Probablemente Alemania y Cuba
estén más cerca de lo que a primera vista parece. A pesar de las
campañas contra la Isla que consumen la tinta y las noticias de no pocos
periódicos europeos, y del sentimiento anticomunista que atraviesa como
fantasma a Berlín y otras ciudades a casi 25 años de la caída del Muro,
la simpatía natural que despiertan los cubanos, su cultura y el
reconocimiento al extraordinario capital humano formado por la Isla en
las últimas décadas, visibilizan entre la gente común más puentes que
obstáculos.
Cuando todavía resuenan las voces inconfundibles del Buena Vista
Social Club en la memoria de muchos, la música cubana es evocada en este
país con furor por representantes de los más diversos ámbitos sociales:
desde parlamentarios sometidos al rigor del traje y la corbata para
hacer política, hasta jóvenes reunidos en un sitio de Facebook con total
desenfado(www.facebook.com/kubanews) para hablar lo mismo de salsa, que
de la reconstrucción de La Habana Vieja, que de las políticas
encabezadas por la Directora del CENESEX, Mariela Castro, en pro del respeto a la diversidad sexual.
“Algunos de mis colegas me tienen envidia”, confesó un profesor de la
Facultad de Economía de la Universidad Alejandro de Humboldt, quien
viaja todos los años a Cuba como parte de un grupo de académicos y
estudiantes que intercambian conocimientos en cursos de verano con sus
homólogos cubanos. “A diferencia de los turistas, nosotros compartimos
la vida cotidiana de la gente, sus vivencias. Eso nos interesa más que
una imagen de postal”-agregó.
En medio de la actualización del modelo económico, tocar de cerca la
realidad cubana se ha convertido en una necesidad cada vez más
extendida. Eso tal vez explica que, para una delegación auspiciada por
el MINREX que
visita por estos días Berlín, no resulte difícil encontrarse con actores
de tendencias políticas variopintas: lo mismo Cristian Rück,
Vicepresidente de la fracción de la Unión Social Cristiana (partido de
la coalición de gobierno) en el Parlamento Federal, que diputados
federales de izquierda, entre ellos la Presidenta de la Fundación Rosa
Luxemburgo Dagmar Enkelmann. Todos, han hecho un alto en sus agendas
para reunirse con los representantes de Cuba, aún en medio del ajetreo
por el venidero contexto electoral y de la ansiedad de cada partido por
poner a punto sus estrategias de campaña.
El Reichstag (sede del Parlamento) que ha sido testigo a través del
tiempo de tantas batallas, sabe perfectamente cómo se agita la vida
política del país en la antesala de un proceso de elecciones. Y más
ahora, cuando la tormenta económica que ha azotado a toda Europa empieza
a asomar sus nubarrones en el cielo de Alemania. De hecho, muchas
fracciones políticas se angustian tras la aprobación de la ley Hartz IV,
que disminuye las protecciones laborales y abandona a muchos de los
desempleados a su suerte. Ya se habla del deterioro del sistema de
pensiones, del aumento de la pobreza entre sectores envejecidos y de 3
millones de jóvenes especialmente vulnerables. “Nuestros jóvenes son más
revolucionarios de lo que pensamos”- advierte una parlamentaria, frente
a la pregunta de si tal descontento pudiera cristalizar en un mayor
activismo político.
El mismo Reichstag que atesora en sus paredes las firmas de soldados soviéticos que libraron a Alemania del fascismo,
acogerá una audiencia sobre Cuba en las próximas horas, convocada por
el partido Die Linke (La Izquierda), una de las principales fuerzas
políticas del país. La reunión no solo servirá para explicar la realidad
cubana, sino para abrir una sesión de preguntas y respuestas que
contribuirá a discutirla desde distintos puntos de vista. “Nos gusta el
debate”- han repetido una y otra vez los alemanes por estos días. “A
nosotros también”-replican los cubanos, conscientes de que el diálogo y
la confrontación de ideas siempre son alternativas preferibles al
silencio.
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