jueves, 6 de noviembre de 2014

Cogí Cajita

(tomado de La Nueva Réplica)

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Recibí hace ya meses un mensaje inquietante. ¿Cuándo, preguntaba el interesado, comenzaron las cajitas de comida? Esto es, en qué momento empezaron, en eventos privados y públicos, a utilizarse esos recipientes para servir el refrigerio. Otra pregunta se incluía en el texto de aquel correo electrónico, y está más difícil de responder. ¿Era frecuente, antes de 1959, que los restaurantes hicieran su oferta en cajas de cartón? En una época en la que no existían las llamadas charolas, esos prácticos termo envases de plástico o poli espuma, ¿de qué medios se valía el cliente si quería llevar a su casa porciones de comida ya elaborada? Había una tercera interrogante. ¿Cómo se repartía el buffet en la celebración de un cumpleaños, una fiesta de 15 digamos, o en una boda?

El tema, ya de por sí, es interesante. Más aún, porque como dice Tere Castillo en su libro Nostalgia cubana, las cajitas de fiesta pasaron al habla popular y se instalaron en el imaginario colectivo. «Cogió cajita» o «Llegó tarde al reparto de cajitas», son frases que se emplean metafóricamente para indicar que alguien tuvo buena o mala suerte.

Precisemos enseguida que una buena cajita —de cumpleaños o de cualquier fiesta— debe contener ensalada fría, dos o tres croquetas pequeñas, un bocadito de jamón y queso, por mínimo que sea, y el inevitable pedazo de cake. Otras, que ofertan establecimientos privados a un precio que fluctúa entre 25 y 50 pesos, puede incluir arroz congrí o moro, bistec de cerdo, ensalada y alguna vianda frita.

En La Habana de mi infancia, tanto en fiestas de aniversario como en bodas y bautizos, se utilizaban en el buffet los platos y los vasos de cartón y los cubiertos de plástico. Todo desechable, aunque en algunas casas, con sentido especial del ahorro, luego de pasarlos por agua y jabón, se conservaban cucharitas y tenedores para hacerlos relucir de nuevo cuando la ocasión lo requiriera.

A lo que íbamos. ¿Existió la cajita de comida en la Cuba anterior a 1959? Formulé esta pregunta a amigos y lectores y las respuestas fueron contradictorias. Algunos negaron cualquier posibilidad en ese sentido, mientras que otros dieron una respuesta afirmativa, aunque precisaron que no ocurría de la misma manera en todos los establecimientos gastronómicos.


La cajita cubana, camino a mejorar más El colega Frank Agüero, por ejemplo, asegura que los miércoles, tarde en la noche, su padre llevaba a la casa una cajita con arroz frito que compraba en el Mercado Único de Cuatro Caminos o en la plaza de Carlos III al regresar de las sesiones masónicas a las que asistía. Refiere que lo recuerda bien porque desde entonces ese manjar cede solo en su preferencia ante el sándwich, ahora apellidado «cubano». Añade Agüero: «Es posible que existieran otras variantes de comida en cajita, pero yo no las conocí, ni siquiera en las fiestas de fin de curso de la escuela primaria. Tampoco en los cumpleaños, ahora verdaderos festines para muchachos y mayores, pero que en mi época y en mi barrio –Poey— eran poco frecuentes».

De la misma opinión es Conchita de la Peña. Dice: «El arroz frito del Mercado Único lo servían en cajas de cartón, así fuera para comer en el propio establecimiento, aunque existía la opción de comerlo en platos también de cartón, con cubiertos del mismo material. No sucedía lo mismo en restaurantes caros o de otro nivel que los del Mercado. En el Centro Vasco, por ejemplo, si el cliente decidía llevar comida elaborada para la casa, se le facilitaba una cazuela de barro».

Había también cajas de cartón en el Picken Chicken sitiado en el parqueo del supermercado Eklho de la esquina de 42 y 39, en el reparto Almendares. Cuenta el doctor Oscar Olivera García, cirujano de Matanzas, que de sus visitas al establecimiento, en compañía de sus padres, recuerda las cajitas de cartón en las que servían las porciones de pollo con papas fritas.

No coinciden en eso todas las opiniones. El ya fallecido amigo Liborio Noval, Premio Nacional de Periodismo, preguntado al respecto, dijo a este escribidor, que de sus andanzas diurnas y nocturnas por La Habana no recordaba establecimiento alguno que sirviera sus ofertas en cajitas ni que facilitara al cliente envases de ese tipo para que llevara su pedido a la casa. Sí, precisaba el destacado fotorreportero, había en las dulcerías cajitas de diferentes tamaños confeccionadas con un cartón muy fino.

«Nunca vi tales cajitas y eso que yo vivía en Belascoaín esquina a Zanja, frente al café OK, famoso por sus sándwich, expresa, enfático, el narrador Hugo Luis, autor de la laureada novela El puente de coral. Y el historiador Newton Briones Montoto expresa por su parte: «Recuerdo las cantinas; no las cajitas». Otra amiga y aguda lectora; Naty Revuelta, no oculta sus dudas. Comenta: «No me acuerdo de tantas cosas. Mi memoria no es lo portentosa que cree la gente. Generalmente, guardo recuerdo de lo que me ha sensibilizado; recuerdos sobre todo visuales. Pero pierdo rostros y rastros de esos rostros. Me apena cuando alguien me dice: Naty, no se acuerda de mi…». Naty cree recordar cajitas de cartón blanco en algunos cumpleaños de niños, pero sí puede asegurar que nunca llevó a su casa una cajita de cartón con comida.

Atendible es el criterio del periodista Manuel Vaillant. Escribe:

«Hay cosas que llevan tanto tiempo que a uno le parece que existieron siempre. Creo recordar como en un sueño que la primera vez que vi las cajitas con comida fue, en 1961, en los clubes de playa, recién nacionalizados entonces. Esos balnearios empezaron a llamarse círculos sociales obreros y los que hasta entonces vieron vedada la posibilidad de disfrutar de buenas playas e instalaciones como esas, se volcaron sobre ellas. Allí, los comedores o restaurantes, desconozco cómo le llamarían sus antiguos asociados, no tenían capacidad suficiente para dar asiento a todos los que demandaban de sus servicios. Y como una manera de satisfacer a todos, surgió la cajita que podía llevarse con uno y degustarse su contenido en cualquier sitio».

Añade Vaillant: «Mi mujer, más pedestre que yo, dice que las cajitas surgieron con la Revolución, y lo fundamenta cuando precisa que antes del triunfo de 1959 no se vieron cajitas con comida en bautizos, bodas ni cumpleaños. Tampoco en despedidas de soltera o soltero. Solo platos y vasos desechables se utilizaban en esas celebraciones».

Hasta aquí llega la indagación. Hay argumentos en un sentido y en otro y el lector puede escoger la versión que más le acomode. Solo una interrogante. ¿Empezó con la cajita la costumbre del cubano de comer de pie o mientras camina que se ha entronizado en los últimos años? Como dice un amigo muy querido, ahí se las dejo y los pongo a pensar.

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