miércoles, 2 de enero de 2013

Una página de la historia: 1 de enero de 1959

(tomado de Progreso Semanal)
 
La mañana del viernes 2 de enero de 1959, quienes compraron el New York Times leyeron en ese periódico una noticia impactante. "Batista y su régimen escapan de Cuba", decía un titular al tope de la primera plana. "Castro actúa para tomar el poder; turbas causan disturbios y saquean".

Subtítulos decían: "Ejército cesa el fuego"; "Rebeldes toman Santiago y Santa Clara y marchan hacia la capital".

Para dar a ustedes un sabor de la noticia, tal como fue recibida en Estados Unidos en ese entonces, Progreso Semanal ha traducido al español ese reportaje, que imprimimos a continuación.

Por RUBY HART PHILLIPS
The New York Times

LA HABANA, viernes 2 de enero - Fulgencio Batista ayer renunció al cargo de presidente de una Cuba devastada por la rebelión y huyó al exilio en la República Dominicana. Las fuerzas rebeldes de Fidel Castro actuaron con rapidez para tomar el poder en toda la isla.


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En la madrugada de hoy, parecía probable que el Dr. Manuel Urrutia, escogido por el señor Castro, se convertiría en el presidente provisional. El coronel Ramón Barquín, que había sido encarcelado por conspirar contra el gobierno de Batista, fue llevado en avión militar desde la penitenciaría de la Isla de Pinos y nombrado jefe del estado mayor conjunto.

El coronel Barquín inmediatamente envió una llamada al señor Castro para que viniera a la capital con el Dr. Urrutia y estableciera un nuevo gobierno. El líder de los rebeldes y sus fuerzas habían entrado en Santiago de Cuba ayer por la tarde y se habían apoderado del cuartel militar de Moncada sin disparar un tiro. Cerca de 5 mil soldados se rindieron.

Ciudades principales son capturadas
Camiones llenos de soldados entraron a La Habana ayer por la noche para mantener el orden, juntos a los milicianos del señor Castro, el Movimiento 26 de Julio, que también patrullaban las calles, armados con ametralladoras y fusiles.

Las fuerzas rebeldes avanzaron por toda la isla. Mientras que algunos insurgentes proseguían más allá de Santa Clara, capital de la provincia de Las Villas, de la que se apoderaron el miércoles, otros grupos anunciaron la captura de Camagüey.

El general Batista encabezó un éxodo de Cuba que ha alcanzado un total de quizás 400 personas que huyeron en barco y avión a los Estados Unidos y la República Dominicana. Entre ellos figuraban los principales líderes políticos y militares y sus familias.

Piedra es rechazado
En reunión con sus jefes militares en la madrugada de ayer en Columbia, el cuartel general del ejército, el general Batista, hombre fuerte de la política cubana durante casi todo el período desde 1933, declaró que renunciaba "para evitar más derramamiento de sangre".

Dejó tras de sí una junta encabezada por el general Eulogio Cantillo, hasta hace poco el comandante de la provincia de Oriente, el centro de la revuelta de Castro. La junta de inmediato designó al Dr. Carlos Piedra, el más antiguo juez de la Corte Suprema de Justicia, como presidente provisional, en conformidad con la Constitución de 1940.

El general Cantillo asumió el cargo de jefe de estado mayor del ejército. El Dr. Gustavo Pelayo fue designado primer ministro.

Pero el señor Castro declaró que sus insurgentes se mantendrían "en pie de guerra" y se negó a aceptar la designación del Juez Piedra como presidente provisional. El Tribunal Supremo se negó a administrar el juramento del cargo al juez.

El líder rebelde llamó a una huelga general para mañana en protesta contra el régimen de Piedra. Exigió que el doctor Urrutia, antiguo juez del Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba, fuera instalado como presidente provisional, tal como [Castro] lo propuso hace un año.

La Asociación de Cultivadores de Caña de Cuba, a nombre de la industria azucarera de la isla, anoche emitió una declaración de apoyo al señor Castro y a su movimiento.

El general Cantillo, como jefe del Ejército, emitió una orden de cese al fuego a las tropas a lo largo de la isla. Los presos políticos fueron liberados en La Habana y el interior. Ayer por la tarde, varios cientos de presos en la Fortaleza Príncipe en La Habana fueron liberados.

altRestaurantes atrincherados
Como era el día de Año Nuevo, el comercio y la industria se detuvieron. Hoteles, cafés y tiendas de abarrotes cerraron sus puertas tan pronto los disturbios comenzaron. Las turbas rompieron ventanas y saquearon algunas tiendas. La policía disparó contra la turba y varias personas resultaron muertas o heridas.

Una turba prendió fuego a la planta de El Tiempo, un periódico propiedad del senador Rolando Masferrer. El senador Masferrer, amigo íntimo del general Batista, tenía un ejército privado de aproximadamente 2 mil soldados en la provincia de Oriente. Ellos fueron acusados por los habitantes de muchos asesinatos y torturas. La oficina del Dr. Rafael Guas Inclán, quien fuera elegido alcalde de La Habana en noviembre, fue incendiada.

A medida de que la noticia de la caída del Gobierno se extendía ayer a primera hora, el público se lanzó a las calles.

La bandera rojinegra del Movimiento 26 de Julio, liderado por el señor Castro, apareció en automóviles y edificios. Los automóviles transitaban por las calles haciendo sonar sus bocinas.

Turbas destruyen casino
Incendios se desataron cerca de los muelles, pero los detalles no estaban disponibles de inmediato. Una turba destruyó el casino nuevo en el Hotel Plaza.

Amleto Battisti, propietario del Hotel Sevilla Biltmore y su casino y un representante en el Congreso, se refugió en la embajada uruguaya.

Destacamentos de jóvenes rebeldes se apoderaron de las estaciones de radio y desde ahí llamaron a la población a mantener la calma y el orden.

Multitudes atacaron también el Banco de la Construcción en la Plaza Central.

Las embajadas latinoamericanas estaban atestadas de funcionarios que habían pedido asilo político. Cientos de personas se escondían en la ciudad.

Por la tarde, miembros de la Asociación Nacional de Periodistas se declararon en huelga hasta que la situación se aclarara. Sin embargo, varios periódicos de La Habana publicaron ediciones especiales.

Cruceros se van del puerto
El embajador de Estados Unidos, Earl E.T. Smith, urgió a los ciudadanos estadounidenses a tomar "precauciones adecuadas". Dos barcos de crucero con muchos turistas estadounidenses a bordo, en La Habana para las vacaciones de Año Nuevo, zarparon ayer.

Muchos turistas quedaron varados aquí por la rápida caída del gobierno. El servicio aéreo fue restringido por un tiempo y los buques que llegaban a La Habana no pudieron atracar debido a la huelga. La Embajada de Estados Unidos dijo que estaba tratando de conseguir transporte para un gran número de turistas y algunos estudiantes que habían solicitado su asistencia.

Más tarde, se anunció que la embajada estaba contratando un barco para venir desde Cayo Hueso hoy a recoger a norteamericanos varados.

Ciudad casi desierta
Los restaurantes y otros establecimientos que cerraron durante los disturbios no abrieron sus puertas porque su personal respondió a la convocatoria de huelga. Sin embargo, la mayoría de los hoteles suministraron alimentos a sus huéspedes.

El movimiento de resistencia dijo al público que la huelga no incluye los servicios de teléfono, radiodifusión y energía eléctrica.

Por la noche, La Habana era una ciudad casi desierta, cuyos habitantes permanecían en sus hogares. Sólo unos pocos automóviles se desplazaban por las calles. Las turbas habían desaparecido.

En la lujosa sección residencial de Miramar, algunas de las casas de altos oficiales fueron saqueadas, incluida la del jefe de la policía nacional, Pilar García, que huyó por la mañana.

No hay policías en las calles
Ningún policía de a pie fue visto patrullando las calles de La Habana. Algunos coches patrulla circulaban. La ausencia de las fuerzas del orden estaba en marcado contraste con el número de soldados que patrullaban la ciudad y protegían sus puntos estratégicos.

Avanzada la noche, las tropas y milicianos se hicieron cargo de la tarea de custodiar la ciudad.

Eusebio Mujal, secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba, buscó asilo en la embajada argentina. El señor Mujal y sus líderes sindicales habían apoyado enérgicamente al régimen de Batista.

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