La cuestión de las imágenes que los satélites norteamericanos
registraron sobre los sucesos del 24 de febrero de 1996, reclamadas sin
éxito por la OACI para el informe que enviaría al Consejo de Seguridad
de la ONU, reapareció durante el juicio de Miami. La determinación del
lugar exacto donde ocurrió el incidente no era relevante para Gerardo
pues él era totalmente ajeno al hecho dondequiera que éste hubiera
ocurrido. Pero era decisiva para el Tribunal pues sólo tendría
jurisdicción si el lamentable suceso hubiese tenido lugar fuera del
territorio cubano. En Miami se repitió la discusión sobre los datos
contradictorios de los radares. Fue un experto del gobierno, alto
oficial retirado de la Fuerza Aérea, quien destapó la olla. Pensando
quizás resolver la disputa preguntó simplemente ¿por qué no vemos las
imágenes de nuestros satélites? De inmediato la Defensa respaldó la
idea, la hizo suya y presentó una moción por la cual la Jueza habría
instruido al Gobierno que presentase las imágenes. La Fiscalía
tercamente se opuso. Ahora la disputa no era sobre la ubicación del
incidente aéreo sino sobre la ubicación de las imágenes que
supuestamente aclararían el asunto. La Corte se puso del lado del
Gobierno y no accedió a la petición. Desde entonces no han sido pocos
los esfuerzos para encontrar las tan famosas como perdidas imágenes. El
centro para el Derecho Constitucional y los Derechos Humanos, respetable
institución privada de California, desde hace años lleva a cabo
incontables gestiones para obtenerlas, hasta ahora infructuosamente.
Amparado en la Ley de Libertad de Información (FOIA) las ha solicitado
varias veces a los organismos oficiales de Estados Unidos que manejan
los satélites de ese país. Todos se han negado a facilitarlas. El Centro
ha recurrido también a la vía judicial y está a la espera de un
pronunciamiento de la Corte de Apelaciones de California. Semejante
reclamo está incluido en el Habeas Corpus presentado a nombre de Gerardo
Hernández Nordelo. Como seguramente habrá adivinado el lector, la
Fiscalía en su respuesta se opuso ya a la presentación de las imágenes.
El Gobierno de Estados Unidos ha dado prueba de una rigurosa
consistencia en su tenaz negativa a mostrar las imágenes tomadas por sus
propios satélites. Sólo las examinaron, obviamente, las autoridades
norteamericanas, quienes, al mismo tiempo, se han encargado de impedir
que alguien más pueda verlas. No pudo conocerlas la OACI, ni el Consejo
de Seguridad de la ONU, ni un tribunal federal, ni la sociedad civil
norteamericana. Sólo el gobierno accedió a las imágenes. Nadie más. Han
pasado más de 16 años de hermético ocultamiento. Las imágenes
satelitales fueron, sencillamente, secuestradas, desaparecieron. ¿Cómo
explicar esa conducta? ¿Qué otra explicación puede tener como no sea que
los gobernantes norteamericanos, los únicos privilegiados que vieron
las imágenes, saben que ellas prueban que el incidente ocurrió dentro
del territorio cubano? Sólo eso puede explicar que las condenasen,
también a ellas, al confinamiento solitario y las hayan hundido en un
insondable “hueco”.
"Mi país es pobre, mi piel mejunje, mi gobierno proscrito, mis huestes utópicas." Silvio Rodríguez
viernes, 14 de septiembre de 2012
Los Cinco: Imágenes secuestradas
por Ricardo Alarcón
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