Por J. M. del Río.
Desde
niño me ha gustado leer. Adquirí el hábito con mi maestro de primaria.
Como provengo de familia pobre (obreros azucareros para más precisión)
que sufría los nocivos efectos del llamado tiempo muerto con el rigor
que algunos despistados de mi generación parecen olvidar y los más
jóvenes no conocieron; en mi casa no había estantes con libros ni nada
parecido. Por eso me adapté a leer lo que cayera en mis manos sin
seleccionar ni organizar lecturas. Esa práctica, algo desordenada por
necesidad, hizo de mí el lector anárquico que ahora soy.
Siguiendo la costumbre de leer lo que me atrae sin un aparente orden
lógico, con algo de tiempo a mi favor, en los últimos días he releído
los libros “Cien horas con Fidel,[1], “La Biblia”[2], “La gran mentira blanca”[3]
y examiné un texto elaborado por un grupo de académicos de origen
cubano dela Florida titulado “La diáspora cubana en el siglo XXI”, del
que podría comentar algunas cosas en otra ocasión.
No escogí premeditadamente estas lecturas, pero me he percatado que
los cuatro textos tratan el tema migratorio desde aristas diferentes y
pensé que sería apropiado compartir algunas de mis consideraciones con
otras personas. Como se intuye de la lectura deLa Biblia, el tema
migratorio ha estado presente en la cultura Judeo-cristiana (y de otras
culturas) desde el comienzo, no importa cual haya sido este. Si bien
visto desde la fe puede haber sido de una forma y visto desde la ciencia
(desprovista de la fe) puede haber sido de otra. Lo cierto es que el
tema migratorio ha sido parte del devenir de la historia de la humanidad
“desde que el mundo es mundo”, póngale usted el calificativo que se
ajuste más a sus creencias y/o convicciones personales.
Sucede que en ese mundo que existe desde hace millones de años y que
ha estado en constante evolución desde entonces, ahora trasciende que
con el hecho histórico dela Revolucióncubana, para algunos allende el
mar y en nuestras propias fronteras, al tema migratorio cubano se le
endilga una terminología peculiar. Se generaliza el criterio que de
cualquier país del mundo las personas “emigran” hacía otros países por
diversas razones, fundamentalmente económicas; mientras que por su
parte, desde el triunfo dela Revolución, los cubanos no “emigran”, sino
que “huyen del castrismo” o del “comunismo”, se “fugan” o se “evaden”.
El léxico habitual para referirse a cualquier otro ser humano que
realiza la acción de salir de su país para asentarse en otro, no aplica
para los cubanos.
Sugiero que analicen este discernimiento. Moisés y los judíos, que
vivían en Egipto, un país extranjero a donde fueron llevados como
esclavos desde otros territorios, no “huyeron de Egipto”, sino que
“emigraron” hacía Canaán, la tierra prometida. Los cubanos por su parte,
que viven en su nación, país que ha sido satanizado y agredido en las
esferas económica, política, cultural, científica, alimentaría, de
salud y militar, con los ilimitables medios al alcance de la principal
potencia del mundo; país al que se le ha causado daños en todos los
aspectos de la vida, incluyendo a la vida misma; no emigran como el
resto de los mortales del planeta tierra, sino que “huyen”, “se evaden”,
“se fugan”. Según esa teoría, no han “huido” de su país los más de 30
millones de mexicanos, ni el millón de dominicanos, ni los 4,6 millones
de portorriqueños, ni los nacionales de cualquier otro país que viven
en los EE.UU. Estos no son cubanos, por lo tanto han emigrado.
Para Cuba se ha creado un engendro legal denominado “Ley de ajuste
cubano”, que posibilita que cualquier ciudadano cubano que arribe a
territorio de los EE.UU., (se incluye Puerto Rico por obra y gracia de
la postura colonial de la potencia imperialista hacia ese territorio),
no importa la vía que utilice, se convierte de inmediato en residente
legal con derecho a trabajar y aspirar a convertirse en ciudadano en un
plazo relativamente corto y con mayores facilidades que cualquier
inmigrante nacional de no importa que país.
Esta Ley se promulgo en 1966, poco después de la llamada crisis
migratoria de Camarioca que tuvo lugar en octubre de 1965. Quizás los de
más edad, olvidadizos o negligentes flacos de memoria, no recuerden
que a raíz de la Crisisde Octubre[4],
el Gobierno de los EE.UU. suspendió todos los viajes y dejaron de
utilizarse los medios de transportación entre Cuba y los EE.UU. Por otra
parte, desde el mismo 1ro de enero de 1959 ese gobierno y sus servicios
especiales comenzaron a alentar de forma abierta y sin tapujos a los
cubanos a marcharse del país, ofreciendo múltiples prebendas y se
calcula que entre 1962 y 1965 habían salido ilegalmente de Cuba unas 30
mil personas que eran recibidas “con los brazos abiertos” porque “huían
del comunismo”. Esa estrategia aún vigente, ha formado parte de la
política subversiva de los EE.UU. contra Cuba con el único objetivo de
intentar retrotraernos a la condición de neocolonia en la que vivíamos
antes del 1ro de enero del 59. A los más jóvenes los invito a leer los
documentos sobre el tema que el propio Gobierno de EE.UU. ha
desclasificado de sus archivos secretos, para que por esa vía (y no por
lo que mi gobierno diga) conozcan lo que en realidad ha sucedido.
Para nadie es un secreto que esa Ley de ajuste cubano ha ocasionado
la pérdida de miles de vidas. Les invito a reflexionar: ¿qué sucedería
si hicieran eso, por ejemplo, con México?. Entre México y los EE.UU.
existe un Tratado de Libre Comercio (TLC) que, como se sabe (y si el
lector es mexicano lo sabe mejor que yo), a quién más ha perjudicado es
al campesino propietario de pequeñas parcelas y a los trabajadores
agrícolas mexicanos en general, que por millones se han arruinado y han
perdido su trabajo y su sustento. Supuestamente el TLC permite el libre
tránsito de capital y mercancías entre México y los EE.UU., pero no de
personas. ¿No merecen los mexicanos, como dijo Fidel, que en virtud de
ese “equitativo” tratado se les aplique al menos un mecanismo parecido
al que tienen los europeos con el llamado “espacio Shenegen”?. Claro
que los mexicanos que se quedan sin trabajo o pierden sus pequeñas
parcelas por culpa del TLC no “huyen” de México hacia los EE.UU, sino
que tratan de “emigrar” con el apoyo de “coyotes” y traficantes de
personas y como no son cubanos, no se les recibe con los brazos abiertos
y, en el mejor de los casos, son declarados ilegales y deportados;
mientras que otros, con menos suerte, a razón de unas 500 por año,
mueren en el intento o son cazados al otro lado de la frontera por
racistas armados.
Con lo dicho explico el por qué del título escogido para estos
comentarios: “La gran mentira…”, porque no solo en el tema del
enfrentamiento anti-drogas dice mentiras el gobierno de los EE.UU.,
(como atestigua en su libro el Sr. Levine, que alude también al tema
migratorio,). Igualmente en la historia de su confrontación con Cuba
acumulan los gobernantes norteamericanos tantas mentiras, que podrían
figuran en el Libro Guinness de los Récords.
Recientemente el Sr. David Ribera, Congresista porla Florida, se cayó
de la cama y descubrió que los llamados “exiliados cubanos”, no son ni
“exiliados” ni “víctimas” y que muchos de ellos al año de estar en los
EE.UU. procurar viajar a Cuba (con la anuencia del Gobierno cubano) para
visitar a sus familiares y amigos. El Sr. David Ribera se escandaliza y
propone al Congreso tomar severas medidas para que esas personas no
puedan visitar su país al año de su llegada a los EE.UU., porque con eso
“ayudan al régimen castrista” llevando dinero y dando la imagen de que
el “castrismo” no es tan malo como lo tratan de pintar.
Ribera parece haber descubierto que la inmensa mayoría de los mal
llamados “exiliados” no son más que emigrantes económicos, hijos de
vecinos, al igual que los mexicanos, los dominicanos, los portorriqueños
y los demás nacionales de cualquier otro país que buscan en los EE.UU.
(quizás con una visión distorsionada por la propaganda), mejoras
económicas; que conservan vínculos profundos y estables con los
parientes que dejaron en Cuba y que aunque pudieran mantener algunos
puntos de vista diferentes con la línea política que se sigue en nuestro
país, la mayoría de ellos apoyan a los equipos deportivos cubanos que
compiten en el exterior, aplauden a nuestros artistas que actúan en los
países donde ellos residen, se enorgullecen de los logros cubanos en los
campos de la educación, la salud y la cultura y al igual que los que
aquí estamos, aspiran a una Cuba mejor, como dijera nuestro Héroe
Nacional José Martí: “con todos y para el bien de todos”.
Para finalizar permítanme volver a la Biblia, donde el tema de la verdad y la mentira se trata profusamente: “El que dice la verdad permanece para siempre, pero el mentiroso, solo un instante (Proverbios, 12-19).
J. M. del Río
[1] Cien horas con Fidel; Ramonet, Ignacio. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado,La Habana 2006.
[2] Dios Habla hoy,La Biblia. Sociedades Bíblicas Unidas, México, 1983.
[3]
“The Big White Lie”; Levine, Michael.(ex-agente dela Agencia para el
enfrentamiento al tráfico de drogas (DEA) de los EE.UU). Thunder’s Mouth
Press, 1993
[4]
Octubre de 1962. Momento internacional muy tenso en que el mundo estuvo
a punto de una guerra atómica. Ver Capitulo 13 del libro “Cien Horas
con Fidel”, de Ignacio Ramonet.
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