Así lo reconoce la comunidad de inteligencia de EE.UU.
Por Manuel Alberto Ramy
LA HABANA. Una cosa es la política electoral y la prensa barata, otra los análisis serios de los tanques pensantes que participan de la formulación de políticas y que muchos de ellos tributan también a los más importantes centros de inteligencia del mundo. Usted podrá estar de acuerdo o no con aspectos del mismo e incluso con todo, pero es innegable que en ellos hay trabajo con escalpelo.
Por Manuel Alberto Ramy
LA HABANA. Una cosa es la política electoral y la prensa barata, otra los análisis serios de los tanques pensantes que participan de la formulación de políticas y que muchos de ellos tributan también a los más importantes centros de inteligencia del mundo. Usted podrá estar de acuerdo o no con aspectos del mismo e incluso con todo, pero es innegable que en ellos hay trabajo con escalpelo.
Mientras los grandes medios laboran científicamente la descalificación de los procesos de cambios en Latinoamérica, un informe del Consejo Nacional de Inteligencia de EE.UU. ha hecho un análisis de la realidad de nuestra área, al parecer sereno, realista, como debe ser todo ejercicio del pensar en profundidad y a largo plazo. Al menos así lo aprecio después de leer varios cables de agencias internacionales.
El informe, que según los medios consta de 137 páginas, es sumamente elocuente y tiene el peso de la institución que lo produce para Washington, la capital del imperio. Los imperios no laboran a corto plazo, poseen vocación de eternidad a pesar de los tortazos propinados por la historia universal. En una de sus partes, el documento dice: "No habrá una potencia hegemónica. El poder se trasladará a redes y coaliciones en un mundo multipolar".
El reconocimiento es poco novedoso –la realidad lo precedía--, pero importante. Con la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista, los países emergentes con economías pujantes han ido conformando alianzas basadas en intereses comunes básicos y proyectándose en el campo internacional. El BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, es un buen ejemplo, no el único pues los hay más modestos, por ahora.
"América Latina y el Caribe han sufrido cambios de gran alcance, incluidos un crecimiento económico sostenido y una reducción de la pobreza (…) y avanza hacia la cohesión y la integración regionales".
Los cambios en nuestra región vienen registrándose desde hace más de 15 años –si exceptuamos la radicalidad de las transformaciones realizadas por el proceso revolucionario cubano, que abrió las compuertas. Curiosamente, los cambios operados no han sido promovidas por los partidos políticos tradicionales, sino por genuinos movimientos populares y nuevos liderazgos que por vías democráticas –ninguno por la lucha guerrillera–, asumieron el poder. La democracia al uso, elecciones transparentes que pudieran sonrojar a algunos, se impuso como vía y camino.
"La principal conclusión que se puede sacar es la historia de éxito" en la última década de la región de Latinoamérica y el Caribe y "nuestra relativa confianza en que esto continuará", dijo en rueda de prensa Mathew Burrows, asesor del Consejo Nacional de Inteligencia, según la agencia alemana DPA.
La exitosa experiencia y los cambios en los enfoques político-económicos han determinado no solo crecimiento macroeconómico, estabilidad política, disminución de la pobreza y el auge de la tendencia a estrechar la brecha entre ricos y pobres, sino que varios de sus líderes han repetido mandatos sin recurrir a triquiñuelas. Es decir, crecimiento, estabilidad, mayor justicia social e integración regional, que viene trabajándose, son productos no de los gobiernos y liderazgos tradicionales –muy del gusto de Washington-, sino que los etiquetados como “populistas” son los grandes promotores de la realidad reconocida por los analistas de la inteligencia. Cambiar enfoques, estructuras e instituciones en un marco plural es obra del “populismo” y no de los dirigentes muy serios, esos señores que los caricaturistas pintan calvos y usando espejuelos.
Según el informe, no todo es tan color de rosa para la región. Centroamérica y el Caribe “seguirán siendo frágiles” y por lo tanto un foco de atención para la comunidad de inteligencia, ya que podrían servir de “refugio tanto a redes criminales mundiales como a redes terroristas e insurgentes locales". Supongo que es para estos que mantendrán las 10 o 12 posiciones o bases militares que poseen en nuestra región. ¿O …?
Datos tendrán para estas previsiones con ribetes de pronósticos. Realidades sobran. ¿A dónde mirar y analizar "fragilidad"? ¿Haití, cuyo enrutamiento democrático fue frustrado por dos veces en los últimos 10 o 12 años por conveniencia de Washington? ¿República Dominicana que aún no haya la vía para fraguar un robusto movimiento popular y disminuir la pobreza insultante? ¿Honduras, país cuyo presidente, un hombre rico y de pensamiento moderado, fue derrocado solo porque anunció convocar a un referendo, léase bien: referendo constituyente, y visitó Cuba? ¿Cuba? ¿"frágil"? ¿Puede catalogarse así a un país que se lanza a “hacer mudanzas en tiempos de crisis” muy a contrapelo de la máxima anotada a Ignacio de Loyola, santo y fundador de los jesuitas, en uno de cuyos colegios estudió y se graduó Fidel Castro?
En ningún punto del planeta la estabilidad reside en lo tradicional. Los hechos lo van evidenciando, están ahí, son palpables en cifras técnicas y en actitudes ciudadanas. En cualquier sitio y lugar de este nuestro cada vez más pequeño e interconectado mundo, la fragilidad se empolla y crece donde se intenta eternizar lo viejo, el pasado, y frenar lo nuevo e impedir los cambios.
Interesante el análisis de la comunidad de inteligencia de los EE.UU.
Progreso Semanal/ Weekly autoriza la reproducción total o parcial de los artículos de nuestros periodistas siempre y cuando se identifique la fuente y el autor.
El informe, que según los medios consta de 137 páginas, es sumamente elocuente y tiene el peso de la institución que lo produce para Washington, la capital del imperio. Los imperios no laboran a corto plazo, poseen vocación de eternidad a pesar de los tortazos propinados por la historia universal. En una de sus partes, el documento dice: "No habrá una potencia hegemónica. El poder se trasladará a redes y coaliciones en un mundo multipolar".
El reconocimiento es poco novedoso –la realidad lo precedía--, pero importante. Con la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista, los países emergentes con economías pujantes han ido conformando alianzas basadas en intereses comunes básicos y proyectándose en el campo internacional. El BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, es un buen ejemplo, no el único pues los hay más modestos, por ahora.
"América Latina y el Caribe han sufrido cambios de gran alcance, incluidos un crecimiento económico sostenido y una reducción de la pobreza (…) y avanza hacia la cohesión y la integración regionales".
Los cambios en nuestra región vienen registrándose desde hace más de 15 años –si exceptuamos la radicalidad de las transformaciones realizadas por el proceso revolucionario cubano, que abrió las compuertas. Curiosamente, los cambios operados no han sido promovidas por los partidos políticos tradicionales, sino por genuinos movimientos populares y nuevos liderazgos que por vías democráticas –ninguno por la lucha guerrillera–, asumieron el poder. La democracia al uso, elecciones transparentes que pudieran sonrojar a algunos, se impuso como vía y camino.
"La principal conclusión que se puede sacar es la historia de éxito" en la última década de la región de Latinoamérica y el Caribe y "nuestra relativa confianza en que esto continuará", dijo en rueda de prensa Mathew Burrows, asesor del Consejo Nacional de Inteligencia, según la agencia alemana DPA.
La exitosa experiencia y los cambios en los enfoques político-económicos han determinado no solo crecimiento macroeconómico, estabilidad política, disminución de la pobreza y el auge de la tendencia a estrechar la brecha entre ricos y pobres, sino que varios de sus líderes han repetido mandatos sin recurrir a triquiñuelas. Es decir, crecimiento, estabilidad, mayor justicia social e integración regional, que viene trabajándose, son productos no de los gobiernos y liderazgos tradicionales –muy del gusto de Washington-, sino que los etiquetados como “populistas” son los grandes promotores de la realidad reconocida por los analistas de la inteligencia. Cambiar enfoques, estructuras e instituciones en un marco plural es obra del “populismo” y no de los dirigentes muy serios, esos señores que los caricaturistas pintan calvos y usando espejuelos.
Según el informe, no todo es tan color de rosa para la región. Centroamérica y el Caribe “seguirán siendo frágiles” y por lo tanto un foco de atención para la comunidad de inteligencia, ya que podrían servir de “refugio tanto a redes criminales mundiales como a redes terroristas e insurgentes locales". Supongo que es para estos que mantendrán las 10 o 12 posiciones o bases militares que poseen en nuestra región. ¿O …?
Datos tendrán para estas previsiones con ribetes de pronósticos. Realidades sobran. ¿A dónde mirar y analizar "fragilidad"? ¿Haití, cuyo enrutamiento democrático fue frustrado por dos veces en los últimos 10 o 12 años por conveniencia de Washington? ¿República Dominicana que aún no haya la vía para fraguar un robusto movimiento popular y disminuir la pobreza insultante? ¿Honduras, país cuyo presidente, un hombre rico y de pensamiento moderado, fue derrocado solo porque anunció convocar a un referendo, léase bien: referendo constituyente, y visitó Cuba? ¿Cuba? ¿"frágil"? ¿Puede catalogarse así a un país que se lanza a “hacer mudanzas en tiempos de crisis” muy a contrapelo de la máxima anotada a Ignacio de Loyola, santo y fundador de los jesuitas, en uno de cuyos colegios estudió y se graduó Fidel Castro?
En ningún punto del planeta la estabilidad reside en lo tradicional. Los hechos lo van evidenciando, están ahí, son palpables en cifras técnicas y en actitudes ciudadanas. En cualquier sitio y lugar de este nuestro cada vez más pequeño e interconectado mundo, la fragilidad se empolla y crece donde se intenta eternizar lo viejo, el pasado, y frenar lo nuevo e impedir los cambios.
Interesante el análisis de la comunidad de inteligencia de los EE.UU.
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