Sorpresivamente,
cierta mañana de agosto una reconocida periodista cubana me llamó y
luego de saludarme me dijo: “¿Tú viste lo de Virulo anoche?”. Le dije
que sí, que me había parecido bien. “¡¿Bien?!, si ese no era Virulo,
además el vestuario…”, me dijo y le pregunté: “¿Tu viste las otras
propuestas de Tres por uno estrés?”. No, fue su respuesta y le comenté:
“En ese espacio, menos el de Silva, todos los demás aportaron muy
poca risa y cierta cuota de vulgaridad. Al de Virulo le sucedió un
problema común en nuestra televisión: el descuido de la imagen de
actores y conductores… porque cada uno se presenta como quiere, no como
debe; pero de todas formas yo prefiero el humor de Virulo, con esa
imagen, que el que sigue apareciendo en Salir por el techo“.
Esa fue mi respuesta y, para ser justa -porque entonces no se había
transmitido-, digo aquí que me pareció muy bien el monólogo de Kike
Quiñones. A propósito, extrañé que Nelson Gudín no presentara ninguna
propuesta.
Gracias a especialistas del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT (CIS),
especialmente a su subdirectora Marcia Vera, puedo ofrecerles a los
lectores algunos datos de estudios aún no concluidos definitivamente:
“El programa Tres por uno estrés, estreno del verano,
obtiene audiencias en la mayor parte de sus emisiones inferiores al 10% e
índices de gusto que generalmente no superan los 80 puntos. Resulta
necesario señalar que, aunque estos valores varían en función del
artista invitado y, como se evidenció en los programas donde estuvieron
Luis Silva, Onelio Escalona y Virulo, entre otros, su ubicación en la
parrilla de programación -martes, 10:00 pm-, no favorece su audiencia,
ya que coinciden con espacios de aceptación por otros canales, como la
novela Terra Nostra del Canal Habana“.
Ya que empecé por el humor, con esa modalidad sigo: ¿Por qué a un espacio como Vivir del cuento no
se le conceden mayores recursos de los pocos que tenemos? El Pánfilo de
Luis Silva, uno de los humoristas más completos de la actualidad, es
justamente la expresión de la realidad, con el sentido cómico que
acompaña al cubano hasta en los peores momentos. Hace que uno ría y
piense.
Sobre este espacio se dice en el CIS: “Vivir del cuento, espacio humorístico habitual que se ubica entre los primeros en el ranking
de la televisión, al obtener audiencias superiores al 50% y gusto entre
87 y 92 puntos. Es un programa que, a partir de los estudios que se han
llevado a cabo con los públicos y la inserción de sus opiniones y
sugerencias en la práctica productiva, ha ido elevando su calidad y
ganando la preferencia de estos”.
Las emisiones de A otro con ese cuento, un remedo del en su momento criticado Pateando la lata,depende
del humorista y del chiste. No es un programa sutil, es un espacio para
que se rían aquellas personas que lo hacen con un vecino buen decidor
de cuentos. El esquema dePateando… se repite: machismo, racismo, y otros ismos más, razones por las cuales se cuestionó hace años esa propuesta. Al espacio Por cuenta propia
se le debe dar un compás de espera: si hubiera tenido en su momento un
programa cero quizás no habría iniciado con tan mal pie, pero ha
mejorado*.
Ahora, en esa televisión “que queremos” ¿es imprescindible un
programa humorístico diario? ¿Por qué? ¿Porque al cubano le gusta reír?
Si la respuesta a esta pregunta fuera sí, por parte de los ejecutivos del ICRT,
me parecería totalmente inadecuada: deben existir los programas
humorísticos buenos que se puedan realizar. Si no existe un buen guión,
elenco y dirección, más vale que la pantalla se quede en blanco.
En otro sentido: con los dineros que se emplean en espacios diversos
de poca aceptación, ¿por qué no se le hace una escenografía de calidad,
acorde con el guión, dirección y conducción, a El selecto club de la neurona intranquila,
un programa que con un poco de humor y de forma entretenida eleva el
nivel cultural de la población? Si se buscan programas de participación
ese es uno con mayúsculas, y si hay un remedo de Pateando… ¿por qué no se hace uno de 9550 y al ganador anual de El selecto club… se le premia -quizás en coordinación con TeleSUR-,
con un viaje a Venezuela? Sobre este espacio las investigaciones dicen:
“Con audiencias inferiores, pero nada despreciables, se encuentra El selecto club de la neurona intranquila, que mantiene un auditorio estable, cuyos valores oscilan entre 25 y 30 % de audiencia y 85 y 90 de gusto”.
Creo que a esos espacios humorísticos y otros de orientación social,
que son los que llenan la parrilla de la televisión, se les debe dedicar
un poco más de lo poquito que existe, claro que exigiendo el nivel
estético que merece la población cubana.
Los dramatizados, ¡ay!, los dramatizados. En el verano el horario de la telenovela lo empezó Con palabras propias que supuestamente fue hecha para jóvenes y de la que dije en El Caimán Barbudoy Cubadebate que: “todas
las casas son lindas y la del cooperativista parece crecer
infinitamente. ¿Cuántos cuartos tiene? Porque cada vez que llega alguien
lo invitan a quedarse. ¿Dónde están los conflictos? y… ¿¿¿dónde está la
dirección de actores??? Es una puesta de caritas y más caritas. Dicen
que estaba concebida para los jóvenes, ¡qué poco se respeta a la
juventud! ¿Alguien cree que los jóvenes que se desvivieron por ver Blanco y negro, no y Doble juego son distintos a los de ahora? Aún está fresca en la memoria la excelente historia de Mucho ruido, en la que los conflictos no eran como los de Bajo el mismo sol,
pero que sí reflejaban problemáticas de los adolescentes, con
personajes bien defendidos por muchachos y muchachas que crecieron en la
actuación”.
¿Qué decir de Amores de verano? A esta altura, “yo no sé de
qué va”, para usar la frase cliché actual de la TV. Con esa mansión
blanca, preciosa, habitada por un médico, todas las otras casas bonitas,
confortables, con ropas muy buenas de los personajes, el dueño de un
yate, suerte de príncipe azul radicado en España (sería hace unos años
porque ahora, ¿en España, esa bonanza?).
Es una historia supuesta de pescadores pero en la que en cada
capítulo sucede… ¡nada! A ello se añaden caritas y más caritas, hasta de
actores y actrices que se han destacado en otras ocasiones. No me puedo
explicar como el Grupo de Creación de Dramatizados pudo aprobar un
guión que parece escrito, por su banalidad, para las famosas novelas
jaboneras.
Y hablando de telenovelas: ¿Quién compró Passione? ¿Se
invirtieron recursos en una de las peores piezas brasileñas que he
visto? ¿No se dio cuenta quien la adquirió que las historias se alargan
como chicles y que los personajes “malos” se convierten en “buenos” y al
revés sin ninguna lógica?
En el caso de estas tres propuestas mis apreciaciones no coinciden
totalmente con los resultados de las encuestas: “Entre los espacios de
mayor audiencia de la televisión históricamente se han destacado las
telenovelas. En estos momentos la televisión cubana posee varias ofertas
por diferentes canales y horarios entre las que se destaca
especialmente Passione, por concentrar audiencias superiores al
55% e intervalos de gusto que oscilan entre los 85 y 92 puntos, los
cuales se consideran elevados. Por otra parte, la telenovela cubana Con palabras propias,
transmitida durante los meses de junio y julio, aunque su audiencia fue
alta no alcanzó los elevados valores que obtiene la novela extrajera y
su índice de gusto no superó en la mayor parte de sus emisiones los 75
puntos, lo que evidencia que aunque la población se expuso de manera
continuada a este producto comunicativo, no fue de su total agrado”.
La ¿serie? Amores de verano tiene resultados para mandarse a
correr: una audiencia media del 37,3 % y un nivel de gusto oscilante
entre el 67 y 78. Tal vez el público ha descubierto Equilibrio, que se transmite a esa hora por Multivisión.
Otro culebrón, Secretos de familia, se dice que a solicitud
del público se retransmite los miércoles por la noche. (No solicité los
datos al CIS porque el haber decidido su retransmisión, a pedido de los
televidentes, se repitió como anuncio unas cuantas veces).
Y es que cuando escucho la palabra público me erizo, porque en su
nombre se han hecho atrocidades desde la época romana. ¿Acaso los
gladiadores no se mataban entre sí para complacer al público de las
gradas? No estoy en contra de que se transmita, pero critico que se
retransmita, porque Secretos de familia pertenece al nada
selecto grupo de historias que se alquilan como videos. Si encima de esa
proliferación de bazofia dramática que existe en el país, gracias al
intercambio de piezas banales, nuestra televisión va no sólo transmitir
sino a repetir piezas como esta, ¿adónde vamos a llegar? Sería absurdo
intentar ganar la pelea al mercado de DVDs y CDsllevando
a la pantalla programas y películas que se parezcan a las que circulan
al por mayor. Muchos de los lectores me cuestionarán, lo sé, porque ven
en la telenovela una forma de “refrescar” pero, ¿acaso se han olvidado
de Vale todo, Caballo viejo y Roque Santeiro, en las que no se agredía la inteligencia del televidente?
Dios, más el panteón Yoruba y Carlos Marx me salven de no tener en cuenta a los públicos,
no al público, así, como un todo monocorde. El televidente cubano en la
medida que ha ganado en instrucción se ha vuelto más diverso y más
crítico, por supuesto.
¿Por qué no se transmitió y se repitió por Cubavisión Prácticas privadas,
una serie con todos los ingredientes del buen audiovisual de la
actualidad? ¿Por los temas? ¿Hasta cuándo vamos a pensar que tratar
asuntos contemporáneos, tanto de Cuba, China o Estados Unidos es un
delito? Esa propuesta es de Shonda Rhimes, laureada guionista y
directora norteamericana, que supo tratar las temáticas más escabrosas
con arte y a la vez con un inmenso hálito humano, merece no sólo que se
incluya en la programación, sino que se promueva y se repita como muchas
veces se hace con espacios menores.
Un buen ejemplo de que el camino del infierno está lleno de buenas intenciones es el espacio dominical Todo con Tony.
Opino que un programa con los objetivos de ese espacio es totalmente
válido y necesario. He visto museos, cuadros y otras piezas de arte que
no conocía; he disfrutado de conversaciones sobre el habla popular muy
instructivas. Ahora bien, ¿por qué no me he encontrado todavía a un
defensor de esa propuesta? Por Tony. Este actor -Tony Arroyo- que ha
realizado estelares papeles en la televisión y en el cine no tiene el
carisma necesario para llevar un programa como ese, que fundamenta su
efecto precisamente en él. En la medida que han existido momentos muy
buenos de promoción cultural, hubo otros tan kitsch como la imagen de Tony “subiendo” por la izquierda de la pantalla de una manera supuestamente cómica. ¿No se pensó en Amaury Pérez Vidal o en Marino Luzardo para esa propuesta? En el CIS se concluye: “La revista cultural Todo con Tony,
a pesar de estar ubicada en la tarde del domingo, obtiene valores de
audiencia y gusto bajos, lo que denota insatisfacción de la población
hacia este espacio”. A esa hora tan estelar en junio tuvo el 4,9 % de
audiencia con el 79 al 85 puntos de gusto; en julio el 7,8 %, con el 68
al 75 y en agosto el 5,1 %, con el 76 al 82″.
Antes de continuar voy a detenerme en la transmisión de las Olimpiadas de Londres.
Fue una proeza que sólo cinco narradores deportivos cubanos pudieran
transmitir durante casi 24 horas. No seguí como otros años los juegos
hasta por la madrugada. Lo que logró Cuba en Barcelona 92 no volverá a
ocurrir por largo tiempo (ese es un escabroso y polémico tema que algún
día habrá que analizar). Entonces vi sólo parte de la programación, pero
aficionados que se clavaron al sillón, y algunos profesionales de la
prensa, se quejaron de que muchas veces fueron trasmitidos en vivo
encuentros, sin ningún cubano presente, que no tenían la atracción de
otros sobresalientes que en ese momento tenían lugar.
Lo que sí vi, disfruté y aplaudí, fueron las ceremonias de
inauguración y de clausura. La primera creo es uno de los mejores, sino
el mejor, espectáculo artístico que se ha trasmitido en Cuba en lo que
va del año. ¿Por qué no se dotó a sus conductores de toda la
información? Al margen de los secretos, hubo mucho cuadros que fueron
públicos antes de las Olimpiadas. El director general de la ceremonia,
el cineasta Danny Boyle (Shallow Grave, 1994; La Playa, 2000 y Slumdog Millionaire,
2008, que le valió un Oscar en la edición ochenta y uno de los famosos
premios), para algunos con una actuación prepotente, exigió a la BBC que
sus narradores no comentaran nada porque su espectáculo era una
película que se debía ver, no escuchar. Craso error del director y que
parece llevó a nuestros narradores a decir lo mínimo, por ejemplo, que
el actor Kenneth Branagh leía un fragmento de La tempestad de Shakespeare, pero fue mucho más: a lo Boyle se montó esa obra, una de las últimas del gran dramaturgo inglés.
Había que comentar que el director montó Glastonbury Tor, conocida como La isla de Avalón,
para los británicos, donde se encontraron restos de nuestros
antecesores del Neolítico y también se supone estuvo la famosa Mesa
Redonda del Rey Arturo.
La Reina Isabel II se interpretó a ella misma en su palacio cuando la
fue a buscar el último James Bond encarnado por Daniel Craig; luego
sendos dobles se tirarían del paracaídas para aparecer en el palco
presidencial. Que yo sepa es la primera vez que un jefe de estado, o
mejor dicho jefa, se presta para un espectáculo así.
En fin, fue un repaso brillante a la historia británica; a lo
económico con su desarrollo agrícola primero y la revolución industrial,
con esas inmensas torres creciendo en medio del escenario; a lo social,
con integrantes del Servicio Nacional de Salud que brindan una
asistencia gratuita; y a lo artístico, que logró mezclar sabiamente a
Shakespeare, Mr. Bean y Paul McCartney. La presencia de este último
cantando “Hey Jude” mereció algo más que decir su nombre, porque el
estadio completo siguió esa canción de los años 60, 70, 80, 2000 y 2200…
Claro que Boyle no hizo ninguna crítica social. Ese no era su
objetivo, sino mostrar la grandeza de su país, y lo alcanzó como
desgraciadamente muchas veces no sabemos hacer nosotros al transmitir
nuestra historia y logros.
Le agradezco a la TV haber disfrutado de ese espectáculo y el de la
clausura, pero, ¡ay!, que me perdonen mis amigos narradores: se debieron
preparar mejor. O, incluso, desde aquí se les podría haber alertado por
lo que ya estaba publicado en Internet sobre la ceremonia.
En el CIS me informaron que ese espacio tuvo el 96 % de gusto y no es
considerable la insatisfacción con los comentaristas. En general fueron
altos los índices de teleaudiencia, partiendo de los horarios.
Al Canal Musical le dedicaré un comentario en el futuro. Es
necesario, pero tengo que verlo con detenimiento porque de pasada me he
encontrado con cosas buenas y otras no tanto.
En fin, ¿qué televisión queremos? Todo el mundo dice que debe ser
entretenida, culta, actual, bien hecha. ¿La podemos hacer? En parte sí y
en parte no. Sería de tontos aspirar tener en Cuba a un espectáculo que
costó 34 millones de euros como el de la inauguración de las
Olimpiadas. No hay dinero para eso; ahora bien, si existiera un poco de
dinero, ¿se podría llegar a una propuesta digna con todos los espacios?
Depende: si se acude a los mejores artistas, probados ya, acompañados de
los más jóvenes, que luchan por ideas frescas y tienen soluciones en
una simple PC con un software adecuado, entonces se podrían
realizar mejores programas. Pero si se trata de imponer criterios y
retomar fórmulas viejas, se parirán espacios como A otro con ese cuento.
En la televisión aún quedan artistas de talento pero muchos de ellos
están desalentados porque la incertidumbre rodea sus programas; otros
han decidido decirle adiós a la pequeña pantalla, ahora cuando el
audiovisual rompe casi todas las fronteras. Creo que con las nuevas
formas de producción independiente en Cuba, se impone que la televisión
pueda comprar un buen programa a un realizador o a un grupo de ellos, o
contratarlo sin tener que poner ni gasolina, ni carros, ni supervisores.
Hace un tiempo se habló de los cambios en la TV. Yo, sinceramente, no
los veo, a no ser el Canal Musical; pero en lo demás siento que en
muchos casos se sigue el paso del cangrejo. Existen deudas pendientes
con los artistas desde el VII Congreso de la UNEAC.
Creo que una manera de avanzar, y hacerlo bien, es debatiendo con
quienes constituyen las vanguardia en el audiovisual actual. No sería
útil que en el próximo encuentro de los creadores se repitieran iguales
reclamos. Entonces no veo otra salida que trabajar unidos, porque todo
el mundo que tiene que ver con la TV quiere lo mismo: que sea
entretenida, culta, y un medio movilizador de los mejores sentimientos
humanos.
NOTAS(*) Cuando no cite al CIS es porque yo no pedí información de esos espacios, quizás tuve que hacerlo con todos, pero inicialmente no era mi intención incluir los datos como lo he hecho.
(Con información de El Caimán Barbudo)
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