viernes, 11 de septiembre de 2015

Entrevista a Ana Belén Montes desde su celda en una prisión de EEUU



Por Conte Nieves.*

En la coyuntura del establecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos de Norteamérica, me doy la licencia de no perder ese histórico evento para imaginariamente darle la oportunidad a Ana Belén Montes de expresar sus pensamientos y sentimientos. Es imposible que en su condición de aislamiento pueda ser entrevistada e incluso quizás ni sepa todo lo que está ocurriendo entre ambos países, cuando ella luchó porque este momento llegara.

Veamos los resultados de la entrevista.

CN: ¿Qué piensa del establecimiento de las relaciones diplomáticas el 20 de julio de 2015, entre Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica?

ABM: En mi alegato expliqué que estaba en contra de la política de mi gobierno contra la Isla y ello me impulsó a solidarizarme con el pueblo cubano. Era un sueño casi imposible en lograr un cambio en la política de Estados Unidos de Norteamérica con Cuba y ahora se llega a alcanzar. Son los complejos entramados de la política internacional. La política del gobierno norteamericano cambiará con Cuba y eso es lo que quería. Pero, deseo más. Quiero que se cambie no solo con la Isla, sino con el resto del mundo. Es una utopía que algún dia también se alcanzará. Me siento contenta que esto haya ocurrido.

CN: Eres conocedora de las formas de comportarse los gobiernos norteamericanos. ¿Qué piensas de sus intenciones con Cuba?

ABM: El pensamiento de los políticos norteamericanos es pragmático y quieren lograr cambiarle el carácter a la Revolución Cubana a largo plazo. Hay hipocresía y cinismo, pero están corriendo el riesgo que todo esto se le torne en un boomerang, porque el silencio sobre Cuba se acabará y los ciudadanos norteamericanos que acudan a la Isla verán la generosidad de los cubanos y vivenciarán personalmente lo que allí ocurre. La política de los medios de comunicación distorsionadores y silenciadores del tema Cuba, quedará en cierto sentido atrás. No será absolutamente.

Hay otro riesgo y es el del impacto de la presencia norteamericana en la Isla. Les digo a los cubanos algo que siempre he pensado y dicho a aquellos con los que compartí mi solidaridad con Cuba. A mí lo que me importa es que la Revolución Cubana exista. Las cuestiones internas de los cubanos es asunto de los cubanos. Incluso no me importa quien esté en el futuro; no es cuestión de nombres. Lo necesario es que haya Revolución Cubana siempre, a partir de la capacidad que se tenga para resolver los problemas. Tienen que cuidar la Revolución. Yo traté de hacerlo.

CN: La solidaridad con Cuba te llevó a estar en prisión con condiciones de aislamiento. ¿Estás arrepentida de lo realizado?

ABM: Si me arrepiento me niego a mí misma y me sentiría insatisfecha. No está en el marco de mi lógica. Siempre supe las consecuencias posibles de lo que hacía. Era un riesgo que tenía que correr. El estar recluida en prisión es algo que he ido aprendiendo gradualmente a soportar, pero en mi fuero interno estoy tranquila. Hice lo que tenía que hacer. ¿Arrepentimiento? En estos año0s nunca me he arrepentido.

CN: ¿Dónde queda tu vida personal?

ABM: No tengo hijos ni esposo. Creo que ese fue el precio que a partir de un momento me di cuenta que tenía que asumir. Me interesó tener un compañero y formar una familia; pero no fue posible porque en la marcha todo se tornó complejo. Mi refugio personal es saber que hice algo útil y que no solo defendí a Cuba; también defendía al pueblo norteamericano. Hoy me concentro en resistir ante los intentos de quebrar mi voluntad.

CN: ¿Qué mensaje envías al pueblo cubano y al norteamericano?

ABM: Antes quiero decirte que estoy totalmente aislada. Vivo en condiciones de extrema presión psicológica. Me tienen, salvando la distancia, como si fuera una monja en un convento de clausura. No tengo el más mínimo contacto con el mundo, salvo el que idealmente me imagino. Resistiré hasta el final aunque sea difícil.

A los cubanos, reiterarle que no dejen perder el sueño de la utopía revolucionaria que convirtieron la realidad. Que se cuiden del gobierno norteamericano y sepan leer donde están las buenas y las malas intenciones. No todo es malo. No todo es bueno. Seguir venciendo y resistiendo con sabiduría e inteligencia. Esa ha sido la carta de triunfo.

A los norteamericanos, que aprendan a conocer y entender al pueblo cubano. Creo que en la medida que el proceso de entendimiento entre los dos países avance, aquí se comenzarán a ver distinta a la Isla, a su pueblo y a sus líderes. La sociedad norteamericana tiene que empujar para que en el tiempo el pensamiento de los políticos norteamericanos cambie y el Congreso tenga otra composición que favorezca el contacto sincero con los países. Tiene que pasar tiempo.

Nos despedimos de Ana Belén Montes llenos de satisfacción y admiración por su persona. No la vimos quebrada por sus condiciones de vida. Hay una mujer esbelta y bella, con una extraordinaria entereza. Quedamos en tratar de intercambiar a futuro sobre otros temas.

*Colaborador de La Mala Palabra.

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