Por: Percy Francisco
Alvarado Godoy
La presencia de un brote
de cólera en Cuba ha sido el punto de inflexión para una nueva
campaña mediática contra nuestra Patria, proveniente
fundamentalmente de los tradicionales enemigos de la Revolución,
entre los que se han hecho eco malicioso El Nuevo Herald y Radio
Martí, radicados en Miami, diversos blogs pertenecientes a la
blogósfera anticubana, así como los mercenarios arropados en el
falso papel de “periodistas independientes”. No faltaron, por
supuesto, algunas agencias internacionales y periódicos al
servicio de la SIP, como el Universal de Caracas.
El cólera es una
enfermedad diarreica aguda, tal como se describe en varios sitios
especializados, que aunque resulta mortal en muchos casos,
puede ser tratado con sales de rehidratación oral. Empero, la
base fundamental de la eliminación de la enfermedad es su
prevención, mediante la implementación de fuertes medidas de
respuesta organizada y bien definida, en las que la población tiene
una alta responsabilidad en su cumplimiento. El hecho de que el
cólera se contrae a través del consumo de agua contaminada o aguas
que no reciben el tratamiento adecuado, hace del mismo un factor que
puede evitarse mediante una adecuada gestión ambiental, el
tratamiento del agua y la cultura de hervirla antes de su consumo.
En el caso de Cuba hace
130 años que esta enfermedad no había tenido ocurrencia dentro de
la población. El último brote colérico ocurrió en 1882.
Obviamente, su reciente aparición ha servido de medio para desatar
la actual campaña mediática contra nuestra Patria, cuyos objetivos
son:
1) Cuestionar
falazmente la eficacia del sistema primario de salud en Cuba.
2) Utilizar su
aparición para propalar diversos rumores tendenciosos sobre una
degradación de la calidad de vida en Cuba, apoyándose en los
mercenarios de oficio, encargados de distorsionar la realidad cubana.
3) Afectar el
creciente arribo del turismo en Cuba, presentando un cuadro de
descontrol de los focos epidémicos por parte de las
autoridades cubanas. En esencia, esta campaña se basa en sembrar
miedo no solo dentro de la población cubana, sino también en los
potenciales visitantes a La Isla.
4) Falsear la
información sobre la incidencia de la epidemia, sobredimensionando
el número de casos y presentando un cuadro de descontrol, ineficacia
e impotencia de las autoridades sanitarias cubanas.
5) Mostrar una
hipócrita preocupación hacia el pueblo cubano, cuando realmente los
“preocupados” son los que defienden a ultranza en férreo bloqueo
contra Cuba.
6) Mostrar una
aparente indolencia del gobierno cubano ante la situación social en
general y hacia la aparición de la enfermedad en particular.
7) Politizar el
fenómeno para mantener su guerra ideológica contra Cuba.
8) Culpar al
gobierno por la carencia de medios de higiene personal,
relacionándolo con precios elevados de los mismos y un
desabastecimiento de los mismos.
Aunque el cólera es un
indicador de falta de desarrollo social en una nación, no es éste
el caso de Cuba.
La muestra de la
manipulación mediática de este caso, en particular, la ofrece una
nota de Juan O. Tamayo, colocada hoy en El Nuevo Herald, en la que se
refiere a un “aumento” incontrolado de los casos de cólera en
Cuba. Hasta el momento se basan en especulaciones, aduciendo que la
epidemióloga cubana Ana María Batista González, comentó en sobre
el comportamiento de la epidemia, cuyos datos fueron tergiversados y
manipulados especulativamente, confundiendo otros cuadros clínicos
de pacientes con el cólera.
Lo cierto hasta el momento
es que el periódico Granma hizo mención a la aparición del brote
epidémico el pasado tres de julio y planteó que Cuba tiene los
recursos necesarios para controlarlo. La cifra de fallecidos
oficialmente era de tres personas hasta ese momento.
El rejuego mediático se
inició de inmediato, convirtiéndose estos medios en voceros de la
manipulación fabricada por detractores contrarrevolucionarios. El
propio Nuevo Herald hace referencia a comentarios como los del
mercenario Yoandris Montoya, quien sobredimensionó la cifra de
fallecidos. Radio Martí también se encargó de difundir las
informaciones tergiversadas de contrarrevolucionarios cubanos, tales
como Walter Claver Torres, supuesto “periodista independiente”,
radicado en Santiago de Cuba; Jorge Corrales Ceballos, otro
“periodista independiente” radicado en Guantánamo; la Dama
de Blanco Yelena Garcés, directora provincial de la FLAMUR en
Santiago de Cuba, entre otros, quienes se dedicaron a contar
fallecidos a diestra y siniestra en sus provincias.
Ninguno de estos
medios hace mención a la inmediata respuesta epidemiológica por
parte del gobierno cubano, quien ha puesto incontables recursos para
evitar la diseminación de la enfermedad. Al contrario se refieren a
comentarios como el siguiente; “Pero la
policía mantuvo una fuerte presencia de seguridad en los hospitales
del área y no se permitía a los parientes visitar a los pacientes
con cólera”, de acuerdo a comentarios enviados por la mercenaria
Tania de la Torre y su esposo.
El sitio Havana Times
aumentó los rumores infundados sobre el fallecimiento de una anciana
en La Habana, especulando sobre las medidas obvias que toma el
gobierno en el caso de un repunte de la enfermedad. Todo este
dispositivo es parte de la estrategia epidemiológica cubana y
demuestra la preocupación de las autoridades al respecto. Otro
blog, Café Fuerte, también especuló sobre el fallecimiento de
quince pacientes en la Isla, según fuentes desconocidas.
No podía faltar la
injerencia descarada de la congresista estadounidense Ileana
Ros-Lehtinen, quien llena de venenosa intolerancia acusó al
gobierno cubano de evitar difundir información sobre el brote de
cólera en Cuba para no ahuyentar al turismo. Se apoyó en sus
comentarios en las mismas cifras difundidas por sus mercenarios
dentro de la Isla.
REPERCUSIONES
La carga mediática
de los medios enemigos de Cuba ha despertado infundadas suspicacias y
temores, pero sin la magnitud que ellos pretendían. Aunque
México inició medidas de protección con respecto a los vuelos
procedentes de Cuba, el vocero de la Secretaría de Salud de
Yucatán, Luis Vázquez, aseguró que, en México, "no hay
nada, ni siquiera ha venido ningún pasajero con sospechas de nada".
Por su parte, las Islas
Caimán emitieron una advertencia en que recomendaba que los
viajes a la isla debieran limitarse “sólo a los esenciales”.
Sin embargo, otra cosa ha
sucedido en Venezuela, donde los medios controlados por la derecha
han tratado de hacerse eco con la campaña mediática anticubana,
como son los casos de El Universal y Noticias 24, quienes aducen al
peligro de transmisión de la enfermedad, dado el flujo permanente de
viajeros entre ambas naciones.
La OMS, como otras
prestigiosas organizaciones internacionales conocen el alto nivel
organizacional existente en Cuba para enfrentar contingencias, tanto
naturales como focos epidémicos. Asimismo, destacaron en varias
oportunidades el alto nivel de calificación de la medicina cubana,
demostrado internacionalmente mediante la cooperación solidaria
hacia otras naciones.
Como señalara una cubana
sencilla: “se está alerta, pero sin miedo”, en franca expresión
de la confianza que tiene el pueblo hacia su gobierno. El resto es
manipulación barata, vilmente manipulada y encaminada a dañar a
Cuba.
Por mí parte, empero,
creo que este suceso epidémico debe servirnos a todos a sacar
provechosas lecciones:
1) Toda
campaña mediática contra Cuba se urde sobre la base de nuestras
debilidades en cuanto a mantener informado, en tiempo real, a nuestro
pueblo. La información veraz, inmediata y serena, no confunde, y
compromete, a la par, a los ciudadanos en la solución de este tipo
de contingencias. Es la forma más efectiva de poner coto a la
mentira, a la distorsión de la verdad y a la manipulación mediática
de nuestras realidades.
2)
Aunque hemos avanzado mucho en materia de salud, siendo uno de los
países con indicadores más altos en el mundo, debemos mantener un
serio proceso de perfeccionamiento de la salud primaria a la
ciudadanía. Todo esfuerzo por mantener una calidad en los servicios
de salud al pueblo, debe ser un reto permanente para todos y no se
debe escatimar voluntad en ello.
3)
Nos queda mucho por trabajar, es cierto, en el mejoramiento de las
condiciones de vida de nuestra población. La falta de recursos, a
pesar del gran esfuerzo de nuestro gobierno, conspira contra ello.
Debe ser parte de la responsabilidad de los órganos de dirección,
tanto a nivel nacional, provincial y en cada localidad, la
eliminación de vertederos, los escapes de aguas albañales, la
eliminación de los focos contaminantes, la vigilancia epidemiológica
efectiva y el monitoreo permanente a aquellas zonas potencialmente
vulnerables a la profusión de enfermedades.
4)
Aunque se ha trabajado fuertemente en la incorporación de la
población en la batalla de enfermedades endémicas como el dengue,
todavía se debe hacer un esfuerzo mayor en la capacitación y
educación de nuestro pueblo, aumentando su cultura sobre la salud.
Hervir el agua, limpieza permanente del hogar, realización verdadera
del auto focal, así como otras medidas, deben dejar de ser simples
campañas y convertirse en hábitos de vida.
5) Involucrar
aún más a las organizaciones de masas en la solución de aquellos
problemas relacionados con el bienestar y la garantía de la salud de
nuestros compatriotas. Dejar a un lado el campañismo y convertirlo
en tareas esenciales de su trabajo con el pueblo.
Cuba, a pesar de lo
que piensan sus detractores, saldrá airosa de este nuevo reto, como
lo consiguió frente al dengue hemorrágico y la fiebre porcina, así
como contra otras amenazas implantadas por el bioterrorismo de la CIA
y los mafiosos de Miami. Tenemos amplia experiencia en librar esas
batallas y contamos con los recursos humanos capaces para lograrlo.
Seguirá siendo, a qué negarlo, un sitio seguro para el visitante y
para nuestro propio pueblo.
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