiones, ruptura de alianzas y relaciones, magnicidios y vejámenes.

En Washington hay expertos en esas artes de la mentira y la agresión. Algunos llegan hasta a presidentes. Otros intentan dejar sus huellas desde un curul congresional en el Capitolio.

Cuba bien conoce de los métodos preferidos de la clase política imperial. A base de mentiras y complot, Estados Unidos intervino en Cuba en 1898, impuso la Enmienda Platt y su Base Naval en territorio de Guantánamo, propició Golpes de Estado, armó a la sangrienta dictadura de Batista y enfrentó desde el primer día a la Revolución encabezada por Fidel Castro.

Bajo ese influjo nació una maquinaria política anticubana, bien engrasada y mejor financiada. Uno de los mejores vástagos de ese aparato de agresión es el actual senador estadounidense Marco Rubio. A su alianza con Mike Pompeo, exjefe de la CIA y del Departamento de Estado, se debe una de las más sórdidas y dañinas tramas inventadas contra Cuba.

El famoso incidente de los “ataques sónicos” contra funcionarios estadounidenses en La Habana fue la caja de pandora que destapó las más recias sanciones impuestas en nombre del bloqueo a Cuba por la administración Trump. Fueron 243, y la inmensa mayoría permanecen vigentes durante el gobierno de Biden y haciendo enorme daño al pueblo cubano.

Para llegar allí era necesario estremecer a una opinión pública estadounidense que había visto con buenos ojos, mayoritariamente, el cambio de política hacia Cuba -de la agresión descarnada a la seducción-, aplicada por Barack Obama en su segundo mandato.

Así, según el diario español El País, se urdió la farsa de los “ataques sónicos” por parte del senador Rubio y Mike Pompeo, por entonces (2017) al frente de la Agencia Central de Inteligencia. No por casualidad, la mayor parte de los supuestos afectados en La Habana eran oficiales de la CIA y sus familiares.

Desde el primer minuto, las autoridades, el Ministerio del Interior y la comunidad científica cubana demostraron la imposibilidad práctica y tecnológica de tales agresiones acústicas. Pero la mentira encontró asiento en medios y espacios políticos estadounidenses y hasta se bautizó en una ley congresional y por el Departamento de Estado como “Síndrome de La Habana” la relación de incidentes similares que se reportaron por funcionarios del imperio en capitales europeas y China.

Por estos días, un estudio de casi cinco años de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos ha confirmado lo que Mitchell Valdés, director general del Centro de Investigaciones Neurológicas, y otros destacados científicos cubanos dijeron desde tiempo antes: no hay ninguna prueba de esos descabellados ataques “malvados” orquestados en La Habana y por los que Cuba debía ser castigada con más saña.

Una serie de pruebas avanzadas realizadas por la institución científica de Estados Unidos no reveló traumatismo ni deterioro cerebral en diplomáticos u otros empleados públicos estadounidenses que sufrieron los misteriosos problemas de salud.

Resonancias magnéticas sofisticadas no detectaron diferencias apreciables en cuanto al volumen o estructura del cerebro o a la presencia de materia blanca —indicios de traumatismo o deterioro— entre los cerebros de los pacientes que sufrieron de los denominados ataques y los de empleados públicos saludables que tenían empleos similares, incluso algunos que trabajaban en la misma embajada. Tampoco hubo discrepancias en pruebas cognitivas y otras, según el estudio publicado en el Journal of the American Medical Association.

Si bien eso no descarta alguna lesión temporal sufrida cuando comenzaron los síntomas, los investigadores dijeron que no pudieron detectar indicadores a largo plazo de trauma o infarto.

“Ello debe dar algo de calma a los pacientes”, declaró a la AP uno de los coautores del estudio, Louis French, un neuropsicólogo en el Centro Médico Nacional Militar Walter Reed. “Esto nos permite enfocarnos en el aquí y ahora, en ayudar a la gente a regresar a donde deben estar”.

El estudio de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos no ofrece explicación alguna para los síntomas —como dolores de cabeza, pérdida de equilibrio o dificultades para pensar o dormir— que fueron reportados inicialmente en Cuba en 2016 y luego por cientos de empleados públicos estadounidenses en diversos países. Pero sí contradice reportes anteriores que alegaban la existencia de lesiones cerebrales en personas que experimentaron lo que el Departamento de Estado ahora llama “incidentes anómalos de salud”.

La mentira no puede ser sostenida toda la vida, pero sí, terriblemente, el tiempo necesario para castigar a un pueblo más allá de cualquier límite. Marco Rubio, Mike Pompeo y todos los medios, científicos y funcionarios que urdieron y sostuvieron la trama contra Cuba tienen sobre sus hombros el enorme peso de intentar aniquilar con sus mentiras a todo un pueblo.

La actual administración estadounidense tiene, a su vez, la responsabilidad histórica de dar crédito a la mentira y multiplicar el odio de sus predecesores, al sostener intacto el bloqueo arreciado contra Cuba y multiplicar las operaciones de “cambio de régimen” a las que destinan millones del presupuesto estadounidense.

(Publicado originalmente en Al Mayadeen)