Nota del Blog: Muñoz fue mi ídolo de juventud, y hoy lo sigo considerando uno de los más grandes peloteros que ha pasado por nuestro pasatiempo nacional. Leyendo el artículo me recordé de aquellos tiempos y de Pedro Bravo (Perico), esposo de mi madre y a quien quise como un padre, fallecido a principios de año, de las horas que pasamos frente al TV en blanco y negro, de las alegrías que nos dio El Gigante, y a veces también la rabia.
Soy del Escambray y esa zona abarca tres provincias, soy de los tres lugares, aunque haya nacido en Algaba.
Desde el 2008, cuando Escambray publicó el material ¿Quiénes son los 10 mejores bateadores de Sancti Spíritus?,
anda Gregorio Capote cuestionándose: “¿Cuál es el motivo por el cual
se deja siempre fuera de esas estadísticas a Antonio Muñoz? ¿Por qué no
se le considera como pelotero espirituano?”.
A vuelta de correo, la incertidumbre de un lector que no se contenta
con aportar datos y récords de Muñoz, sino que además argumenta: “El que
decidiera ir a vivir a Cienfuegos y jugar con el equipo de esa
provincia no lo excluye de seguir siendo espirituano, una persona puede
cambiar incluso su ciudadanía, pero de donde es natural, donde nació,
eso nunca cambia”.
Acepté la demanda y suscribo sus palabras. La “exclusión”, aupada
quizás en una trivial decisión periodística, no llevaba ninguna
intención malsana. De hecho, este propio órgano en el año 2001 publicó, a
página completa, una entrevista bajo el título Yo fui un gallo y bravísimo,
que abordaba momentos especiales de su enjundiosa trayectoria y
criterios que ponían luz a ciertos puntos oscuros sobre la discordia de
sus orígenes.
“El Escambray reclama a Muñoz porque Muñoz es del Escambray -expresó
entonces- no es por mí que se conoce, sino por las luchas de aquel
lugar… del Escambray me queda todo”.
A seguidas rememoraba cómo se hizo pelotero en aquellos parajes:
“Recuerdo ese día como si hubiera nacido. Tiraba jabalina, pero una
mañana encontré mi felicidad. Un equipo de mi región iba para Güinía de
Miranda y no llegaba el primera base Gilberto Ruiz, de Condado, le piden
permiso a mi papá, él me mira con mucho respeto y asiente con la
cabeza, ya por raticos yo jugaba pelota, fui e hice de todo, jugué
primera, bateé, me ponché, cometí errores, pero di jonrones. Fui el
domingo siguiente y desde entonces no buscaron más a Gilberto. Después
Natilla me hizo una prueba en el ‘Rolando Rodríguez’, de Trinidad, e
ingresé en la Academia de Santa Clara. Con 16 años debuté en Azucareros,
en la serie 67- 68”.
Esta tierra le legó el epíteto que le inmortalizó: El Gigante del
Escambray. De ahí que con la misma magnitud de esa estatura, Muñoz
reserva entre sus momentos especiales su título de 1979 ganado con traje
espirituano y la marca de grandes amigos.
“Por qué no recordar en el 79 cómo el gallo picaba y ganamos un
campeonato para Sancti Spíritus, ese es uno de los momentos más grandes
de mi carrera. Nunca se me olvida cuando perdimos una subserie contra
Vegueros, en Pinar, los seguidores pensaron que ya no ganábamos y
dejaron el gallo bota’o. Cuti, el tintorero, lo recogió, lo revivió y
siguió llevándolo al estadio. Para apoyar al equipo, algunos centros
laborales cerraban e iban para el estadio en caravana, eso fue tan
importante en la victoria porque el pueblo nos dirigió y ganamos… Yo
también fui un gallo y bravísimo”.
“No voy a caer en la trampa porque después se ponen bravos. Tengo
allí grandes amigos, como los que jugaron conmigo en Azucareros, Las
Villas, Sancti Spíritus; sí te voy a mencionar a Huelga porque sus
padres me brindaron su casa cuando aquel tren de Condado no salía o
tenía que regresar tarde a Algaba”.
A la vuelta del tiempo y no apagada la polémica Escambray
volvió a tocar las puertas, o más bien, el teléfono del Gigante en su
hogar cienfueguero desde donde suscribió aquella entrevista de marras:
“Jamás he guardado rencor alguno por Sancti Spíritus, esa es mi
provincia, quiero mucho a mi pueblo, a los dirigentes que estuvieron y a
los que están, les dije adiós un día porque me trasladé junto a mi
familia, mis hijas, algunos sintieron tristeza porque se marchaba un
atleta nacido y formado allí, pero sepan que sigo teniendo el mismo
respeto y admiración por todos”.
A Condado vuelve de vez en vez para respirar ese aire silvestre del que no ha podido sacudirse a los 63 años.
“Ah fíjate si seré espirituano que llamé a la emisora para preguntar el numero del periódico Escambray
por dos cosas. Corrí por la calle Real, la principal de Condado, sufrí
al ver su deterioro de años por los carros cargados desde la arenera de
Algaba, hace poco vi cómo la arreglaron y agradezco a las autoridades
del Partido, el gobierno, la dirección de viales, pero me preocupa que
no haya ninguna autoridad en Condado que pare el paso de esos carros por
ahí si existe un camino cerca que sale a la carretera, tienen que
decirle: por favor, van a destruir otra vez esta obra tan linda que
acaba de hacer la Revolución”.
En una cuidadosa “decantación”, el estadístico Ignacio “El Chini”
Guerra pudo deslindar los numeritos que confirman que “estadísticamente,
Muñoz es tan espirituano como el que más. Con traje yayabero jugó 10
años en Azucareros y tres con los Gallos.
En la selección de los 100 del siglo Muñoz figuró como cienfueguero.
Mas la sangre está por encima de límites provinciales, de rencillas
antiguas. A Gregorio Capote y otros tantos Muñoz responde la pregunta
inicial: “En ese listado figuré como cubano, que es lo más importante,
uno puede vivir donde quiera, mudarse, pero se queda siempre en su
Patria, no importa dónde, por qué…soy del Escambray y esa zona abarca
tres provincias, soy de los tres lugares, aunque haya nacido en Algaba.
De donde nunca me fui ni me iré es de Cuba, eso es lo más grande”.
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