viernes, 6 de diciembre de 2013

Vicario prefiere socialismo al “neoliberalismo”

Progreso Semanal


carlos manuel de cespedes 2
LA HABANA. El vicario general de la arquidiócesis Católica Romana de La Habana, monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal, ha declarado oficialmente que prefiere un “socialismo democrático más participativo” para Cuba en vez del “neoliberalismo” que algunos buscan.

El prelado dio esa opinión e hizo otras declaraciones significativas el 12 de noviembre, durante una conferencia en el Centro Cultural Félix Varela en La Habana, dedicada al legado del sacerdote y líder independentista del siglo 19 cuyo nombre lleva el Centro. La conferencia fue publicada por la revista de la arquidiócesis Espacio Laical
Algunos cubanos, dijo de Céspedes, “desean mejorar el actual proyecto socialista, hacerlo más eficiente para lograr el mayor bienestar posible de todos los cubanos”.

Otros “creen que cualquier proyecto socialista ha sido descalificado por la historia reciente y, según esa línea de pensamiento sociopolítico, promoverán activamente una transición hacia una sociedad liberal con inclinación neocapitalista”.
“Me parece que ambos caminos pueden ser coherentes con una visión vareliana del hombre, de la sociedad nacional y de la sociedad internacional, siempre y cuando excluyan, como lo hizo el padre Varela, cualquier forma de anexionismo”. De Céspedes prosiguió aludiendo a la preocupación de muchos de que Cuba pudiera ser anexada o absorbida por Estados Unidos.
“Recordemos la expresión literal [de Varela] en ese sentido: ‘Cuba debe ser una isla tanto en términos de política como en término de geografía’ “, dijo el  prelado. El concepto puede ser utópico, dijo, “pero de cualquier manera lo comparto […] El otro camino, el del neoliberalismo, no es lo que deseo para la Casa Cuba; en su lugar el anterior, un socialismo democrático más participativo, hacia el cual los actuales cambios –en un lento proceso de realización– desean llevarnos”.
“Los actuales cambios” es una referencia a la presente actualización o puesta al día  de las orientaciones sociales y económicas planteadas por el gobierno cubano. Algunos en la Iglesia lo consideran un “proceso lento”. (Lea el artículo de Progreso Semanal: “Portavoz de la Iglesia pide reformas rápidas `con pausas´”, y el artículo original en Palabra Nueva).
Para este fin, la Iglesia Católica tiene un papel de facilitador del diálogo entre el gobierno y el pueblo, implica de Céspedes.
“Nos convocan al diálogo, una forma de amor fraternal en una sociedad pluralista como la nuestra, frente a cualquier forma de conflicto religioso o social”, dice. “La  mejor contribución que la Iglesia Católica puede ofrecer a la nación cubana es la exposición y testimonio de la verdad católica acerca de Dios, el hombre y el mundo en el que el hombre vive y se desarrolla”.
Muchos cubanos “experimentan una imposibilidad transitoria de construir una sociedad de acuerdo con su visión de ella”, dice el vicario, probablemente en alusión a los disidentes. “Ellos se sienten incómodos en la sociedad cubana contemporánea, que es socialista en su movimiento. Les gustaría otro tipo de organización sociopolítica y económica para ello, y por el momento no avizoran un camino para realizar de inmediato su proyecto. Eso los lleva a la apatía social o al distanciamiento geográfico”, un eufemismo para la emigración.
Si Varela estuviera vivo, dice de Céspedes, quizás al dirigirse a los disidentes él consideraría “hacer algo positivo en el seno de su Iglesia y su pueblo, siguiendo las líneas de su proyecto, dentro del marco real de la actual sociedad cubana y siempre con una actitud de diálogo que no ignore a ‘los otros’ “.
Varela se preguntaría “qué pudiera él sembrar, sabiendo que probablemente él no pudiera llegar a cosecharlo”. Él haría “cuantas buenas contribuciones fuera posible, con realismo (lo cual no significa conformismo estéril) y de manera simultánea con una amplia visión que sea abarcadora y ungida con la esperanza de un  mejor futuro”.
En otra parte de su conferencia, de Céspedes explora otras zonas de la sociedad cubana con una mirada crítica. Acerca del sistema educacional dice:
“En la Cuba de hoy, la formación ‘general’ y humanística es extremadamente pobre […] Entre nosotros, un joven graduado de la enseñanza preuniversitaria apenas tiene un conocimiento elemental de la gramática española, geografía, lenguas extranjeras, historia de Cuba e historia mundial y literatura. No sabe nada de las lenguas clásicas, lógica, filosofía, apreciación artística (música, artes plásticas, etc.) y muy poco de cívica y principios legales, etc.”.
Los jóvenes de nivel secundario “adquieren un conocimiento aceptable de las ciencias exactas y de tecnología”, pero si matriculan en cursos técnicos en la universidad “no recibirán ninguna cultura general o de humanidades. Se convierten en esa marea de profesionales de nivel universitario […] que son incapaces de leer un buen libro, no han aprendido a pensar con propiedad con su propia cabeza ni saben cómo expresarse de manera correcta, nunca han asistido a un buen concierto, a la ópera o al ballet, no están interesados en una obra de teatro, no pueden distinguir el buen cine del malo y no pueden situar a un personaje en su contexto histórico, etc.”
“Gran parte de la culpa es de los maestros”, dice de Céspedes.
“Lamentablemente, seguimos teniendo muchos maestros que están mal formados en la materia que enseñan, que son repetidores simplistas y autoritarios y exigen una actitud pasiva en el estudiante”. Tales educadores “no pueden despertar el interés [del estudiante] o ayudar a desarrollar su compresión. […] No debemos pasar por alto la participación activa del estudiante en el aula”.
Monseñor de Céspedes, nacido en La Habana hace 77 años, tiene doctorados en Filología por la Universidad de La Habana y de Teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio y secretario de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. En La actualidad es párroco de la iglesia de San Agustín en La Habana.
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