miércoles, 7 de febrero de 2018

La unificación monetaria, un urgente primer paso

Autor: Jorge Barrera Ortega


“El viaje más largo comienza con el primer paso”.

“Aquel que lo piensa mucho antes de dar un paso, se pasará su vida completa en un solo pie”.

Proverbios chinos.




Mucho se ha hablado y escrito sobre la unificación monetaria y cambiaria. En su discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado 22 de diciembre de 2017, el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, enfatizaba:

Aunque la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria por sí misma no solucionará mágicamente todos los problemas acumulados en la economía cubana, constituye el proceso más determinante para avanzar en la actualización del modelo económico por el impacto que tendrá en todas las esferas del quehacer económico y social de la nación. Sin resolver eso es difícil avanzar correctamente.
En este período se ha reforzado e intensificado el trabajo con una mayor integralidad y alcance, de modo que seamos capaces de, a la par que unificamos el sistema monetario, superar las distorsiones existentes en materia de subsidios, precios y tarifas mayoristas y minoristas y, como es lógico, las pensiones y los salarios del sector estatal de la economía.

Nadie puede calcular, ni el más sabio de los sabios que tengamos nosotros, el elevado costo que ha significado para el sector estatal la persistencia de la dualidad monetaria y cambiaria, la cual favorece la injusta pirámide invertida, donde a mayor responsabilidad se recibe una menor retribución y no todos los ciudadanos aptos se sienten motivados a trabajar legalmente, al tiempo que se desestimula la promoción a cargos superiores de los mejores y más capacitados trabajadores y cuadros, algunos de los cuales emigran al sector no estatal.

Debo reconocer que este asunto nos ha tomado demasiado tiempo y no puede dilatarse más su solución.

Por su parte, en su informe del 21-12-2017 al Parlamento, sobre novedades en la implementación de los Lineamientos, según artículo de José Raúl Concepción y Dianet Doimeadiós Guerrero, publicado en Cubadebate:


Marino Murillo aseguró que se trabaja intensamente en el proceso de unificación monetaria del país. Agregó que esta decisión es muy compleja y en ella trabajan más de 200 especialistas, divididos en 13 subgrupos de trabajo, incluso se han consultado expertos extranjeros. Este paso no es sencillo, porque “tiene un efecto en toda la economía y en la sociedad, no es solo cambiar una moneda por otra, tiene que ver con la formación de precio, con la capacidad de compra del salario, con el salario”, explico el también vicepresidente del Consejo de Ministros.

No creo que alguien tenga dudas sobre la complejidad del proceso que debe realizarse para alcanzar la unificación monetaria y cambiaria y que, por sus características, debe concebirse en varias etapas.

Pienso, sin embargo, que, excepto para las primeras etapas, el diseño detallado de cada una de ellas, no podrá ser posible sin analizar los resultados de lo que vaya sucediendo. Intentar diseñar todo el proceso desde el inicio, previendo todas las posibles consecuencias, es una buena receta para no hacer nada.

Hay un primer paso sobre el que, según lo que he podido leer y oír, todos coinciden, que no tiene por qué demorarse más: eliminar el tipo de cambio de 1 CUC por 1 CUP en la contabilidad de las empresas.

Este paso permitirá en primer lugar clarificar la situación económica de las empresas estatales. Nadie duda de que el peso cubano con la regla contable actual está muy sobrevalorado, con, al menos, las siguientes repercusiones negativas:
Cualquier indicador económico sobre la actividad de las empresas está altamente distorsionado, ya que en los valores se suman los CUP y los CUC como iguales, aun cuando se conoce que eso no es así. Debido a este hecho el valor total de la producción y las utilidades de una empresa entre otros indicadores y, por lo tanto, todos los indicadores económicos que a partir de estos se elaboran, incluyendo el Producto Interno Bruto, no reflejan la realidad económica.

Otras veces he utilizado como ejemplo la medición de un edificio como suma de las alturas de cada piso, cuando algunos pisos están medidos en pulgadas y otros en metros. Decir que el edificio mide 140 unidades de medida totales no dice nada. Si todos los pisos se midieron en pulgadas, 140 pulgadas corresponde a un edifico de una planta. Si, por el contrario, todos los pisos se midieron en metros, estamos en presencia de un edificio de más de 34 pisos, mayor que los más altos de La Habana.
Los resultados de la contabilidad favorecen a las empresas importadoras y perjudican a las exportadoras. Este es un efecto de la sobrevaloración del tipo de cambio de una moneda bien explicado y analizado en la literatura económica, por lo que no es necesario comentarlo.
No se pueden cuantificar los subsidios reales que el Estado otorga, tanto a las empresas con dificultades económicas, como al mantenimiento de programas sociales o mecanismos de distribución como la libreta de abastecimiento. Debido a que la contabilidad de todas las empresas que suministran los productos para los programas sociales y para abastecer a la población está totalmente viciada por el tipo de cambio 1 CUP por 1 CUC, los subsidios que en la actualidad se otorgan con estos fines no reflejan la realidad.

Tómese como ejemplo el arroz. Una libra de arroz con 15% de granos partidos, que es el que normalmente se comercializa en Cuba, debió haber costado a finales de 2017 poco más de 0.20 USD, puesto en un almacén mayorista, por lo que con el tipo de cambio actual se registró a un costo de 0.20 CUP. Si este producto se hubiera registrado utilizando un tipo de cambio más real, por ejemplo el de CADECA, sin considerar ganancias, una libra de arroz se hubiera registrado a 5 CUP. El precio real de venta fue de 4 CUP en el caso del arroz liberado y 0.43 CUP (5 libras a 0.25 y 2 libras a 0.90) en el de la libreta. Por lo que, en las condiciones actuales de 1 CUC por 1 CUP, esta operación no tuvo que ser subvencionada, sino que produjo un ingreso para el presupuesto considerable (4.00 – 0.20) * libra de arroz liberado más (0.43 – 0.20) por libra de arroz vendido por la libreta. Sin embargo, de haberse registrado el costo con el tipo de cambio de CADECA, hubiera sido necesario subvencionar el producto por (5.00 – 4.00) * libra de arroz liberado más (5.00 – 0.43) * libra de arroz vendido por la libreta.

Como se muestra en este ejemplo, la situación actual está tan distorsionada que, algo que realmente se subsidia, aparece en las cuentas nacionales como un ingreso al presupuesto.
La evaluación de la efectividad de cualquier inversión se hace con datos que no se corresponden con la realidad, por lo que puede arrojar resultados que no ayuden a la toma de decisiones.
La participación del salario en el total de los costos de las empresas es alta, ya que en su mayor parte se paga en CUP, por lo que cualquier modificación de su estructura repercute fuertemente en los resultados de la empresa. Esta es una de las razones que dificulta la realización de una reforma salarial en las condiciones actuales.

Una de las repercusiones de la modificación del tipo de cambio de la contabilidad de la que más se ha hablado es que provocará inevitablemente una espiral inflacionaria. No comparto este criterio.

Cuba tiene la posibilidad de aislar totalmente las relaciones de las empresas con las personas naturales, sean estas productores o consumidores, y mantener los precios actuales en esas relaciones de tal forma que la unificación monetaria y la correspondiente reforma de precios interempresariales no modifiquen la situación actual de ese sector.

Esta medida es de extraordinaria importancia, ya que permite que posibles errores en los tipos de cambio a utilizar o en la correspondiente reforma de precios no tengan repercusiones mayores en la vida económica de las personas naturales.

El mantenimiento de los precios actuales se puede garantizar subvencionando en los casos que se requiera, normalmente la mayoría, a las entidades que le venden productos a personas naturales en CUP o, si esto es muy complejo, como puede suceder con el caso de las “bodegas” donde se distribuyen los productos asignados por la libreta de abastecimiento, a las empresas que le venden los productos a estas.

Hoy en día este subsidio existe, como se explicó con el ejemplo del arroz, pero se oculta en la mayor parte de los casos en la contabilidad de las empresas.

La modificación del tipo de cambio de la contabilidad de las empresas tiene que hacerse al unísono con una reforma de precios interempresariales. No es posible modificar el tipo de cambio del CUP contra el CUC o USD, sin al mismo tiempo modificar todos los precios utilizados por las empresas en sus relaciones comerciales entre ellas.

Bastante se ha escrito también sobre este tema, básicamente se ha señalado que la introducción de un tipo de cambio más real entre el CUP y el CUC para las empresas tendrá como repercusión que muchas de ellas se harán irrentables (se habla de casi 40%). De esta manera, se presenta la introducción del tipo de cambio como la causa de que algunas empresas sean irrentables. La realidad es que el correcto tipo de cambio pondrá al descubierto a las que hoy ya lo son, lo que no se evidencia con el tipo de cambio actual.

Cómo hacer la reforma de precios para las relaciones interempresariales es uno de los temas de mayor complejidad. Un posible camino es permitir que las empresas calculen sus propios precios a partir de bases generales que se fijen centralmente. Téngase en cuenta que los precios que se obtengan no tendrán repercusión en las personas naturales, por lo que los posibles errores podrán ser corregidos en las relaciones entre las propias empresas.

Así, por ejemplo, se puede normar que los nuevos precios se calcularán a partir de una ficha de costo donde se distingan los componentes: salario, insumos y otros gastos (incluyendo depreciación) en CUP e insumos y otros gastos (incluyendo depreciación) en CUC.

Excepto para el salario, para el resto de los componentes deberá definirse un coeficiente de ajuste a partir de la nueva tasa de cambio. El de los insumos y otros gastos en CUC será obviamente el nuevo tipo de cambio, el de los insumos y otros gastos en CUP se puede calcular para toda la economía a partir de la composición en porcientos de estos componentes en el total de las empresas estatales (ver propuesta de procedimiento de cálculo al final de este trabajo). En cuanto a la depreciación se pudiera normar que, según la composición de los activos fijos de la empresa, un porciento de la misma se considere en CUP (fundamentalmente edificios) y otro en CUC (básicamente maquinaria y equipos cuya adquisición en los últimos años ha sido a través de su importación o su fabricación en Cuba con un alto componente de elementos importados).

Al costo en CUP que se obtenga por los cálculos anteriores se le debe poder agregar un porciento de ganancia, al que se le pudiera poner un límite, por ejemplo de 20%.

Los precios que se calculen de esta forma permitirán, en principio, que las empresas sean rentables, pero al mismo tiempo diferenciar la eficiencia entre empresas que producen lo mismo, y, lo que es más importante aún, comparar estos precios con los del mercado internacional, en los casos en que existan productos similares con cotizaciones confiables.

Obviamente, debido a que los coeficientes a aplicar en todas las empresas se calculan de forma global en esta propuesta,[1], cuando una empresa específica establezca sus relaciones comerciales con sus suministradores puede verse perjudicada o beneficiada en sus costos, ya que no necesariamente los coeficientes globales se ajustan a los reales de sus suministradores.

Los nuevos precios deberán hacerse públicos un tiempo prudencial antes de aplicar esta medida, con el fin de que se puedan establecer las relaciones contractuales en las nuevas condiciones. En este proceso debe darse libertad a la negociación. El precio a pactar en definitiva no tiene que ser exactamente el calculado con las indicaciones globales. Como se dijo, al margen de ganancia se le fija un tope, pero puede llegar en ciertos casos a ser 0 para un producto específico.

Por otra parte, en la medida en que el acceso a la divisa sea más libre, los precios internacionales, multiplicados por la tasa de cambio que exista, podrán ser utilizados para establecer comparaciones, y provocar que no se demanden productos nacionales altamente incompetentes o que, si por razones estratégicas se requiere su producción nacional, se subvencione a las empresas correspondientes para que sus precios de venta puedan ser competitivos.

El otro tema sobre el que se ha especulado bastante es qué tipo de cambio aplicar inicialmente. Muchos autores se inclinan por fijar uno intermedio entre el actual y el de CADECA, con la idea de que ambos tipos de cambio vayan acercándose paulatinamente en la medida en que mejore la eficiencia económica.

En esos planteamientos subyace el criterio de que los tipos de cambio, tanto de CADECA como el usado por las empresas, deben cambiar periódicamente, con lo cual coincido, pero pienso que si desde un inicio ambos son iguales, que es mi propuesta, el proceso de ajustes posteriores será mucho más simple y transparente.

Precisar en estos momentos cual sería el tipo de cambio único de equilibrio es prácticamente imposible, ya que depende de los resultados que alcance la economía cubana, de los precios externos de las importaciones y exportaciones, y de los resultados de las reformas de precios y de salarios.

Como, en definitiva, el tipo de cambio que se fije para las empresas no tendrá repercusiones en la economía de las personas naturales, según lo antes propuesto, partir de un solo tipo de cambio para toda la economía parece ser mucho más razonable.

¿Qué hacer después de unificados los tipos de cambio empresariales y de la población? A partir de los resultados que se obtengan deberá hacerse un análisis sobre la efectividad de cada empresa, en el que se defina, para las que no son rentables en estas nuevas condiciones, si continúan trabajando de forma subvencionada, o si deben desaparecer o fusionarse con otras.

Un siguiente paso que debe emprenderse es eliminar la libreta de abastecimiento, subsidiando a las personas que solo trabajan para el Estado y a los jubilados y asistidos socialmente, de tal forma que este paso no signifique un empeoramiento de sus condiciones económicas, sino un mejoramiento. Lograr esto no debe ser muy complejo, ya que si los productos de la libreta se venden a su precio real, el aumento de la recaudación por el diferencial de precios, o la disminución de las importaciones o producciones nacionales destinadas a este fin porque disminuya el consumo, será mayor que lo que se debe destinar para los subsidios propuestos más arriba.

Con estos pasos debe quedar preparado el terreno para emprender una reforma salarial en el sector estatal que permita acercarnos al objetivo tan nombrado de que el salario sea la principal vía de sustento de la población.

Para finalizar, se ofrecen dos tablas con cálculos concretos de las propuestas explicadas anteriormente. En la Tabla 1 se presentan algunos resultados de la utilización del procedimiento propuesto para obtener un coeficiente de ajuste de los insumos y otros gastos en CUP, modificando la tasa de cambio a utilizar y la estructura de los gastos. Nótese que el porciento del gasto en salarios dentro del total disminuye en todos los casos significativamente, con lo que se facilita una reforma salarial futura. La Tabla 2 contiene los cálculos utilizando el procedimiento propuesto de los nuevos precios y coeficientes, a partir de una estructura fija de los componentes del gasto, utilizando distintos tipos de cambio. La tabla Excel correspondiente permite calcular otras variantes de estructuras de gastos y tipos de cambio.








[1] El proceso de fijación de nuevos precios pudiera hacerse también de tal forma que todas las empresas calculen un precio que no signifique pérdida para ellas, pero para esto sería necesario hacer varias iteraciones de precios entre empresas, lo que complicaría extraordinariamente el trabajo y alargaría el plazo de aplicación, con lo que se corre el riesgo de que en ese tiempo cambien las condiciones y haya que hacerlo todo de nuevo.

(Tomado de la Revista TEMAS)

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