Por: Silvio Rodríguez
La inmediatez de las comunicaciones posiblemente acabe por imponer
reajustes en algunos conceptos locales. Antes se escribía cualquier cosa
en un país y aquello podía llegar a otros lugares, o no llegar. Hoy día
cualquier noticia viaja en segundos por todo el planeta.
Algunos están tan aburridos en sus estados de bienestar que escriben o
dibujan ofensas, y las proclaman, poniéndose a tiro de conceptos
religiosos que funcionan en otras regiones. ¿La abulia de los lleva a
confundir derechos ciudadanos con deportes extremos?
¿Cuál puede ser el beneficio, la satisfacción de los que, sabiendo
que una provocación puede matar (sobre todo a otros), continúan siendo
irresponsables?
Me lo pregunto ante los artículos que circulan con la caprichosa
dicotomía entre insulto y libertad de expresión. Perecen escritos por
cuatro gatos que ven su libertad amenazada si no pueden ofender a media
humanidad.
Si paranoicos mimados someten el concepto de libertad a sus caprichos, pobre libertad. La libertad no puede entenderse como el derecho a vejar a otros.
Esa es la “libertad” que impone la ley del más fuerte.
Volvamos siempre a Don Benito Juárez, para decir con el: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Digo, si es que la paz nos interesa.
(Tomado de Segunda cita)
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