jueves, 21 de febrero de 2013

Las reformas de Cuba señalan también el camino para una nueva política de EE.UU.


Un editorial de The Boston Globe

altLas relaciones entre Estados Unidos y Cuba han estado estancadas desde que Estados Unidos impuso un embargo económico completo en 1962, y durante la temporada de elecciones ni el presidente Obama ni Mitt Romney mostraron muchos deseos de cambiar el status quo Sin embargo, aunque los norteamericanos han estado mirando para otro lado, un cambio significativo se ha dado en Cuba. El gobierno comunista de los hermanos Castro, Fidel y Raúl, están en medio de un lento experimento para promover el empresariado económico. A fines del pasado año, Cuba instituyó reformas a sus políticas migratorias que permiten a los cubanos viajar libremente al extranjero y permiten que regresen a Cuba los que hayan emigrado o huido.

Estos cambios y el comienzo de un segundo período de Obama crean una oportunidad inusual para reconocer los gestos de Cuba y responder de manera sustancial. En vez de eternizar políticas que en cinco décadas han fracasado en su empeño por desalojar a los Castro, la administración Obama tiene la oportunidad de arrastrar las políticas de EE.UU. hasta el siglo 21.
La población cubanoamericana, que históricamente se ha opuesto a un ablandamiento de la política de EE.UU., ya no es monolítica. El apoyo a un mayor contacto con amigos, familiares y la economía cubana anima ahora a una joven generación de electores floridanos. Debido a esta tendencia, Obama –que se desempeñó casi tan bien como Romney con los electores cubanoamericanos– desde el punto de vista político tiene libertad de maniobra.

El primer paso sería terminar la tonta aseveración, reinstalada por la administración Obama el verano pasado, que Cuba sigue siendo un “estado patrocinador del terrorismo”. La administración argumentó que Cuba dio refugio a miembros de las Fuerzas Armadas revolucionarias de Colombia (FARC). Lo ha hecho, pero las FARC y Colombia se encuentran ahora negociando; esas conversaciones de paz son apoyadas por la Casa Blanca para terminar con una sangrienta guerra civil.
Al despolitizar el enfoque a Cuba, Estados Unidos podría entonces disminuir las restricciones al comercio, comenzando con promover intercambios culturales; terminar con la prohibición de viajar a Cuba; y finalmente permitir el comercio en petróleo, gas y otras materias primas. Con el tiempo, miles de millones de dólares en  nuevo comercio entre las dos naciones beneficiaría a ambas. Esto incluiría la estimulación a compañías agrícolas norteamericanas mientras se ayuda a Cuba.
Las relaciones directas también promoverían la seguridad nacional de EE.UU. y los intereses medioambientales; a medida que Cuba se abra, otros países entrarán en busca de influencia, como ya ha hecho China. En especial, a medida que Cuba promueve cada vez más la perforación en el mar y otras exploraciones marítimas, Estados Unidos debe mejorar sus comunicaciones con La Habana. Actualmente, aunque Estados Unidos y Cuba están separados tan solo por un angosto estrecho, los dos países no tienen comunicaciones bilaterales que garanticen las normas de seguridad para su mutua protección en caso de un derrame de petróleo.
El secretario de Estado John Kerry debiera tener a Cuba como una de sus prioridades en los primeros meses en el cargo. Desafortunadamente, su sucesor como presidente del Comité Senatorial de Relaciones Exteriores es Robert Menéndez de Nueva Jersey, hijo de inmigrantes cubanos que se ha opuesto a los esfuerzos de la administración por mejorar las relaciones. Habrá que convencer a Menéndez de que él puede ayudar más a los cubanos si se recompone la política norteamericana.
A no ser mediante la intervención militar, hay muy pocas oportunidades para que un presidente altere drásticamente las relaciones con un enemigo histórico. Obama ha aprovechado una rápida y desorientadora liberalización por parte de los gobernantes militares de Burma. La reciente decisión de Raúl Castro de eliminar las restricciones de viaje a los ciudadanos cubanos es igualmente trascendental –y anuncia que es el momento adecuado para un nuevo plan diplomático con Cuba.

(tomado de Progreso Semanal)

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