Hace 40 años
comenzaba una nueva manera de hacer teología, que ha influido
notablemente en la Sociedad y en la Iglesia. A los 40 años, unos la dan
como acabada y otros la felicitan por la tarea desarrollada y los
desafíos que plantea de cara al futuro.
Pero la Teología de la Liberación no comenzaba en los años 70. En
1492 se produce el llamado descubrimiento de América Latina y en 1511,
un fraile dominico, Montesinos, en nombre de su comunidad y ante las
autoridades de la Isla Española (hoy República Dominicana), dijo en
referencia a los indígenas y al trato que estaban recibiendo: "¿Estos
acaso no son hombres?”. Primera pregunta de una historia de la
liberación, como muy bien ha explicado el profesor Reyes Mate, en
conferencia sobre este tema.
La historia de la Teología de la Liberación puede decirse que comenzó el 11 de diciembre de 1511, hoy hace 500 años.
Sin duda, no faltaron cristianos que, desde siempre y desde la
experiencia de su fe, veían a la teología subordinada a unos dictados
colonizadores opresivos. Pero, su experiencia no acababa de formularse
en nuevas categorías teológicas y hacerse pública en la sociedad. A
partir de los años 60, se van generando en el mundo grandes expectativas
de cambio, pero los cristianos parecían carecer de creatividad y no
incidir en este cambio con alternativas propias de transformación.
Es por entonces cuando Gustavo Gutiérrez lanza un planteamiento
teológico nuevo desde el contexto latinoamericano: ¿Cómo presentar a
Dios en un mundo bipolar de ricos y pobres, donde por lógica su relación
es de injusticia y exclusión y cómo, ahí, la fe es capaz de provocar
cambios radicales? Esos cambios apuntan a que los pobres, los excluidos,
los discriminados dejen de serlo, lo cual no es posible sin dar la
vuelta al sistema.
Si los cristianos tenemos como base y medida el Evangelio,
encontramos en él una declaración, que suena a Manifiesto, en la
parábola del buen samaritano. En ella se tronzan todos los esquemas de
vanas teologías y se marca el estilo a seguir. Pregunta Jesús: - "¿Qué
te parece, cuál de los tres personajes, que vieron medio muerto al
hombre asaltado por los bandidos, se hicieron próximo suyo?”.
- Pues el que tuvo compasión con él.
- Perfecto, anda y haz tú lo mismo (Lc 10, 30-37).
Sentir compasión y actuar en consecuencia es previo para el que
quiera hacer TdL. Antes que una reflexión fría y abstracta, la TdL es
una vivencia, una práctica de amor, dentro de la cual brota natural una
manera nueva de hacer teología.
Obviamente la teología de la liberación no acaba en sí misma, no se
detiene en dar explicaciones de lo que pasa, sino que avanza hasta
realizar prácticas de cambio y liberación. Explicar la realidad
contradictoria existente y dejarla como está no es teología liberadora.
La realidad, injustamente interpretada y configurada, necesita ser
cambiada para ser conformada con el proyecto de Dios, que Jesús llamada
Reino de Dios, y que se construye a base de igualdad, justicia,
fraternidad y libertad. Vivir la liberación en cambios y prácticas
liberadoras es un imperativo para el cristiano si quiere ser fiel al
plan del Dios liberador.
Para el cambio de la realidad, los cristianos tienen que contar con
un análisis de esa realidad tejida en torno al binomio riqueza /
pobreza, Norte / Sur, y que demostrará que esa situación no es fruto de
la casualidad ni de la voluntad de los dioses, sino del egoísmo y
codicia de los hombres, del dominio que los más fuertes establecen sobre
los más débiles y necesitados.
Este análisis es necesario para descubrir las causas reales de la
opresión y a sus sujetos responsables y evitar el idealismo. El
marxismo, no como filosofía o visión global de la realidad, sino como
ciencia, puede ayudar mucho al conocimiento de esas causas y las
funestas consecuencias derivadas. Vale en cuanto su análisis se muestre
verídico en señalar la génesis y efectos del capitalismo. Nunca los
teólogos de la liberación asumieron el marxismo como visión filosófica
de la realidad ni lo utilizaron acríticamente.
Precisamente porque la TdL apunta al cambio de lo que es opresión e
injusticia, ha sido calumniosamente atacada. Esta teología reclama para
la Iglesia entera, el lugar propio que le asigna su fe desde el
seguimiento de Jesús: ser pobre, vivir con los pobres y comprometerse
por su liberación.
Esta recolocación de la Iglesia es peligrosa para los opresores y
para una Iglesia-Poder, acostumbrada a vivir en alianza con los
poderosos. Nada se da en esta teología que no traduzca con fidelidad el
mensaje radical de Jesús y su Evangelio. Pero, los "cuestionados” por la
TdL y su dominio y "medios gigantescos” se encargaron de airear que la
TdL era heterodoxa por su marxistización, su apartamiento del magisterio
eclesiástico, su fomento de la guerrilla, su concepto meramente
temporal de la salvación, por reducción del Jesús histórico a un líder
terreno....
Posteriormente, no pocos venían asociando la suerte del la TdL al
socialismo real. La caída de éste les hizo creer que caía paralelamente
la TdL. Doble engaño: porque el socialismo no se identificaba con el
socialismo de Estado y la TdL no era subordinada suya, sino que tenía
origen y base propia en el Evangelio. Como muy bien ha dicho el obispo
Pedro Casaldáliga: "La TdL no tiene como padrino a Marx sino al Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo”.
La caída del socialismo real no canonizaba la maldad intrínseca del
capitalismo, sino que incitaba más bien a profundizar en las causas de
sus opresión, hoy globalizada. Como siempre, las estructuras económicas
cuentan en la marcha de la sociedad, y sin ellas no se puede entender el
funcionamiento del sistema neoliberal. Pero, no son determinantes ni
ahogan la influencia de otros factores de la sociedad; el primero de
todos: el protagonismo de los ciudadanos. La conciencia actual puede
revertir la visión eurocéntrica dominadora que, desde hace más de 400
años, gobierna al planeta Tierra. El hombre no es, frente a la tierra,
dueño y depredador, ni puede seguir explotándola ilimitada e
insolidariamente.
Hoy, la TdL actúa en los frentes más necesitados de liberación:
mujer / varón, religiones enfrentadas, indígenas acosados, pueblos
secularmente sometidos,...
El nuevo paradigma de la TdL va más allá de todas las
subordinaciones del mundo moderno, plasmadas en la sociedad y sistema
capitalistas. La sociedad actual con el protagonismo de los ciudadanos
–tal como aparece en el movimiento M 15 de los indignados- está marcando
un nuevo giro frente a la relación de dominio, por siglos establecida.
Es un hecho que la TdL no parece proveer, como en años anteriores,
de pensadores eminentes. Seguramente porque su savia viva y
transformadora ha circulado por abajo, más horizontalmente, permeando e
impulsando directamente el pensamiento y la acción de "los sin voz”.
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