El camino recorrido por
la prensa revolucionaria
cubana en el extranjero
no se ciñe únicamente a
los periodos marcados
por las contiendas
bélicas contra España.
Entre 1824 y 1826 vio la
luz en Nueva York y en
Filadelfia, dirigido por
el patriota Félix
Varela, El Habanero
y, aunque solamente se
editaron siete números,
que entraban de manera
clandestina en Cuba, con
ellos se inicia la
tradición de nuestra
prensa editada por los
emigrados en el
extranjero,
fundamentalmente en los
EE.UU., que alcanzaría
su mayor expresión
muchos años después con
la fundación, por José
Martí, del periódico
Patria. Aunque no
fue un periódico
marcadamente político,
no puede omitirse
nombrar
El Mensagero [sic]
Semanal,
publicado también en
Nueva York y en
Filadelfia por el propio
Varela y por José
Antonio Saco entre 1828
y 1829. Su contenido era
variado, pero al
gobierno español de la
Isla le bastó que fuera
dirigido por dos amantes
de la libertad de Cuba
para que su circulación
quedara prohibida en
nuestro territorio.
Hacia el año 1851,
cuando se inicia, según
los estudiosos, la
tercera etapa del
periodismo en la Isla,
la prensa cubana en el
extranjero era numerosa.
Había periódicos de
tendencia anexionista,
como La Verdad,
redactado por Miguel
Teurbe Tolón, a quien se
deben también otras
importantes
publicaciones como El
Cubano y El
Cometa, ambas
aparecidas en Nueva
York. Si bien fueron
periódicos políticos, la
literatura ocupaba buena
parte de sus páginas,
como también sucede con
El Filibustero y
El Eco de Cuba,
aparecidos en Nueva
York. Otros títulos
aparecidos en el
extranjero, sin marcada
atención a lo político,
pero sí relevantes desde
el punto de vista
literario, fueron La
América, América
Ilustrada, El
Mundo Nuevo y El
Correo de Nueva York.
Valga destacar que
no faltaron también las
publicaciones españolas
en otras tierras cuyo
objetivo era
contrarrestar los
propósitos de la prensa
cubana en la emigración.
Estas tenían, por
supuesto, un mayor radio
de acción, pues a ellas
les estaba permitido
entrar y circular
libremente por el país.
Una de las más
importantes por su
constancia y rudeza en
los ataques fue la
titulada La Crónica,
publicada en Nueva York.
Dondequiera que hubo
colonias de emigrados
cubanos —EE.UU., países
de Europa y de América
Latina— estos dieron a
la luz publicaciones
para expresar sus
anhelos y propagar sus
ideales separatistas.
Entre las de mayor
notoriedad estuvo el
Boletín de la Revolución
“por Cuba y Puerto
Rico”, publicado en
Nueva York en 1868 por
Néstor Ponce de León,
con periodicidad semanal.
Posteriormente se
convirtió en La
Revolución, “órgano
de la Junta Cubana en
Nueva York”, con una
frecuencia trimestral. A
fines de 1869 comenzó a
ser dirigido por Enrique
Piñeyro, con la
colaboración del poeta
Juan Clemente Zenea y el
ensayista Rafael María
Merchán. A través de sus
páginas se constata,
como se afirma en el
tomo I de la Historia
de la Literatura Cubana
(2002) “las
contradicciones
clasistas que dividieron
el campo revolucionario.
Desde ellas, por ejemplo,
sostuvieron los dos
primeros una violenta
campaña contra el
general Manuel de
Quesada, Agente
Confidencial del
Gobierno Revolucionario
en los EE.UU., quien se
oponía a la política de
la Junta y era apoyado
por las sociedades de
artesanos [...] campaña
en la que se vio
obligado a terciar el
presidente Céspedes, por
considerarla atentatoria
contra la unidad
revolucionaria”. Por tal
razón Piñeyro abandonó
la publicación y fue
sustituido por Merchán,
lo que provocó el
abandono de su redacción
por parte de Zenea.
Otro ejemplo de las
contradicciones
clasistas en el seno de
la emigración fue el
periódico La
Independencia,
“órgano de los pueblos
hispanoamericanos y Cuba
Libre e independiente”,
semanario que se publicó
en Nueva York a partir
de 1873 y cuya
existencia se prolongó
hasta 1880. A través de
sus páginas se combatió
a los representantes
oficialistas de la
Revolución en dicha
ciudad, encabezados por
poderosos miembros de
los grupos de mayor
poder económico como los
Aldama y los Mestre.
En la última etapa de la
guerra contra España,
además del periódico
Patria, se
destacaron otras
publicaciones como El
Porvenir, El
Expedicionario,
La Doctrina de
Martí, El
Intransigente y la
Revista de Cayo Hueso.
El Porvenir
se editó en Nueva York
entre 1890 y 1898. Fue
semanario político,
literario, de noticias y
anuncios. Fue dirigido y
redactado por el
patriota Enrique
Trujillo, gran amigo de
Martí. En su número
inicial, del 12 de marzo,
se decía: “El
Porvenir defenderá
para la Isla de Cuba,
desgraciada colonia
española, la absoluta
independencia, y como la
revolución es el único
modo de conseguirla, la
aceptamos con todos sus
desastres y con todas
sus consecuencias,
porque si las
revoluciones desvastan
[sic] también fundan y
civilizan”. Y más
adelante expresaban:
“Antes que prevaricar,
antes que convertir este
papel en palenque de
odios y pasiones
personales, antes de
servirnos de la intriga
y la calumnia,
arrojaremos nuestra
modesta pluma, que
escribe solo a impulsos
de una conciencia que se
inspira en la sinceridad
y en la justicia”.
Dedicado por entero a
servir a la causa de la
libertad de Cuba,
aparecieron en sus
páginas,
fundamentalmente,
trabajos de carácter
político y de propaganda
revolucionaria, pero
también publicó poemas,
crítica literaria y
discursos pronunciados
por José Martí, que fue
uno de sus colaboradores.
Colaboraron otras
importantes figuras como
Julián del Casal,
Enrique José Varona,
Mercedes Matamoros,
Gonzalo de Quesada y
Aróstegui y Nieves Xenes.
Fue, además, órgano de
propaganda y difusión de
la Sociedad Literaria
Hispano-Americana, uno
de cuyos promotores fue
Martí. Importantes
autores latinoamericanos
—Manuel Gutiérrez Nájera,
Juan de Dios Peza—
colaboraron en sus
páginas. En el año 1898
El Porvenir
reapareció en Santiago
de Cuba, con el mismo
director. De esta
segunda época, que se
corresponde
históricamente con la
intervención
norteamericana en la
guerra cubano-española,
se publicaron una
veintena de números, en
los que aparecieron
solamente comunicados y
noticias de la guerra y
otras informaciones de
similar carácter.
El Expedicionario
se publicó en Tampa
entre 1896 y 1897.
Dedicó espacio a
noticias y trabajos
sobre la revolución en
Cuba, algunos de los
cuales les llegaban
desde la propia manigua,
y a divulgar
informaciones sobre el
club Discípulos de Martí,
del cual fue órgano
oficial. Estuvieron
entre su cuerpo de
redactores el poeta
Bonifacio Byrne y los
ensayistas y periodistas
Fernando de Zayas y José
Manuel Carbonell.
La Doctrina
de Martí
apareció en Nueva York
entre 1896 y 1898; y en
La Habana entre 1899 y
1901. Fue “Periódico
biográfico, político,
literario, de intereses
generales y anuncios”.
Su lema fue “La
República con todos y
para todos”. Lo dirigió
otro gran amigo de Martí:
Rafael Serra. En su
editorial del número
inicial leemos: “Hemos
de dirigir nuestros
esfuerzos para el
triunfo de la
Independencia de la
patria, y para que sean
reales y no vaga ficción
los derechos del pueblo.
Esta es nuestra labor”.
Divulgó noticias y
acontecimientos de la
guerra y reseñó parte de
las actividades del
Partido Revolucionario
Cubano y de los clubes
de emigrados en los
EE.UU. Además, dio a
conocer las biografías
de cubanos caídos en las
luchas. Colaboraron en
sus páginas Bonifacio
Byrne, Eduardo Yero y
Enrique Hernández
Miyares, entre otros.
Este periódico reanudó
su publicación en La
Habana el 16 de abril de
1899, ahora como
“Semanario político
independiente” y su
salida se extendió hasta
el citado año 1901.
El Intransigente
se publicó en Cayo Hueso
entre 1897 y 1898. Fue
“Periódico político,
biográfico y de
literatura” y circuló
bajo el lema “La unión
por la verdad y la
justicia”. En su primer
ejemplar declaraban:
“Dentro del Partido
Revolucionario Cubano,
acatando respetuosamente
su jefatura, más aún
proclamándola
irremplazable; venimos
al estadio de la Prensa
a servir de avanzada al
ejército civil que en el
extranjero, soportando
los rigores de la
emigración complementa a
aquel otro ejército que
en los campos de la
patria desolada en lucha
homérica con la
dominación española la
hace morder el polvo de
los combates,
conquistando a la vez la
independencia de la
tierra querida, la
admiración del mundo”.
Además de publicar
noticias acerca del
desarrollo de la guerra,
dio a conocer poemas,
crítica literaria y
artículos de contenido
político. Entre sus
colaboradores se
destacan Federico
Uhrbach, Bonifacio Byrne
y Esteban Borrero
Echeverría. Su
publicación culminó en
enero de 1898.
La Revista de Cayo
Hueso estuvo en
circulación entre 1897 y
1898. Fue “Periódico
político, literario y de
conocimientos útiles”.
Quincenal e ilustrado,
su primer número vio la
luz el 19 de mayo e
insertó un artículo
donde se expresaba:
“Pretende la Revista
de Cayo Hueso
concurrir a llenar una
necesidad de las
emigraciones cubanas no
satisfecha completamente
aún. Aspira a ser un
periódico más de las
familias patriotas”.
Entre sus redactores
figuraron Esteban
Borrero Echevarría,
Diego Vicente Tejera y
Carlos Pío Uhrbach.
Sotero Figueroa fungió
como redactor jefe.
La prensa revolucionaria
en las dos guerras por
la independencia de
Cuba fue un baluarte
indiscutible para
afianzar los deseos de
libertad. Instrumento
ideológico de fuerza
irrefutable, en estos
periódicos se asentaron
ideales patrios que le
inflingieron a la lucha
una sostenida potencia
libertadora.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario