jueves, 18 de febrero de 2016

¿Ética y decoro? Por favor, que no se pierdan

Por: Omar Olazábal Rodríguez

etica y moral
La conducta humana es impredecible. Lo único que puede hacerse es pensar que una persona interactuará con otras sobre la base de la educación cívica que ha recibido. En la vorágine de los inconvenientes diarios es muy común ver como alguien pierde la compostura porque “se le llenó la copa”. Pero eso que puede ser error de un momento no debe convertirse en el pan nuestro de cada día.

¿Cuántas veces le ha ocurrido que Usted llega a un lugar donde se venden productos y el encargado de atenderle ni le mira el rostro? Normalmente el que vende un servicio debe saludarle y preguntarle qué necesita. Quizá será porque necesitamos tantas cosas que ya esa pregunta dejó de ser parte del vocabulario de un dependiente de mostrador en una tienda, o de muchos otros lugares. De favor hay que pedir que se nos atienda como clientes. Y, por lo que veo, ya se ha extendido a la inmensa mayoría de los establecimientos comerciales en nuestro país.

Pero no es solo ahí donde la ética y decoro se lastiman. También en el comportamiento en nuestros barrios, en la ausencia del por favor, buenos días y las gracias. Ya es sorprendente para muchos cuando un adolescente utiliza esas frases que forman parte de una mínima educación familiar. Podemos seguir echándole la culpa a los centros formadores, pero es en casa donde aprendemos las normas más elementales de cortesía y urbanismo.
La ética profesional no debe dejarse a un lado. Vienen nuevos tiempos y nuevas relaciones. Los que seguimos, por obligación o gusto, las series estadounidenses, conocemos cómo se retratan en muchas de ellas la ausencia de ese importante concepto de respeto al prójimo. Solo un ejemplo, si es una serie sobre abogados, ¿cuántos empujones y mentiras se derrochan en el trato entre colegas? Y me pregunto: ¿estamos preparados para eso?. ¿Cómo enfrentar a quienes puedan intentar que nos subordinemos a esos esquemas de relación interpersonal?

No hay nada mejor que mirar de frente y, con respeto, expresar nuestro criterio. Pero insisto, con respeto. Porque no es la voz más alta la que gana un debate. Es el conocimiento y la educación los que salen vencedores. Así me enseñan los que fundaron nuestra Nación y mi familia. En la medida en que seamos capaces de trasladar esos valores a nuestros descendientes, más preparada estará nuestra Isla ante cualquier intento de socavarnos.

Pensar que sabemos todo es muy dañino. Cada día aprendemos de alguien y, quizá, del que menos lo esperamos. En nuestras respectivas profesiones debemos siempre escuchar a quienes llevan muchos años en ellas, pues es la única manera de poder enriquecer nuestra experiencia y quehacer. Ese simple gesto de preguntar y recibir una respuesta adecuada nos hace ir salvando pequeños espacios que se pretender olvidar.

En mis clases de Producción Audiovisual hay un tema que se llama “Analizar Producciones Similares”. Cuando Usted arranca un proyecto, debe revisar lo que se ha hecho en el pasado sobre el mismo tema o idea. Porque si no lo hace, puede cometer los errores de otros, o incluso llegar a ser acusado de plagio. Y eso es incompatible totalmente con los principios de la ética y el decoro. Con eso insisto siempre, cuando delante de un grupo de jóvenes trato de hacerles llegar ese concepto del aprendizaje constante.

Y para finalizar, alguien puede preguntarse por qué razón decidí escribir sobre esto. Porque ayer sufrí la falta de ética en un lugar, como le puede pasar a cualquiera cada día, pero esta vez estaban mis hijos. Cuando me preguntaron ambos por qué respondía sin alterarme, les dije: “Cuando te alteras no haces comprender al que no se comporta que es él quien está cometiendo el error”. Creo que es una de las maneras de contrarrestar a quienes pretenden cambiar nuestra forma de ver la vida. No es poner la otra mejilla, es responder con firmeza y respeto. Pero sobre todo, repito, no perder la compostura. Es difícil, lo sé, pero se puede.

No hay comentarios:

Publicar un comentario