La
nadadora australiana Chloë McCardel, quiso implantar
record nadando entre las costas de EE.UU. y Cuba, sin miedo a los
tiburones, no se percató que también las pequeñas medusas podian
impedir su intento. Parece un dèjá vu de lo que sucede en el ámbito
de las relaciones entre ambas naciones vecinas, como si todo intento
por promover relaciones normales entre la digna isla del caribe y el
poderoso vecino del norte, estuviese condenado al fracaso, una veces
por los tiburones de la política anticubana, otras por simples
medusas de la contrarrevolución.
J.C.
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