lunes, 9 de abril de 2018

¿Quién es Emma González?


Por Rafael Betancourt

LA HABANA. De los estudiantes sobrevivientes de la matanza ocurrida el pasado 14 de febrero en la escuela media superior, Marjory Stoneman Douglas, de Parkland, Florida, han surgido líderes de un movimiento nacional de jóvenes por el control de armas en ese país. Entre ellos se ha destacado una muchachita de 18 años, baja de estatura, de cara dulce y pelo recortado, con temple de acero y estampa de gigante.

Desde ese día, en sus propias palabras, “mis compañeros y compañeras sobrevivientes y yo no hemos dejado de hablar. Hemos irrumpido en los medios mediante comparecencias y entrevistas, nos hemos reunido con legisladores nacionales y estaduales para rogarles que promulguen leyes mucho más estrictas de control de armas, y se nos han unido en la protesta estudiantes de toda la nación y el mundo los cuales han celebrado huelgas y manifestaciones que muestran la enorme energía y poder de los jóvenes.”

Un mes después del macabro incidente, los sobrevivientes encabezaron una concentración en Washington DC para luchar por el control de armas, al que asistieron cientos de miles de personas, la protesta juvenil más grande desde la guerra de Vietnam. Otros 800 mítines más se celebraron por todo el mundo.
Emma tomó el podio para pronunciar su discurso, con una intensa mirada. Durante seis minutos y 20 segundos – el tiempo que le tomó al asesino, un ex-estudiante de 19 años de la misma escuela, disparar y matar a 17 personas – Emma leyó los nombres de cada víctima y a continuación guardó un absoluto silencio mientras las lágrimas le corrían por la cara y el país se estremecía. Vestía una chaqueta verde olivo llena de botones y cosida en la manga derecha, la bandera cubana.

Parafraseando a nuestra René Méndez Capote, Emma González es una cubanita que nació [en Estados Unidos] con el siglo [XXI].

Su padre es un cubano que de niño salió de Cuba en 1968 y se hizo abogado en Estados Unidos. La madre es estadounidense, maestra de matemáticas. “La vi en una entrevista y suena como una mujer culta, casi poética en sus comentarios y la preocupación por su hija”, dice Albor Ruiz, periodista cubano radicado en Nueva York.

En una entrevista en el programa televisivo “60 Minutes,” de CBS, Beth, la madre, le recordó a los televidentes que Emma es una jovencita a pesar de la fuerza que ha demostrado: “Es como si se hubiese construido un par de alas de balsa y cinta adhesiva y saltó de un edificio, y nosotros estamos corriendo debajo de ella con una red, que ella no quiere ni piensa que necesita.”

“Me llamo Emma González, tengo 18 años y soy cubana y bisexual”; así comenzó un ensayo que escribió para la revista Harper’s Bazaar. Durante los últimos tres años ha sido presidenta de la Alianza homo-heterosexual (Gay-Straight Alliance) de su escuela. “Si yo no fuera tan franca sobre quién soy nunca hubiera podido hacer esto,” declaró a Yahoo Lifestyle.

¿Es excepcional Emma González? ¿Existen antecedentes para esta joven nacida en Estados Unidos que afirma su identidad nacional cubana así como su afinidad sexual? ¿Resulta extraño que defienda las causas justas y se alce contra las peores manifestaciones de la sociedad y sistema político estadounidense?

Hace 40 años llegó a Cuba un grupo de 55 jóvenes que nacieron aquí y residían allá, principalmente en Estados Unidos y Puerto Rico, que simpatizaban o militaban en los más diversos movimientos y causas en esos países, desde la independencia de Puerto Rico, pasando por las luchas por los derechos raciales, de nativos americanos y otras minorías en Estados Unidos, grupos comunitarios y de mujeres, LGBT, hasta estudiantes y científicos comprometidos. A través de diez contingentes de la Brigada Antonio Maceo pasaron por Cuba cientos de jóvenes que de ese modo reafirmaron su nacionalidad y patriotismo a la vez que regresaban a sus países de residencia a continuar sus vidas y sus luchas. Hoy son mujeres y hombres de bien, la mayoría profesionales que han aportado a su sociedad, a cambios positivos, a movimientos y campañas políticas progresistas, y a mantener y estrechar los vínculos con Cuba.

Uno de aquellos jóvenes de antaño, hoy abuelo, escribió: “Para mí Emma es la continuidad de lo que fuimos nosotros en nuestro tiempo, incluyendo la diversidad sexual, aunque no haya nacido aquí ni su activismo se centre en Cuba, sino en su entorno y problemática social, como corresponde. Me veo identificado y perpetuado por esa generación, donde están incluidos nuestros hijos y hasta nietos, que llevan en la sangre – aunque en ocasiones no lo sepan – el grito de libertad mambí, o boricua, o afro-norteamericano, o indoamericano, o de la juventud estadounidense que se levanta, y de la que Emma es también símbolo. La bandera cubana nos une a todos.”

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