Ciro Bianchi Ross
Hubo una bolera en la calle 23, entre O y P, en el Vedado, en los días en que La Rampa no era aún La Rampa. La bolera de Tony, una edificación de concreto y techo de zinc que ocupaba el lugar donde a partir de la segunda mitad de la década de 1950 se construyó el cine La Rampa. «Una delicia para los jóvenes… Juegos de bolos, con cafetería con las primeras máquinas para hacer batidos, y victrolas que tocaban los últimos discos de moda: Bin Crosby, Frank Sinatra. Y allí hubo fiestas juveniles, y hasta bailes que todavía no estaban a mi altura», escribe el destacado cineasta y narrador Enrique Pineda Barnet en un magnífico texto sobre el Vedado que no sé cómo ni cuándo llegó a mi máquina.
Añade el autor de filmes como Mella y La bella del Alhambra: «Fue un avance de modernidad juvenil en el Vedado. Mientras en 17 y N la pollería El Liro, inauguraba otra cafetería moderna donde también aparecían los batidos de chocolate, la leche malteada, sándwiches de pan de molde y galleticas preparadas. Enfrente, donde hoy se encuentra el Focsa, se estableció el club Cubaneleco, de la Cuban Electric Company, para Calixto Kilowatt, sus trabajadores y asociados. Allí había cancha de tenis, cancha de squash, piscina y casa club, se hacían fiestas, deportes y vida americana. Mientras la pollería El Liro crecía con sus batidos y victrolas, para cambiar años después los pollos por los conejitos».
Ya habrá comprendido el lector que alude al espacio que ocupa el restaurante El Conejito.