Por: Dianet Doimeadios Guerrero, Lissett Izquierdo Ferrer, Deny Extremera San Martín, Edilberto Carmona Tamayo
El podcast de Cubadebate se graba en el estudio de radio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
El podcast de Cubadebate aborda hoy la situación de la economía cubana, que transita por una compleja coyuntura, según ratificó el presidente Miguel Díaz-Canel, en la última reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Hemos invitado a dos expertos cubanos:
José Luis Rodríguez, Doctor en Ciencias Económicas y asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial.
Ariel Terrero: especialista en asuntos económicos y vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba.
—Profesor, ¿regresa el Periodo Especial en Cuba?
José Luis: Que estamos enfrentando una coyuntura compleja está claro, y que la situación —por lo menos en dos años— no va a propiciar crecimientos mayores de 1 a 2%, se dijo también en la Asamblea Nacional.
Recordemos que el Periodo Especial se desató a partir del derrumbe del campo socialista. Cuba prácticamente perdió todos sus vínculos económicos externos, el PIB cayó casi en un 35% de 1989 a 1993 y se creó una situación de emergencia nacional. Esta no es la situación que tenemos hoy ni parece que vayamos a entrar en una situación de tal naturaleza, a no ser que ocurra un fenómeno imprevisible.
Eso no quiere decir que pueda existir un empeoramiento de las condiciones de reproducción de la economía cubana, sobre todo, a partir de que se recuperó gradualmente una serie de elementos que fueron afectados durante los años más agudos del Periodo Especial de 1990 hasta 2004, cuando se volvió a recuperar el PIB.
Las condiciones fueron mejorando gradualmente hasta 2008, cuando se desató una crisis en la economía mundial de la cual Cuba no escapó, tuvimos un desequilibrio financiero muy fuerte en ese año. Entonces, a partir del 2009 fue necesario ajustar el crecimiento de la economía a la disponibilidad de los recursos que esa situación empezó a crear. Así, los ritmos de crecimiento bajaron.
En 2009 se planteó la necesidad de crear las condiciones —que se concreta en los Lineamientos en 2011— para evitar que se repitiera la crisis desde el punto de vista financiero externo que el país había tenido que enfrentar en 2008. Esto suponía a corto plazo tres cuestiones que había que atender con la mayor urgencia:
Lograr un reequilibrio de la balanza de pagos del país; es decir, la relación entre ingresos y gastos en moneda libremente convertible (MLC), que no podría continuar siendo deficitaria sin freno en el tiempo.
Había que producir una serie de cambios que estimularan la productividad del trabajo, eliminando los obstáculos que impedían su crecimiento.
Crear condiciones de infraestructura productiva, en la energía eléctrica, el agua, el transporte, etc., para que lo que se lograra en esos años no quedara desconectado del entorno.
¿Qué ha pasado en estos años? Se obtuvieron ritmos de crecimiento gradualmente más altos. En 2009 fue solo 1.4%; después fue creciendo hasta 2012, en 3%, y luego, por una serie de afectaciones en nuestros ingresos externos, volvió a decrecer el ritmo de crecimiento hasta 1% en 2014.
En ese momento, en la ANPP, se hizo un reconocimiento que sigue siendo válido: para crecer, el país tenía que importar, no podía cambiar la relación entre crecimiento e importaciones, y ese año se tomó la decisión de incrementar las importaciones.
¿Por qué no se hizo antes? El problema está en que a finales de 2014 se presentó un elemento nuevo que permitió adoptar una serie de decisiones en ese sentido. En primer lugar, se firmó con Venezuela una serie de convenios, que posibilitaron ampliar la colaboración con ese país, que ya venía implementándose desde 2004 y, por otro lado, se inició el proceso de normalización de relaciones con los Estados Unidos (17 de diciembre de 2014), y eso creó expectativas muy favorables, lo que se llama en economía el “efecto demostración”.
Tuvimos a lo largo de dos años una serie de visitas de jefes de Estado, desde François Hollande, de Francia, hasta Shinzō Abe, de Japón, todos interesados en que, si se daba ese proceso de normalización, querían invertir en Cuba. Eso amplió nuestra capacidad de importación y, lógicamente, crecimos 4.4% en 2015, un crecimiento muy notable respecto al 1% de 2014. Esa situación duró hasta 2016, cuando se presentaron una serie de dificultades con el suministro de petróleo de Venezuela y se generó un desequilibrio fuerte en la economía nacional, que redujo su ritmo de crecimiento hasta 0.5%.
A partir de ese momento hemos tenido que enfrentar esas dificultades con la energía y, por el otro lado, entró en el escenario el señor Donald Trump, que desde que accedió a la presidencia en enero de 2017 inició un cambio en las relaciones de EE.UU. con Cuba. En junio de 2017 comenzaron a desmontar las pocas medidas que se habían logrado con la administración de Barack Obama, cuestión que se ha acrecentado en los últimos tiempos.
Esa situación no solo impacta en nuestras relaciones directas con EE.UU. sino que revierte el “efecto demostración” que sucedió positivamente con Obama, pues ahora todo el mundo tiene la preocupación de que todo aquello haya ido atrás y que Cuba no pueda avanzar como se prefiguró entre 2014 y 2016. Y eso ha repercutido en los ritmos de crecimiento de la economía, se ha hecho más difícil obtener créditos, estamos pagando deudas que se renegociaron a lo largo de estos años, partiendo de que iba a haber un crecimiento, el cual no se ha dado en la medida esperada, lo que ha creado muchísimas más tensiones desde el punto de vista financiero.
En resumen, estamos creciendo del 2016 para acá en 1.1% solamente, frente a 4.4 % en 2015 y 2.3 % de 2011 al 2016.
—Cada cierto tiempo se repiten periodos de crisis, en los que hay recortes de combustibles, de electricidad y escasez de productos básicos en las tiendas, con la consiguiente subida de precios. ¿Por qué la economía cubana es tan vulnerable?
Ariel Terrero: El primer problema de vulnerabilidad es la alta dependencia de la economía externa, no solo de un país sino en general. Cuando la economía externa tiene una situación de crisis siempre tiene un impacto o reflejo en la cubana.
El profesor José Luis se refería a lo que ocurrió en 2009. Aunque ahora no nos acordamos mucho y la comparación la remontamos a los años noventa, en 2009 también se hablaba sobre si íbamos a volver al Periodo Especial. Y en aquel año 2009 no estábamos en una situación similar. Tampoco en 2019.
En 1990 se adoptó el Periodo Especial en tiempo de paz como un programa para hacer frente a una crisis, a una recesión económica, en la que esencialmente se renuncia a los programas de desarrollo para resistir y proteger las conquistas sociales que se habían logrado. En el presente estamos en una situación también de medidas que se están estudiando con mucha cautela, con mucho cuidado, pero todavía se mantienen programas de inversiones, de desarrollo. La situación es esencialmente diferente, se aproxima un poco más a lo que ocurrió en 2009.
Incluso, a pesar de esa enorme dependencia, hoy hay una característica de la economía cubana que la diferencia de los años noventa: la diversificación, al menos inicial, que se ha logrado dentro de esa dependencia.
Si en 1990 se dependía en más de 80% del comercio con la Unión Soviética, hoy están presentes de forma importante Venezuela y China, además de otros países de la Unión Europea que tienen presencia en el comercio exterior cubano. Todavía Cuba no está satisfecha con el nivel de diversificación que ha logrado, pero realmente la situación es diferente, que fue lo que sucedió en 2009, con la repercusión de la crisis mundial de 2008 y una contingencia de huracanes al cierre de ese año, que fue desastroso para Cuba.
Hoy están sumándose una serie de factores como la crisis que está viviendo la economía mundial, las afectaciones en el suministro de energía y otros recursos de Venezuela, y el recrudecimiento de las medidas del bloqueo estadounidense por parte del gobierno de Donald Trump.
Estos son elementos permanentes en la economía cubana, junto a debilidades internas que tienen que ver con que no se ha logrado ordenar un modelo económico realmente eficiente. Ese es el objetivo de la actualización del modelo económico cubano: acabar de encontrar un funcionamiento de la economía interna, que resuelva los problemas con los que se tropieza constantemente, como la falta de conexión entre sectores y territorios; la falta de encadenamientos productivos eficientes entre los productores internos e, incluso, con los suministradores del exterior. Los tropiezos y los obstáculos por burocracia suelen ser también grandes.
Y hay otro elemento que se viene arrastrando, la dualidad monetaria y cambiaria. Si en sus inicios fue un alivio, hoy todo el mundo reconoce que genera muchas dificultades a la hora de ordenar un proceso económico, comercial, de inversiones, de funcionamiento del salario, etc. Genera fragmentación y falta de coherencia en el funcionamiento de la economía. Está reconocida como una necesidad la unificación monetaria y cambiaria, pero se convierte en una situación tan difícil que todavía no se ha logrado, por lo menos, primero, un consenso acerca de la manera de proceder, y segundo, sobre el momento oportuno para hacerlo.
Ariel Terrero en El podcast de Cubadebate. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
—¿Qué otros problemas frenan el desarrollo de la economía?
Ariel Terrero: Un reflejo del freno se percibe en la dependencia tan alta de la importación de alimentos. La agricultura cubana es una deuda, en las producciones pecuarias, de leche, granos. Se han ido buscando múltiples formas pero no han funcionado. Se dieron pasos para levantar la capacidad de las cooperativas, igualar un poco más la UBPC a la CCS, pero todavía no se ha hecho el nivel de inversión alto que necesita la agricultura. Lograr una mayor capacidad de producción de alimentos sería algo importantísimo para una economía que hoy depende mucho de la importación de combustibles y alimentos.
Necesitamos importar más tecnologías, porque el alimento es para comer no para desarrollarnos, aunque todos queramos que las tiendas se llenen de alimentos. Hay que buscar otras alternativas que sean de producción de alimentos propios e importar lo inevitable. Ese asunto lastra mucho a la economía cubana hoy.
Otro elemento en el cual queda mucho por hacer son las inversiones extranjeras. Cuba mantiene un programa de desarrollo de inversiones con el cual ha ido logrando un incremento de las inversiones nacionales y extranjeras, pero todavía estamos muy distantes de la meta que nos propusimos, acordada en la Asamblea Nacional, de lograr entre 2 000 y 2 500 millones de dólares de inversión por año. Estamos todavía por debajo de 1 000. Nos queda mucho por andar, porque necesitamos de esta alternativa que nos facilitará financiamiento, mercados externos y desarrollo tecnológico.
José Luis: Hace años, la Oficina Nacional de Estadística e Información desarrolla una encuesta de la situación económica de los hogares, donde las personas reflejan cuáles son sus principales preocupaciones. Desde los años ochenta no ha cambiado el perfil de las preocupaciones de los cubanos.
La encuesta 2010-2011 arrojó como principal preocupación de los cubanos que no alcanza el dinero, según el 27% de los encuestados. Está claro, incluso Raúl lo reconoce en uno de sus primeros discursos como presidente en 2007. Luego, el 23% identificó el problema de la insuficiencia de la alimentación; el 16%, la vivienda, y aproximadamente el 13%, el transporte. Ahí se concentran hace años las cuatro principales demandas de la población.
Haciendo referencia a los alimentos, es justo plantearse el problema de la sustitución de importaciones. El país importa alrededor de 2 000 millones de dólares en alimentos todos los años, entre el alimento animal y el de consumo directo de la población. De esa cifra, lo que se puede sustituir está entre 600 y 800 millones aproximadamente, porque se ha demostrado que hay alimentos que en Cuba no se pueden producir, al menos rentablemente: el trigo, la soya, el ganado de carne.
¿Qué tenemos para poder hacer eso? Hay que ser justos en este sentido porque las condiciones agroecológicas de Cuba no son favorables. Hace años que se sabe que aquí los terrenos que tienen rendimientos buenos o muy buenos son solo el 33% de la tierra agrícola, alrededor de 6 millones de hectáreas; por lo tanto, en el 67% tienes que complementar la base que tiene el suelo con agua, fertilizantes o pesticidas para que la producción sea favorable. Por ejemplo, la papa en Cuba no puede sembrarse más allá de Ciego de Ávila, lo mismo pasa con el plátano en las provincias orientales, no hay agua ni potasio suficiente.
¿Qué se ha hecho en ese sentido? Se han realizado inversiones complejas, estamos en el proceso de construcción del Trasvase Este-Oeste para suplir la carencia de agua en las provincias orientales, para llevar el agua de las montañas a los sembrados y poderla utilizar en la agricultura. El Valle de Caujerí tiene agua hoy a partir de esta inversión y es el terreno más fértil para producir alimentos en Guantánamo. Ya en el trasvase se han invertido 800 millones de dólares y es una inversión estratégica para el país, pues tenemos que regar el 31% de la tierra agrícola porque no hay lluvia suficiente.
No hemos podido hacer todas las inversiones que requiere la agricultura, porque necesariamente hay que invertir en aquello que se recupera más rápido, para poder resolver problemas. Quiero ilustrar esto porque hay dificultades objetivas en este sentido que es necesario tener en consideración.
¿Dónde se ha avanzado? Por ejemplo, estamos en el punto donde podemos garantizar la demanda del país en frijoles y tenemos condiciones para producirlos. No se avanza igual en el arroz, porque requiere agua y variedades de mayor rendimiento, estamos en 3.5 toneladas por hectárea cuando, con el aseguramiento necesario, el rendimiento se podría duplicar.
Está identificada claramente la situación que tenemos en la producción de alimentos y donde existe el recurso que compense las debilidades del suelo o que introduzca técnica se resuelve el problema. ¿Por qué el tabaco se ha mantenido incólume en todos estos años de dificultades? Porque tiene un financiamiento fijo que le permite obtener todo lo que le hace falta. La necesidad de recursos adicionales en la agricultura y las decisiones que hay que tomar para compensar las debilidades que tiene el suelo agrícola de Cuba forman parte de la realidad que hay que evaluar.
—¿Cuánto afecta al funcionamiento de la economía la falta de los encadenamientos productivos?
Ariel Terrero: Los problemas en los encadenamientos productivos son una derivación de que no ha existido una adecuada planificación de los programas de desarrollo. Ha sido reconocida como una debilidad en la planificación la necesidad de planes de largo plazo que prevean adecuadamente qué sectores voy a desarrollar y hacia dónde los voy a desarrollar; dentro de esa estrategia es que se va a poder establecer un mejor encadenamiento productivo entre sectores diferentes, porque, por ejemplo, voy a invertir en hoteles, en necesidades del turismo, y voy a invertir en industrias que abastecen el turismo, como en el sector de las energías renovables. Las inversiones que se desarrollan en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel van respondiendo a esa estrategia.
La industria del turismo ha sido pensada como una locomotora de la economía y ciertamente lo es, porque para su desarrollo requiere del abastecimiento de otros sectores. Creo que se ha avanzado bastante en esa dirección, pero todavía no lo suficiente como para que ese sueño sea realidad. Considero que el actual impulso al sector del turismo es una de las estrategias más inteligentes que hemos tomado, una posibilidad para el desarrollo probada en otros países de la región del Caribe.
Hay mucho por hacer, cada sector de la economía tiene el desafío de elaborar su propio plan a largo plazo. Y en la medida en que se logre este progreso de manera simultánea, la economía tendrá más garantías de autosostenibilidad, aunque siempre, por sus propias características, deberá depender de importar determinadas materias primas.
El Doctor José Luis Rodríguez en El podcast de Cubadebate. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
— ¿El plan impacta en los problemas que tiene la economía?
José Luis: El tema de la planificación no está totalmente resuelto, empezando por un asunto bastante debatido y sobre el cual creo que se puede accionar más directamente: la participación de los trabajadores en el proceso de planificación. Hoy el plan todavía se hace “arriba” y “baja” a los centros laborales, y ahí se somete a la discusión de los trabajadores de una manera formal, porque ya cuando un plan viene hecho es muy difícil que se hagan cambios. Sería muy diferente si la gente pudiera proponer un plan que se ajustara después a las posibilidades del país. Pero eso significa un cambio en la concepción de la planificación, significa gestión descentralizada, que es otro elemento clave de la gestión económica que todavía no hemos logrado y está en los documentos rectores. Esto cambiaría lógicamente la calidad del proceso de planificación.
Todo eso hay verlo como un sistema, porque no necesariamente se resuelve con que la gente proponga el plan; tiene que haber otros elementos relacionados con el sistema de estimulación y con la capacidad de generar alternativas en una empresa que opere de forma descentralizada con los recursos.
Hay alternativas que empleamos en años anteriores y, sin embargo, no se han vuelto a tomar. El país tuvo entidades que operaron descentralizadamente financiamientos en el sector del turismo. Por ejemplo, Finatur era una entidad que contaba con fondos propios a partir de la gestión de las ganancias del turismo y contrataba una serie de producciones como la cerveza. A inicios de los años 2000, del total de cerveza que consumía el sector de la divisa, 90 centavos de cada dólar eran de producción nacional. Eso se logró porque Finatur podía financiar la compra de las latas y las cebadas, además de que se hizo una reparación capital de las 100 cervecerías que existían en aquel momento. También el nivel de insumo de jabones, perfumes y champú se logró con la firma Suchel Camacho. Pero eso parte de un mecanismo descentralizado que pueda rápidamente operar, anticipar dinero, recuperarlo, financiar producciones, etc. Y eso no es lo que tenemos hoy, con una centralización de los recursos.
Se puede pensar que cuando los recursos son escasos se impone una centralización mayor, y es relativamente cierto. Porque en el Periodo Especial, cuando había menos recursos que nunca, se operó con esa fórmula descentralizada y dio resultado. Tenemos que hacer cosas que hicimos ya y que dieron resultados; además, porque hay estudios que lo sustentan.
Hay un gran desafío que tendremos que enfrentar muy pronto: en la actual Constitución la base de gestión pública fundamental va a estar en el municipio, ya no es en la provincia. Entonces, el municipio deberá tener capacidad para planificar y gestionar los bienes y servicios que concurren en el ámbito territorial. Por lo tanto, habrá que avanzar a pasos forzados hacia una planificación local de la economía. Hay experiencias pero no podemos ir en el mismo camino con un nivel de centralización y pretender que los municipios se desarrollen. Estamos mandatados por la Constitución: es en el municipio donde está la célula económica fundamental del país. Siempre habrá decisiones centrales, pero hay un margen muy amplio.
Otro tema es el de los incentivos. Lamentablemente, hoy hay muchas empresas que se involucran en procesos y no cumplen el plan por decisiones ajenas a ellas (por ejemplo, no disponen de un insumo que debió importarse) y, por lo tanto, los trabajadores son penalizados. Es por eso que la descentralización es indispensable. No todo se puede descentralizar, pero hay que empezar por algo y hay experiencias positivas que se pueden revisar.
El podcast de Cubadebate se graba en el estudio de radio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
El podcast de Cubadebate aborda hoy la situación de la economía cubana, que transita por una compleja coyuntura, según ratificó el presidente Miguel Díaz-Canel, en la última reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Hemos invitado a dos expertos cubanos:
José Luis Rodríguez, Doctor en Ciencias Económicas y asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial.
Ariel Terrero: especialista en asuntos económicos y vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba.
—Profesor, ¿regresa el Periodo Especial en Cuba?
José Luis: Que estamos enfrentando una coyuntura compleja está claro, y que la situación —por lo menos en dos años— no va a propiciar crecimientos mayores de 1 a 2%, se dijo también en la Asamblea Nacional.
Recordemos que el Periodo Especial se desató a partir del derrumbe del campo socialista. Cuba prácticamente perdió todos sus vínculos económicos externos, el PIB cayó casi en un 35% de 1989 a 1993 y se creó una situación de emergencia nacional. Esta no es la situación que tenemos hoy ni parece que vayamos a entrar en una situación de tal naturaleza, a no ser que ocurra un fenómeno imprevisible.
Eso no quiere decir que pueda existir un empeoramiento de las condiciones de reproducción de la economía cubana, sobre todo, a partir de que se recuperó gradualmente una serie de elementos que fueron afectados durante los años más agudos del Periodo Especial de 1990 hasta 2004, cuando se volvió a recuperar el PIB.
Las condiciones fueron mejorando gradualmente hasta 2008, cuando se desató una crisis en la economía mundial de la cual Cuba no escapó, tuvimos un desequilibrio financiero muy fuerte en ese año. Entonces, a partir del 2009 fue necesario ajustar el crecimiento de la economía a la disponibilidad de los recursos que esa situación empezó a crear. Así, los ritmos de crecimiento bajaron.
En 2009 se planteó la necesidad de crear las condiciones —que se concreta en los Lineamientos en 2011— para evitar que se repitiera la crisis desde el punto de vista financiero externo que el país había tenido que enfrentar en 2008. Esto suponía a corto plazo tres cuestiones que había que atender con la mayor urgencia:
Lograr un reequilibrio de la balanza de pagos del país; es decir, la relación entre ingresos y gastos en moneda libremente convertible (MLC), que no podría continuar siendo deficitaria sin freno en el tiempo.
Había que producir una serie de cambios que estimularan la productividad del trabajo, eliminando los obstáculos que impedían su crecimiento.
Crear condiciones de infraestructura productiva, en la energía eléctrica, el agua, el transporte, etc., para que lo que se lograra en esos años no quedara desconectado del entorno.
¿Qué ha pasado en estos años? Se obtuvieron ritmos de crecimiento gradualmente más altos. En 2009 fue solo 1.4%; después fue creciendo hasta 2012, en 3%, y luego, por una serie de afectaciones en nuestros ingresos externos, volvió a decrecer el ritmo de crecimiento hasta 1% en 2014.
En ese momento, en la ANPP, se hizo un reconocimiento que sigue siendo válido: para crecer, el país tenía que importar, no podía cambiar la relación entre crecimiento e importaciones, y ese año se tomó la decisión de incrementar las importaciones.
¿Por qué no se hizo antes? El problema está en que a finales de 2014 se presentó un elemento nuevo que permitió adoptar una serie de decisiones en ese sentido. En primer lugar, se firmó con Venezuela una serie de convenios, que posibilitaron ampliar la colaboración con ese país, que ya venía implementándose desde 2004 y, por otro lado, se inició el proceso de normalización de relaciones con los Estados Unidos (17 de diciembre de 2014), y eso creó expectativas muy favorables, lo que se llama en economía el “efecto demostración”.
Tuvimos a lo largo de dos años una serie de visitas de jefes de Estado, desde François Hollande, de Francia, hasta Shinzō Abe, de Japón, todos interesados en que, si se daba ese proceso de normalización, querían invertir en Cuba. Eso amplió nuestra capacidad de importación y, lógicamente, crecimos 4.4% en 2015, un crecimiento muy notable respecto al 1% de 2014. Esa situación duró hasta 2016, cuando se presentaron una serie de dificultades con el suministro de petróleo de Venezuela y se generó un desequilibrio fuerte en la economía nacional, que redujo su ritmo de crecimiento hasta 0.5%.
A partir de ese momento hemos tenido que enfrentar esas dificultades con la energía y, por el otro lado, entró en el escenario el señor Donald Trump, que desde que accedió a la presidencia en enero de 2017 inició un cambio en las relaciones de EE.UU. con Cuba. En junio de 2017 comenzaron a desmontar las pocas medidas que se habían logrado con la administración de Barack Obama, cuestión que se ha acrecentado en los últimos tiempos.
Esa situación no solo impacta en nuestras relaciones directas con EE.UU. sino que revierte el “efecto demostración” que sucedió positivamente con Obama, pues ahora todo el mundo tiene la preocupación de que todo aquello haya ido atrás y que Cuba no pueda avanzar como se prefiguró entre 2014 y 2016. Y eso ha repercutido en los ritmos de crecimiento de la economía, se ha hecho más difícil obtener créditos, estamos pagando deudas que se renegociaron a lo largo de estos años, partiendo de que iba a haber un crecimiento, el cual no se ha dado en la medida esperada, lo que ha creado muchísimas más tensiones desde el punto de vista financiero.
En resumen, estamos creciendo del 2016 para acá en 1.1% solamente, frente a 4.4 % en 2015 y 2.3 % de 2011 al 2016.
—Cada cierto tiempo se repiten periodos de crisis, en los que hay recortes de combustibles, de electricidad y escasez de productos básicos en las tiendas, con la consiguiente subida de precios. ¿Por qué la economía cubana es tan vulnerable?
Ariel Terrero: El primer problema de vulnerabilidad es la alta dependencia de la economía externa, no solo de un país sino en general. Cuando la economía externa tiene una situación de crisis siempre tiene un impacto o reflejo en la cubana.
El profesor José Luis se refería a lo que ocurrió en 2009. Aunque ahora no nos acordamos mucho y la comparación la remontamos a los años noventa, en 2009 también se hablaba sobre si íbamos a volver al Periodo Especial. Y en aquel año 2009 no estábamos en una situación similar. Tampoco en 2019.
En 1990 se adoptó el Periodo Especial en tiempo de paz como un programa para hacer frente a una crisis, a una recesión económica, en la que esencialmente se renuncia a los programas de desarrollo para resistir y proteger las conquistas sociales que se habían logrado. En el presente estamos en una situación también de medidas que se están estudiando con mucha cautela, con mucho cuidado, pero todavía se mantienen programas de inversiones, de desarrollo. La situación es esencialmente diferente, se aproxima un poco más a lo que ocurrió en 2009.
Incluso, a pesar de esa enorme dependencia, hoy hay una característica de la economía cubana que la diferencia de los años noventa: la diversificación, al menos inicial, que se ha logrado dentro de esa dependencia.
Si en 1990 se dependía en más de 80% del comercio con la Unión Soviética, hoy están presentes de forma importante Venezuela y China, además de otros países de la Unión Europea que tienen presencia en el comercio exterior cubano. Todavía Cuba no está satisfecha con el nivel de diversificación que ha logrado, pero realmente la situación es diferente, que fue lo que sucedió en 2009, con la repercusión de la crisis mundial de 2008 y una contingencia de huracanes al cierre de ese año, que fue desastroso para Cuba.
Hoy están sumándose una serie de factores como la crisis que está viviendo la economía mundial, las afectaciones en el suministro de energía y otros recursos de Venezuela, y el recrudecimiento de las medidas del bloqueo estadounidense por parte del gobierno de Donald Trump.
Estos son elementos permanentes en la economía cubana, junto a debilidades internas que tienen que ver con que no se ha logrado ordenar un modelo económico realmente eficiente. Ese es el objetivo de la actualización del modelo económico cubano: acabar de encontrar un funcionamiento de la economía interna, que resuelva los problemas con los que se tropieza constantemente, como la falta de conexión entre sectores y territorios; la falta de encadenamientos productivos eficientes entre los productores internos e, incluso, con los suministradores del exterior. Los tropiezos y los obstáculos por burocracia suelen ser también grandes.
Y hay otro elemento que se viene arrastrando, la dualidad monetaria y cambiaria. Si en sus inicios fue un alivio, hoy todo el mundo reconoce que genera muchas dificultades a la hora de ordenar un proceso económico, comercial, de inversiones, de funcionamiento del salario, etc. Genera fragmentación y falta de coherencia en el funcionamiento de la economía. Está reconocida como una necesidad la unificación monetaria y cambiaria, pero se convierte en una situación tan difícil que todavía no se ha logrado, por lo menos, primero, un consenso acerca de la manera de proceder, y segundo, sobre el momento oportuno para hacerlo.
Ariel Terrero en El podcast de Cubadebate. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
—¿Qué otros problemas frenan el desarrollo de la economía?
Ariel Terrero: Un reflejo del freno se percibe en la dependencia tan alta de la importación de alimentos. La agricultura cubana es una deuda, en las producciones pecuarias, de leche, granos. Se han ido buscando múltiples formas pero no han funcionado. Se dieron pasos para levantar la capacidad de las cooperativas, igualar un poco más la UBPC a la CCS, pero todavía no se ha hecho el nivel de inversión alto que necesita la agricultura. Lograr una mayor capacidad de producción de alimentos sería algo importantísimo para una economía que hoy depende mucho de la importación de combustibles y alimentos.
Necesitamos importar más tecnologías, porque el alimento es para comer no para desarrollarnos, aunque todos queramos que las tiendas se llenen de alimentos. Hay que buscar otras alternativas que sean de producción de alimentos propios e importar lo inevitable. Ese asunto lastra mucho a la economía cubana hoy.
Otro elemento en el cual queda mucho por hacer son las inversiones extranjeras. Cuba mantiene un programa de desarrollo de inversiones con el cual ha ido logrando un incremento de las inversiones nacionales y extranjeras, pero todavía estamos muy distantes de la meta que nos propusimos, acordada en la Asamblea Nacional, de lograr entre 2 000 y 2 500 millones de dólares de inversión por año. Estamos todavía por debajo de 1 000. Nos queda mucho por andar, porque necesitamos de esta alternativa que nos facilitará financiamiento, mercados externos y desarrollo tecnológico.
José Luis: Hace años, la Oficina Nacional de Estadística e Información desarrolla una encuesta de la situación económica de los hogares, donde las personas reflejan cuáles son sus principales preocupaciones. Desde los años ochenta no ha cambiado el perfil de las preocupaciones de los cubanos.
La encuesta 2010-2011 arrojó como principal preocupación de los cubanos que no alcanza el dinero, según el 27% de los encuestados. Está claro, incluso Raúl lo reconoce en uno de sus primeros discursos como presidente en 2007. Luego, el 23% identificó el problema de la insuficiencia de la alimentación; el 16%, la vivienda, y aproximadamente el 13%, el transporte. Ahí se concentran hace años las cuatro principales demandas de la población.
Haciendo referencia a los alimentos, es justo plantearse el problema de la sustitución de importaciones. El país importa alrededor de 2 000 millones de dólares en alimentos todos los años, entre el alimento animal y el de consumo directo de la población. De esa cifra, lo que se puede sustituir está entre 600 y 800 millones aproximadamente, porque se ha demostrado que hay alimentos que en Cuba no se pueden producir, al menos rentablemente: el trigo, la soya, el ganado de carne.
¿Qué tenemos para poder hacer eso? Hay que ser justos en este sentido porque las condiciones agroecológicas de Cuba no son favorables. Hace años que se sabe que aquí los terrenos que tienen rendimientos buenos o muy buenos son solo el 33% de la tierra agrícola, alrededor de 6 millones de hectáreas; por lo tanto, en el 67% tienes que complementar la base que tiene el suelo con agua, fertilizantes o pesticidas para que la producción sea favorable. Por ejemplo, la papa en Cuba no puede sembrarse más allá de Ciego de Ávila, lo mismo pasa con el plátano en las provincias orientales, no hay agua ni potasio suficiente.
¿Qué se ha hecho en ese sentido? Se han realizado inversiones complejas, estamos en el proceso de construcción del Trasvase Este-Oeste para suplir la carencia de agua en las provincias orientales, para llevar el agua de las montañas a los sembrados y poderla utilizar en la agricultura. El Valle de Caujerí tiene agua hoy a partir de esta inversión y es el terreno más fértil para producir alimentos en Guantánamo. Ya en el trasvase se han invertido 800 millones de dólares y es una inversión estratégica para el país, pues tenemos que regar el 31% de la tierra agrícola porque no hay lluvia suficiente.
No hemos podido hacer todas las inversiones que requiere la agricultura, porque necesariamente hay que invertir en aquello que se recupera más rápido, para poder resolver problemas. Quiero ilustrar esto porque hay dificultades objetivas en este sentido que es necesario tener en consideración.
¿Dónde se ha avanzado? Por ejemplo, estamos en el punto donde podemos garantizar la demanda del país en frijoles y tenemos condiciones para producirlos. No se avanza igual en el arroz, porque requiere agua y variedades de mayor rendimiento, estamos en 3.5 toneladas por hectárea cuando, con el aseguramiento necesario, el rendimiento se podría duplicar.
Está identificada claramente la situación que tenemos en la producción de alimentos y donde existe el recurso que compense las debilidades del suelo o que introduzca técnica se resuelve el problema. ¿Por qué el tabaco se ha mantenido incólume en todos estos años de dificultades? Porque tiene un financiamiento fijo que le permite obtener todo lo que le hace falta. La necesidad de recursos adicionales en la agricultura y las decisiones que hay que tomar para compensar las debilidades que tiene el suelo agrícola de Cuba forman parte de la realidad que hay que evaluar.
—¿Cuánto afecta al funcionamiento de la economía la falta de los encadenamientos productivos?
Ariel Terrero: Los problemas en los encadenamientos productivos son una derivación de que no ha existido una adecuada planificación de los programas de desarrollo. Ha sido reconocida como una debilidad en la planificación la necesidad de planes de largo plazo que prevean adecuadamente qué sectores voy a desarrollar y hacia dónde los voy a desarrollar; dentro de esa estrategia es que se va a poder establecer un mejor encadenamiento productivo entre sectores diferentes, porque, por ejemplo, voy a invertir en hoteles, en necesidades del turismo, y voy a invertir en industrias que abastecen el turismo, como en el sector de las energías renovables. Las inversiones que se desarrollan en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel van respondiendo a esa estrategia.
La industria del turismo ha sido pensada como una locomotora de la economía y ciertamente lo es, porque para su desarrollo requiere del abastecimiento de otros sectores. Creo que se ha avanzado bastante en esa dirección, pero todavía no lo suficiente como para que ese sueño sea realidad. Considero que el actual impulso al sector del turismo es una de las estrategias más inteligentes que hemos tomado, una posibilidad para el desarrollo probada en otros países de la región del Caribe.
Hay mucho por hacer, cada sector de la economía tiene el desafío de elaborar su propio plan a largo plazo. Y en la medida en que se logre este progreso de manera simultánea, la economía tendrá más garantías de autosostenibilidad, aunque siempre, por sus propias características, deberá depender de importar determinadas materias primas.
El Doctor José Luis Rodríguez en El podcast de Cubadebate. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
— ¿El plan impacta en los problemas que tiene la economía?
José Luis: El tema de la planificación no está totalmente resuelto, empezando por un asunto bastante debatido y sobre el cual creo que se puede accionar más directamente: la participación de los trabajadores en el proceso de planificación. Hoy el plan todavía se hace “arriba” y “baja” a los centros laborales, y ahí se somete a la discusión de los trabajadores de una manera formal, porque ya cuando un plan viene hecho es muy difícil que se hagan cambios. Sería muy diferente si la gente pudiera proponer un plan que se ajustara después a las posibilidades del país. Pero eso significa un cambio en la concepción de la planificación, significa gestión descentralizada, que es otro elemento clave de la gestión económica que todavía no hemos logrado y está en los documentos rectores. Esto cambiaría lógicamente la calidad del proceso de planificación.
Todo eso hay verlo como un sistema, porque no necesariamente se resuelve con que la gente proponga el plan; tiene que haber otros elementos relacionados con el sistema de estimulación y con la capacidad de generar alternativas en una empresa que opere de forma descentralizada con los recursos.
Hay alternativas que empleamos en años anteriores y, sin embargo, no se han vuelto a tomar. El país tuvo entidades que operaron descentralizadamente financiamientos en el sector del turismo. Por ejemplo, Finatur era una entidad que contaba con fondos propios a partir de la gestión de las ganancias del turismo y contrataba una serie de producciones como la cerveza. A inicios de los años 2000, del total de cerveza que consumía el sector de la divisa, 90 centavos de cada dólar eran de producción nacional. Eso se logró porque Finatur podía financiar la compra de las latas y las cebadas, además de que se hizo una reparación capital de las 100 cervecerías que existían en aquel momento. También el nivel de insumo de jabones, perfumes y champú se logró con la firma Suchel Camacho. Pero eso parte de un mecanismo descentralizado que pueda rápidamente operar, anticipar dinero, recuperarlo, financiar producciones, etc. Y eso no es lo que tenemos hoy, con una centralización de los recursos.
Se puede pensar que cuando los recursos son escasos se impone una centralización mayor, y es relativamente cierto. Porque en el Periodo Especial, cuando había menos recursos que nunca, se operó con esa fórmula descentralizada y dio resultado. Tenemos que hacer cosas que hicimos ya y que dieron resultados; además, porque hay estudios que lo sustentan.
Hay un gran desafío que tendremos que enfrentar muy pronto: en la actual Constitución la base de gestión pública fundamental va a estar en el municipio, ya no es en la provincia. Entonces, el municipio deberá tener capacidad para planificar y gestionar los bienes y servicios que concurren en el ámbito territorial. Por lo tanto, habrá que avanzar a pasos forzados hacia una planificación local de la economía. Hay experiencias pero no podemos ir en el mismo camino con un nivel de centralización y pretender que los municipios se desarrollen. Estamos mandatados por la Constitución: es en el municipio donde está la célula económica fundamental del país. Siempre habrá decisiones centrales, pero hay un margen muy amplio.
Otro tema es el de los incentivos. Lamentablemente, hoy hay muchas empresas que se involucran en procesos y no cumplen el plan por decisiones ajenas a ellas (por ejemplo, no disponen de un insumo que debió importarse) y, por lo tanto, los trabajadores son penalizados. Es por eso que la descentralización es indispensable. No todo se puede descentralizar, pero hay que empezar por algo y hay experiencias positivas que se pueden revisar.
Desde el estudio de radio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, el podcast de Cubadebate. Foto: Deny Extremera San Martín/Cubadebate.
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Conversamos con
José Luis Rodríguez: Académico cubano. Doctor en Ciencias Económicas. Asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial. Ministro de Economía y Planificación de Cuba (1994-2008). Fue vicepresidente del Consejo de Ministros.
Ariel Terrero: Periodista cubano, especialista en asuntos económicos. Director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez. Vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba.
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