domingo, 30 de septiembre de 2012

La prensa revolucionaria cubana en la emigración durante el conflicto bélico contra España

Cira Romero • La Habana

El camino recorrido por la prensa revolucionaria cubana en el extranjero no se ciñe únicamente a los periodos marcados por las contiendas bélicas contra España. Entre 1824 y 1826 vio la luz en Nueva York y en Filadelfia, dirigido por el patriota Félix Varela, El Habanero y, aunque solamente se editaron siete números, que entraban de manera clandestina en Cuba, con ellos se inicia la tradición de nuestra prensa editada por los emigrados en el extranjero, fundamentalmente en los EE.UU., que alcanzaría su mayor expresión muchos años después con la fundación, por José Martí, del periódico Patria. Aunque no fue un periódico marcadamente político, no puede omitirse nombrar El Mensagero [sic] Semanal, publicado también en Nueva York y en Filadelfia por el propio Varela y por José Antonio Saco entre 1828 y 1829. Su contenido era variado, pero al gobierno español de la Isla le bastó que fuera dirigido por dos amantes de la libertad de Cuba para que su circulación quedara prohibida en nuestro territorio. 

Hacia el año 1851, cuando se inicia, según los estudiosos, la tercera etapa del periodismo en la Isla, la prensa cubana en el extranjero era numerosa. Había periódicos de tendencia anexionista, como La Verdad, redactado por Miguel Teurbe Tolón, a quien se deben también otras importantes publicaciones como El Cubano y El Cometa, ambas aparecidas en Nueva York. Si bien fueron periódicos políticos, la literatura ocupaba buena parte de sus páginas, como también sucede con El Filibustero y El Eco de Cuba, aparecidos en Nueva York. Otros títulos aparecidos en el extranjero, sin marcada atención a lo político, pero sí relevantes desde el punto de vista literario, fueron La América, América Ilustrada, El Mundo Nuevo y El Correo de Nueva York. Valga destacar que no faltaron también las publicaciones españolas en otras tierras cuyo objetivo era contrarrestar los propósitos de la prensa cubana en la emigración. Estas tenían, por supuesto, un mayor radio de acción, pues a ellas les estaba permitido entrar y circular libremente por el país. Una de las más importantes por su constancia y rudeza en los ataques fue la titulada La Crónica, publicada en Nueva York. 

Dondequiera que hubo colonias de emigrados cubanos —EE.UU., países de Europa y de América Latina— estos dieron a la luz publicaciones para expresar sus anhelos y propagar sus ideales separatistas. 

Entre las  de mayor notoriedad estuvo el Boletín de la Revolución “por Cuba y Puerto Rico”, publicado en Nueva York en 1868 por Néstor Ponce de León, con periodicidad semanal. Posteriormente se convirtió en La Revolución, “órgano de la Junta Cubana en Nueva York”, con una frecuencia trimestral. A fines de 1869 comenzó a ser dirigido por Enrique Piñeyro, con la colaboración del poeta Juan Clemente Zenea y el ensayista Rafael María Merchán. A través de sus páginas se constata, como se afirma en el tomo I de la Historia de la Literatura Cubana (2002) “las contradicciones clasistas que dividieron el campo revolucionario. Desde ellas, por ejemplo, sostuvieron los dos primeros una violenta campaña contra el general Manuel de Quesada, Agente Confidencial del Gobierno Revolucionario en los EE.UU., quien se oponía a la política de la Junta y era apoyado por las sociedades de artesanos [...] campaña en la que se vio obligado a terciar el presidente Céspedes, por considerarla atentatoria contra la unidad revolucionaria”. Por tal razón Piñeyro abandonó la publicación y fue sustituido por Merchán, lo que provocó el abandono de su redacción por parte de Zenea. 

Otro ejemplo de las contradicciones clasistas en el seno de la emigración fue el periódico La Independencia, “órgano de los pueblos hispanoamericanos y Cuba Libre e independiente”, semanario que se publicó en Nueva York a partir de 1873 y cuya existencia se prolongó hasta 1880. A través de sus páginas se combatió a los representantes oficialistas de la Revolución en dicha ciudad, encabezados por poderosos miembros de los grupos de mayor poder económico como los Aldama y los Mestre.

En la última etapa de la guerra contra España, además del periódico Patria, se destacaron otras publicaciones como El Porvenir, El Expedicionario, La Doctrina de Martí, El Intransigente y la Revista de Cayo Hueso

El Porvenir se editó en Nueva York entre 1890 y 1898. Fue semanario político, literario, de noticias y anuncios. Fue dirigido y redactado por el patriota Enrique Trujillo, gran amigo de Martí. En su número inicial, del 12 de marzo, se decía: “El Porvenir defenderá para la Isla de Cuba, desgraciada colonia española, la absoluta independencia, y como la revolución es el único modo de conseguirla, la aceptamos con todos sus desastres y con todas sus consecuencias, porque si las revoluciones desvastan [sic] también fundan y civilizan”. Y más adelante expresaban: “Antes que prevaricar, antes que convertir este papel en palenque de odios y pasiones personales, antes de servirnos de la intriga y la calumnia, arrojaremos nuestra modesta pluma, que escribe solo a impulsos de una conciencia que se inspira en la sinceridad y en la justicia”. Dedicado por entero a servir a la causa de la libertad de Cuba, aparecieron en sus páginas, fundamentalmente, trabajos de carácter político y de propaganda revolucionaria, pero también publicó poemas, crítica literaria y discursos pronunciados por José Martí, que fue uno de sus colaboradores. Colaboraron otras importantes figuras como Julián del Casal, Enrique José Varona, Mercedes Matamoros, Gonzalo de Quesada y Aróstegui y Nieves Xenes. Fue, además, órgano de propaganda y difusión de la Sociedad Literaria Hispano-Americana, uno de cuyos promotores fue Martí. Importantes autores latinoamericanos —Manuel Gutiérrez Nájera, Juan de Dios Peza— colaboraron en sus páginas. En el año 1898 El Porvenir reapareció en Santiago de Cuba, con el mismo director. De esta segunda época, que se corresponde históricamente con la intervención norteamericana en la guerra cubano-española, se publicaron una veintena de números, en los que aparecieron solamente comunicados y noticias de la guerra y otras informaciones de similar carácter. 
 
El Expedicionario se publicó en Tampa entre 1896 y 1897. Dedicó espacio a noticias y trabajos sobre la revolución en Cuba, algunos de los cuales les llegaban desde la propia manigua, y a divulgar informaciones sobre el club Discípulos de Martí, del cual fue órgano oficial. Estuvieron entre su cuerpo de redactores el poeta Bonifacio Byrne y los ensayistas y periodistas Fernando de Zayas y José Manuel Carbonell. 
 
La Doctrina de Martí apareció en Nueva York entre 1896 y 1898; y en La Habana entre 1899 y 1901. Fue “Periódico biográfico, político, literario, de intereses generales y anuncios”. Su lema fue “La República con todos y para todos”. Lo dirigió otro gran amigo de Martí: Rafael Serra. En su editorial del número inicial leemos: “Hemos de dirigir nuestros esfuerzos para el triunfo de la Independencia de la patria, y para que sean reales y no vaga ficción los derechos del pueblo. Esta es nuestra labor”. Divulgó noticias y acontecimientos de la guerra y reseñó parte de las actividades del Partido Revolucionario Cubano y de los clubes de emigrados en los EE.UU. Además, dio a conocer las biografías de cubanos caídos en las luchas. Colaboraron en sus páginas Bonifacio Byrne, Eduardo Yero y Enrique Hernández Miyares, entre otros. Este periódico reanudó su publicación en La Habana el 16 de abril de 1899, ahora como “Semanario político independiente” y su salida se extendió hasta el citado año 1901.

El Intransigente se publicó en Cayo Hueso entre 1897 y 1898. Fue “Periódico político, biográfico y de literatura” y circuló bajo el lema “La unión por la verdad y la justicia”. En su primer ejemplar declaraban: “Dentro del Partido Revolucionario Cubano, acatando respetuosamente su jefatura, más aún proclamándola irremplazable; venimos al estadio de la Prensa a servir de avanzada al ejército civil que en el extranjero, soportando los rigores de la emigración complementa a aquel otro ejército que en los campos de la patria desolada en lucha homérica con la dominación española la hace morder el polvo de los combates, conquistando a la vez la independencia de la tierra querida, la admiración del mundo”. Además de publicar noticias acerca del desarrollo de la guerra, dio a conocer poemas, crítica literaria y artículos de contenido político. Entre sus colaboradores se destacan Federico Uhrbach, Bonifacio Byrne y Esteban Borrero Echeverría. Su publicación culminó en enero de 1898. 
 
La Revista de Cayo Hueso estuvo en circulación entre 1897 y 1898. Fue “Periódico político, literario y de conocimientos útiles”. Quincenal e ilustrado, su primer número vio la luz el 19 de mayo e insertó un artículo donde se expresaba: “Pretende la Revista de Cayo Hueso concurrir a llenar una necesidad de las emigraciones cubanas no satisfecha completamente aún. Aspira a ser un periódico más de las familias patriotas”. Entre sus redactores figuraron Esteban Borrero Echevarría, Diego Vicente Tejera y Carlos Pío Uhrbach. Sotero Figueroa fungió como redactor jefe. 

La prensa revolucionaria en las dos guerras por la independencia de  Cuba fue un baluarte indiscutible para afianzar los deseos de libertad. Instrumento ideológico de fuerza irrefutable, en estos periódicos se asentaron ideales patrios que le inflingieron a la lucha una sostenida potencia libertadora.

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