El impresionante alegato en defensa del por qué el Moncada, y de denuncia de la dictadura, de los crímenes alevosos cometidos con sus compañeros apresados el 26 de Julio y en días sucesivos, constituyó el programa político movilizador y de fundación.
El pensamiento revolucionario que se expresó en la autodefensa de La Historia me Absolverá puso en el primer plano la necesidad de luchar por la toma del poder político para iniciar la solución de los problemas existentes en el país.
Además, en el campo de las transformaciones económicas y sociales hubo una estrategia central: el cumplimiento en lo esencial de lo que se llamó después el "Programa del Moncada", o sea, soluciones para el problema de la tierra, la industrialización, la vivienda, el problema del desempleo, la educación y el de la salud del pueblo, entre otros.
Ni la férrea censura de prensa, ni el local apartado de una pequeña habitación de un hospital de la heroica Santiago de Cuba, donde se celebró esa vista del juicio del Moncada, pudieron borrar sus palabras.
El abogado acusador reconstruyó el discurso en la prisión de Isla de Pinos y este fue impreso y distribuido clandestinamente. Se había planteado que ese era el primer deber que él y sus compañeros tenían para con los que murieron. Escribió a Haydée Santamaría y Melba Hernández, encargadas de imprimirlo que: "Si queremos que los hombres nos sigan hay que enseñarles un camino y una meta digna de cualquier sacrificio. Lo que fue sedimentado con sangre debe ser edificado con ideas".
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