martes, 9 de abril de 2013

Cambiar la historia, transformar el mundo


Fernando Martínez Heredia • La Habana, Cuba


Los días 20 y 21 de marzo se celebró, en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, el Coloquio Internacional “Cambiar la historia, transformar el mundo”, en homenaje al historiador Eric Hobsbawm. Su objetivo fue reconocer la vida y la obra de uno de los autores clásicos del pensamiento social del siglo XX, en dos vertientes complementarias: aproximaciones y análisis de su trabajo intelectual como historiador y como marxista; exposiciones sobre temas de esas disciplinas, tanto generales como de casos, puestos en relación con la obra del británico.
Más allá de la inmensa popularidad de su libro La era de los extremos 1914-1991 —que obliga a los “cultos” a poner cara de entendidos aun si nunca lo han visto—, la pregunta inmediata sería: ¿por qué Hobsbawm?
Hay varias razones implicadas. Ante todo, una de las misiones del Instituto es ofrecer encuentros organizados que viabilicen los intercambios entre especialistas y demás participantes, y una divulgación más amplia, alrededor de los temas y los problemas del conocimiento social —ese aspecto nada desdeñable de la cultura— que resulten relevantes y contribuyan a satisfacer necesidades cubanas. La Historia es quizá la ciencia social que tiene mayor desarrollo en nuestro país, ha cumplido y cumple papeles muy relevantes para la vida espiritual de la nación y para las ideologías, y es objeto del interés de amplios sectores de la población. Las ideas socialistas han sido centrales en la Cuba del último medio siglo y enfrentan en la actualidad retos de vida o muerte, y la teoría marxista debería ser un auxiliar importante para encarar esos desafíos. Historia y marxismo sostienen relaciones muy profundas desde la obra deCarlos Marx hasta hoy.
Otra razón es que el Instituto complementa siempre sus estudios y actividades acerca de temas y problemas cubanos con los referidos a los de otros pueblos y culturas deAmérica Latina y el mundo. Es obvia la necesidad de este proceder. Y América Latina, que puede aportarnos tanto en la coyuntura cubana actual, es un ejemplo claro de lo imprescindible que es comprender la historia, manejar las prácticas y el pensamiento socialista, recuperar el marxismo y poner a los tres en íntimas relaciones.
El coloquio puesto bajo la advocación de Eric Hobsbawm logró cumplir esos objetivos. El resultado fue copioso: un gran número de análisis, proposiciones, informaciones, sugerencias, intercambios, debates, formulación de problemas. Los temas: cuestiones de Historia y otras ciencias sociales, acontecimientos y procesos históricos, problemas del marxismo, análisis de algunas de las obras de Hobsbawm, vivencias y experiencias del tercer cuarto del siglo XX, la historia del bolchevismo, un análisis muy profundo de la coyuntura actual de la América Latina. Los debates fueron realmente muy ricos, lo que mantuvo la sana costumbre de los eventos del Marinello de que los asistentes no sean convidados de piedra, porque las preguntas y las opiniones son fundamentales para el conocimiento y para la educación en la participación, algo difícil pero imprescindible. Nuestro salón se mantuvo lleno los dos días del evento, y un excelente trabajo de promoción propició una cobertura por los medios masivos de comunicación que resultó admirable por su calidad y profusión. Esto multiplica los efectos de los esfuerzos realizados por los organizadores y participantes, los que apoyaron el coloquio desde los más diversos tipos de actividad, y los que nos aportaron colaboraciones muy valiosas.
Hobsbawm vivió grandes satisfacciones intelectuales asistidas por el bienestar que producen las convicciones muy fuertes.
Uno de los recursos usuales para cumplir tareas culturales como las que realizamos es el de abordar la obra de personalidades, e interpretarla tanto en sí misma como según el antiguo precepto hermenéutico de ponerla en relación con la vida del autor y con el lugar histórico que ocupa. La larga vida deEric Hobsbawm (Alejandría, 1917- Londres, 2012) cubre una sucesión de eventos y procesos trascendentales. El joven Eric hizo una elección: “Pertenezco a la generación para quienes la Revolución bolchevique representó una esperanza para el mundo”. Periodista, crítico de jazz, investigador de la vida de los obreros, se hizo historiador en Cambridge. Fue uno de los impulsores de la primera hornada de la corriente de la historia social británica, una de las más importantes e influyentes tendencias de la ciencia histórica del siglo XX, que desde perspectivas socialistas y utilizando el marxismo ha investigado y defendido una historia afincada profundamente en lo social, que revalora y analiza a las clases populares y los oprimidos en la historia, sus luchas, sus motivaciones y estructuras mentales y culturales, al mismo tiempo que los procesos económicos que llevaron del feudalismo al capitalismo en la Europa occidental.
Descolló pronto como historiador, aunque solo accedió a la cátedra universitaria en 1970, en Londres; varias obras suyas alcanzaron gran difusión desde entonces, y en la fase final del siglo se convirtió en uno de los más influyentes historiadores, entre los especialistas y entre masas de lectores interesados. Varios de sus títulos, de síntesis de épocas, apasionantes y eruditos al mismo tiempo, están entre los más familiares de toda la producción historiográfica.
Hobsbawm vivió grandes satisfacciones intelectuales asistidas por el bienestar que producen las convicciones muy fuertes. En su vida cívica, mantuvo una rigurosa consecuencia en sus valores y su posición socialista. Miembro del Partido comunista británico, conoció los retos cotidianos consecuentes en cuanto militante. A los que hemos vivido la historia de las relaciones entre la política práctica, el deber ser del socialismo y la actividad intelectual del militante nos resulta más fácil identificar las tensiones y las oscilaciones del criterio, el aferramiento a certezas y las fronteras del disenso, presentes en un Eric Hobsbawm. También vivió la angustia de ver cómo el socialismo revolucionario que había dado un gigantesco primer paso en 1917, el socialismo que él amó, se mostró incapaz de ser radicalmente diferente al capitalismo y fomentar una nueva cultura de liberación, y terminó hundiéndose de una manera bochornosa, acortando ante su vista el tamaño del siglo. Pero desde entonces se aferró a los ideales del socialismo, rechazó a los que no entendían que él no renegara, siguió defendiendo al marxismo y a Marx, y mantuvo su capacidad de otear nuevos vientos de rebeldía o potencialidades en diferentes parajes del mundo. Y escribió: “La injusticia social necesita ser denunciada y combatida... El mundo no se va a arreglar por sí solo”.
Sin dejarse marear jamás por tantos éxitos editoriales, este hombre fue capaz de decirle a un entrevistador, a sus 93 años: “Ideológicamente, me siento más en casa enAmérica Latina, porque sigue siendo el lugar en el mundo donde la gente todavía habla y dirige la política con el viejo lenguaje, el lenguaje del siglo XIX y el XX, de socialismo, comunismo y marxismo”. Publicó su último libro apenas un año antes de su muerte,Cómo cambiar el mundo. Historias de Marx y el marxismo. En su cubierta desafiante campean el Che Guevara, con su estrella, y un bolchevique de filas que enarbola una enorme bandera roja en una calle moscovita colmada de gente en revolución.
Especialistas de Cuba, Gran Bretaña y Panamá tuvieron a su cargo las 14 exposiciones del coloquio. Les agradecemos mucho a todos la extraordinaria disposición y la utilización de su tiempo para este trabajo no remunerado, y la singular calidad de sus intervenciones. Quiero mencionar especialmente a una trabajadora de nuestro Instituto que fue la coordinadora del evento, Rosario Alfonso Parodi, recién graduada universitaria que tuvo la idea inicial y muchas iniciativas concretas, y realizó un gran número de actividades disímiles con una actitud ejemplar. Ella es un buen ejemplo de una juventud que viene avanzando y que llegará felizmente, espero, a asumir el desarrollo de las investigaciones culturales, del trabajo intelectual en general y de la colosal tarea de sacar adelante la sociedad de justicia y libertad por la que tanto se ha bregado.
Como parte de los trabajos para el coloquio “Cambiar la historia, transformar el mundo” se escanearon 12 textos de Eric Hobsbawm, que están a la disposición de los interesados que concurran a la biblioteca del instituto para copiarlos. El Instituto Juan Marinello publicará un libro con todas las intervenciones de los ponentes y los debates del Coloquio.

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