Por Álvaro F. Fernández
MIAMI - Cuba calificó la decisión de vergonzosa. Permítanme añadir hipócrita. Como se esperaba, el Departamento de Estado anunció la semana pasada (30 de mayo) que Cuba debía permanecer en la lista de estados patrocinadores del terrorismo publicada anualmente y en la que Cuba ha aparecido desde 1982.
Según el sitio web del Departamento de Estado, cuando un país aparece en la lista ha sido “determinado por el secretario de Estado [que ese país ha]… brindado repetidamente apoyo a actos de terrorismo internacional…”
En la actualidad hay cuatro países en la lista de EE.UU.: Cuba, Irán, Sudán y Siria. No sé acerca de Irán, Sudán y Siria. De lo que estoy seguro es que Cuba no merece estar en esa lista.
Pero resulta que si EE.UU. aprueba a un terrorista, entonces es calificado de luchador por la libertad. Otros… terminan en la lista de los abusadores.
Vivo en una ciudad que brinda (y suministra) asilo y ayuda a terroristas –personas que han sido honradas públicamente por algunos de nuestros miembros del Congreso. Buenasos como Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Guillermo Novo Sampol, Pedro Remón et al. ¡Vaya! A Orlando Bosch lo ayudó la familia Bush, Ileana Ros-Lehtinen e incluso Raoul G. Cantero, que más tarde fue nombrado juez del Tribunal Supremo del estado de la Florida por –adivinaron– el entonces gobernador Jeb Bush.
Pero eso va más allá de Miami… ¿o cómo debiéramos llamar el gulag de la bahía de Guantánamo, donde EE.UU. hace lo que le place con los prisioneros –incluyendo el uso de la tortura?
Durante décadas, EE.UU. ha situado al mundo en únicos y peligrosos caminos. He aquí tan solo unos ejemplos:
Estoy seguro que he olvidado cientos si no miles de aventuras de EE.UU. en todo el mundo (o ni siquiera conozco de ellas) para imponer la libertad de EE.UU. a otros.
Y está la pequeña Cuba a solo 90 millas de Cayo Hueso, una nación isleña que por siglos se ha negado a inclinar la cabeza ante el gigante del norte. Y por esa razón son condenados como terroristas.
Como dije al principio, los llamo hipócritas.
Permítanme decirlo de otra manera: EE.UU. debía mirarse en el espejo la próxima vez que decida armar una lista de países terroristas.
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