Un videoclip de Roberto Chile sobre una canción que clama por la paz quedó sin nominaciones a los Premios Lucas de la Televisión Cubana y la noticia sorprendió a quienes habían contemplado con placer un original producto hecho a partir del símbolo de Peace And Love.
En el clip, Yoyo Ibarra, autor de Se subasta un Premio Nobel, que le inspiró la concesión del Nobel de la Paz
a Barack Obama, aparece en un sitio destruido, inhóspito, pidiendo paz
para todos desde su guitarra, mientras varias personas recrean el
símbolo de Peace And Love: una anciana, un herrero, un grafiti, una pintora, un grupo de niños, y otros que lo hacen con el cuerpo.
Ibarra, un veinteañero que se está abriendo camino en el
competitivo mundo musical cubano, había puesto su canción en manos de
Roberto Chile, admirado por su notable carrera como realizador, quien
llamó a su hijo Daniel y juntos escucharon la canción, la desarmaron y
encontraron perfecto el símbolo de Peace And Love para
transmitir en imágenes las ideas del autor. El resultado fue un
videoclip sugerente, sobrio y creativo, propio de las obras de Chile,
pero, sorprendentemente, no pasó los análisis del jurado.
“La canción de Yoyo nos llamó la atención por lo controversial
que es su letra, porque tiene cierta actualidad, y porque está fuera de
lo que comúnmente se escucha en los programas de radio
y televisión. Nos dio una arista de creatividad a partir de una idea de
performance que crearon: defender la paz a partir del símbolo de Peace And Love, con un ambiente de guerra alrededor”, explica el mayor de los Chile.
Ni él ni su hijo quisieron traducir en imágenes ni en secuencias
la letra de la canción, ni siquiera los dominó el ímpetu de la música:
lo que quisieron fue dejar poéticamente claro a qué Premio Nobel se
referían. “Todos los Premios Nobel son importantes, pero el más
sensible, el que puede tener una incidencia en la vida contemporánea y
futura del planeta, es el de la Paz, porque sin paz no hay Nobel de
Química, ni de Literatura, ni de nada. Por eso nos llamó la atención que
un cantautor tan joven no fuera a lo que por lo común van los
cantautores que suelen promover la radio y la televisión cubanas: a
letras banales, simples —casi siempre sobre el amor de la pareja, el
deseo de divertirse—, sino hacia un pensamiento profundo, incluso
complejo, al punto de que si hubiéramos querido traducir la letra de Se subasta… en imágenes, nos hubiéramos dado una enredada tremenda, porque se trata de un texto bastante complejo”, abunda.
“Entonces hicimos con Yoyo un trabajo de mesa sobre cómo
trasladar a imágenes un tema difícil, en lugar de traducirlo,
desmenuzarlo, algo que no debe hacerse, además”, aclara el menor de los
Chile, y su padre añade: “A pesar de la juventud de Ibarra, me sentí
satisfecho cuando pensó en mí para que dirigiera el primer videoclip a
una canción suya, incluso esperó pacientemente a que yo terminara dos
proyectos en los que estaba imbuido. E incorporé a mi hijo porque tiene
talento y podía ser una segunda ‘gaveta’ pensante y una segunda mano a
la hora de llevar a la práctica esta idea. Concluido el trabajo, no sólo
quedamos satisfechos con lo elaborado, sino además con haber trabajado
con alguien que comienza pero tiene unas perspectivas de desarrollo
tremendas”.
—¿Le augura un buen futuro?
—No soy profeta, pero le auguro un buen futuro a Yoyo.
Claro… si no se distrae, si se supera, si enfoca audazmente sus
energías. El muchacho tiene talento, tiene fueros, todo es cuestión de
tiempo.
Aunque Roberto Chile no cultiva regularmente el videoclip, sabe
cómo hacerlo. Sus primeros trabajos cuando inició labores de realizador
fueron musicales, y uno de sus primeros documentales, a finales de los
años 80, giró en torno al pianista Frank Fernández, un poeta del teclado. Más aún: creció en ambientes musicales y hasta toca algunos instrumentos de oído.
“Cuando miras mi obra de promoción de las artes plásticas, te das
cuenta que en algunas piezas hay cierta influencia del videoclip,
palpable por ejemplo, en la manera de entrelazar las imágenes, de
traducir en ideas el mundo interior del pintor, su proceso creativo. Y
aunque mi dedicación mayor ha sido hacia el documental, jamás me he
sentido ajeno al videoclip. Y en verdad, creo que fue válida la manera
en que afrontamos este de Se subasta un Premio Nobel, pienso que valió la pena”.
—¿Los sorprendió conocer que su video no tuvo siquiera una nominación?
—A mí no me sorprendió. Será porque no vivo pendiente de los premios.
Los premios son relativos, son la decisión de un jurado donde cada uno,
seres humanos, tiene sus conceptos estéticos, sus preferencias y, a
veces, hasta sus afinidades. La satisfacción mayor hay que encontrarla
en el acto mismo de la creación, en el largo y tortuoso camino hacia el
arte, en fin, disfrutar el viaje.
—¿Un videoclip debe estar en función total de la pieza musical que promueve?
—El videoclip (lo han dicho muchos especialistas que lo
estudian), existe para promocionar al artista, específicamente a la
canción, tiene un fin comercial —opina Daniel Chile—. Pero, como todo en
la vida, debe tener un equilibrio; el realizador tiene que dejar la
huella de su estilo. Sin embargo, a veces le es difícil. porque la
disquera, el productor, tienen una idea clara de lo que quieren y la
imponen. En nuestro caso, con Yoyo Ibarra, tuvimos mucha libertad,
porque ninguna disquera promovía la pieza, era algo libre, de ahí que
pudimos hacerlo con nuestro estilo. Lo ideal es promover al artista de
una manera en que el realizador, que es un artista también, pueda dejar
su impronta.
Roberto Chile piensa que, por naturaleza, el artista —en el mejor
sentido de la palabra—, suele ser egoísta, pero debe tener claro que
cuando asume un papel de promotor, ha de preponderar eso en el producto
cultural que entregue, aun cuando no renuncie a su sello. “Pero debe
despojarse de todo egoísmo y trabajar para que el videoclip sea un tanto
a favor de la carrera del músico y de la obra que promueve.”
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