Hacía
 un buen número de años que no comentaba algún trabajo de los que, sobre
 Cuba, publica tan a menudo la prensa donde colaboran los cubanos de eso
 que ha dado en llamarse la “diáspora” cubana y, en este caso, es una 
caracterización del recién nombrado ministro de cultura, el compañero 
Rafael Bernal, que ha sustituido a Abel Prieto tras sus quince años de 
trabajo en el ramo.
La peculiar caracterización aparece en la revista digital Cubaencuentro que ha venido a ser lo que ha quedado de la fundación que puso en circulación hace ya 16 años, la revista Encuentro. La nota la firma un –al menos para mí– desconocido Eugenio Yáñez, y esta fechada en Miami.
La nota empieza a fijar su opinión desde el título, que opera con una tendenciosa metonimia.
Como
 Rafael Bernal fue teniente de las FAR allá por los años sesenta –esto 
es, en los mismos inicios de la Revolución– Yáñez nos lo informa, pero 
trasladando ese ya lejano pasado a toda la atmósfera que el recién 
nombrado va a trasladar a su nuevo cargo.
Yánez
 titula así su nota: “Un sofisticado estilo militar para dirigir la 
cultura cubana”. Esto es que la ocupación que tuvo Bernal hace medio 
siglo, es la que cuenta para determinar su estilo de trabajo. Los años 
en que se ha desempeñado como viceministro de educación y los quince 
años que ha trabajado como segundo de Abel Prieto en el ministerio de 
cultura, no han dejado ninguna huella de consideración en él. En el 
párrafo final de su nota, Yáñez hace firme su punto de vista. Escribe: “Para Raúl Castro, el ministro Rafael Bernal es un militar que cumplirá sus órdenes”, porque
 el consejo de ministros es una brigada que se cuadra ante las órdenes 
del jefe que, de acuerdo a la concepción “yañecina”, deberá saber de 
educación, de salud pública, de cultura, de industria básica, de 
relaciones exteriores y de comercio interior para no solicitar los 
criterios de sus ministros sino, como buen general, darles las órdenes 
precisas que deberán cumplir.
Casi
 todos los países obligados a cuidar su seguridad, emplean como 
dirigentes ciertos cuadros formados en sus fuerzas armadas. Eisenhower 
fue general de cinco estrellas, y Kennedy, teniente durante la segunda 
guerra mundial. Solamente a George W. Bush su padre le consiguió una 
“botella” en la fuerza aérea de Texas en tiempos de la guerra de 
Vietnam, aún no se sabe si para proteger al niño, o para salvaguardar a 
las fuerzas norteamericanas en el sudeste asiático.
Yáñez
 le llama “comisarios” a todos los dirigentes de cultura que ha habido 
en Cuba. Una de las constantes de los opositores de la Revolución Cubana
 –y Yánez lo es– es no diferenciar los momentos, no apreciar los cambios
 o, al menos, no dar cuenta de ellos. En Cultura, la fundación del 
Ministerio en 1976, que marca el inicio del fin del “Quinquenio Gris”, 
señala un antes y un después. Desde entonces, desde la dirección de 
Armando Hart –que para Yáñez “cayó en desgracia”– ha existido un trabajo
 que se ha ido perfeccionando pero que no ha variado en lo esencial. 
Abel Prieto fue viceministro de Hart, como Bernal lo ha sido durante el 
mandato de Abel.
En
 Cuba se sabe que, por razones de salud y de su trabajo como escritor, 
Abel Prieto había solicitado ser sustituido desde hace años. Se 
rumoraron muchos nombres para sucederlo y hace casi un año fue 
reemplazado, pero a los pocos días lo llamaron para pedirle que 
estuviera un poco más en el cargo. Finalmente, su sucesor ha sido su 
segundo, lo cual indica una continuación del trabajo que, 
eficientemente, Abel había venido llevando a cabo. No creo que haya otro
 misterio en su designación ni el ministerio vaya a asumir el 
“sofisticado estilo militar” que Yáñez augura.
Hace
 muchos años le escuché decir a Armando Hart que la cultura no se 
dirige, porque esa dirección es obra exclusiva de artistas y escritores y
 que las entidades oficiales solo pueden promoverla.
Los
 opositores de la Revolución Cubana han sido especialmente incapaces de 
predecir su futuro porque no son capaces de enjuiciar su presente.
Ahora Yáñez, en su máquina del tiempo,  nos anuncia lo que va a ser, en los días que vienen,  la militarizada cultura de Cuba. 
 
 
 
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