Da tristeza, que aparezca un comentario, en la página web del Instituto Iberoamericano de Berlín, en que se glorifique y aplaudan hechos vandálicos contra monumentos a José Martí, Héroe Nacional de Cuba. Institución que tiene entre uno de sus deberes, la divulgación y protección en el ámbito germano, de la obra de los próceres latinoamericanos. Martí, es respetado y querido por la mayoría de los cubanos, tanto en la isla como en la emigración. Incluso por quienes se adversan en cuestiones políticas.
Da tristeza, si, pero no la tristeza de acongojamiento y aflicción, sino de esa que alimenta el alma, ante la pena por la pobreza humana de otros. Martí que es cultura, amor y alma de la nación Cubana no puede ser manchado, porque su vida y su legado son impolutos. Se manchan si, quienes atenten contra su memoria, no por sagrada o de santoral católico romano, sino por la sencilla razón que él mismo definiera en una de sus frases más emblemáticas: “Honrar, honra”. Porque la gratitud y el reconocimiento al otro, son dos valores éticos que trascienden las culturas y los contextos sociales y políticos.
Da tristeza, si, pero no la tristeza de acongojamiento y aflicción, sino de esa que alimenta el alma, ante la pena por la pobreza humana de otros. Martí que es cultura, amor y alma de la nación Cubana no puede ser manchado, porque su vida y su legado son impolutos. Se manchan si, quienes atenten contra su memoria, no por sagrada o de santoral católico romano, sino por la sencilla razón que él mismo definiera en una de sus frases más emblemáticas: “Honrar, honra”. Porque la gratitud y el reconocimiento al otro, son dos valores éticos que trascienden las culturas y los contextos sociales y políticos.