Me corresponde el
inmenso honor de
pronunciar las palabras
de elogio de siete
figuras cardinales de la
Cultura Cubana, y no en
un año cualquiera sino
en el año en que la
Asociación Hermanos Saíz
llega a su aniversario
25. Provengo de una
generación para la cual
la Asociación no guarda
secretos. Provengo de la
generación que al
despertar encontró en
todas las provincias de
Cuba, y aún en
municipios recónditos,
las siglas A-H-S junto
al rostro de los dos
hermanos que son siempre
jóvenes. Provengo de la
generación que sabía
dónde estaba la Casa del
Joven Creador y que allí
se entraba gratis; que
importantes artistas
colgaban sus
exposiciones, montaban
sus puestas, leían
poesía, descargaban.
También provengo de la
generación que vio por
vez primera, y con total
naturalidad, los
monumentales conciertos
de rock que se hacían en
Santa Clara, y la que
vio a los raperos narrar
nuestra cotidianidad con
su discurso crítico y
siempre participativo.
Cuando necesitamos
espacios de realización
los encontramos
abiertos; y cuando
necesitamos de espacios
nuevos, nosotros mismos
los creamos.
Vimos caer paredes que
parecían inmóviles y
vimos las columnas ser
flexibles. Fuimos
contraparte de las
instituciones de la
cultura pero también
supimos ser parte, de
manera que hoy no
existimos los unos sin
los otros. Me atrevo a
afirmar que a veces
hablamos dialectos
distintos pero siempre
una misma lengua. No por
gusto esta tarde los
representantes del
Ministerio de Cultura y
sus instituciones están,
como siempre, con
nosotros.
Pertenezco a la
generación que pudo
publicar sus libros en
las editoriales de la
Asociación, y que pudo
exponer en sus galerías
las obras más polémicas.
La generación que fundó
revistas con nombres tan
locos como La Gaveta,
y colgó sus cuadros en
la galería de arte que
es un paso peatonal. La
que iba con una mochila
de provincia en
provincia tocando a las
puertas de toda Cuba con
un santo y seña: A-H-S.
Y así repetimos la ruta
de Martí y vimos su
rostro entre las nubes
del Turquino. Y así
viajamos fuera de Cuba e
invitamos a Cuba a quien
quiso conocernos.
Dimos becas y premios y
fundamos todo tipo de
proyectos. Los mejores
perduran y son espacios
vivos de participación y
legitimación. De los
coyunturales bebimos la
esencia y supimos pasar
a otra cosa. Y así hemos
sido siempre jóvenes.
Todos los años recibimos
a quienes llegan con un
carné que generalmente
se les pierde. Les
explicamos qué es la
Asociación y cómo
funciona. Pero el qué y
el cómo son distintos
para cada artista, y
cada artista necesita
descubrirlo por sí solo.
Cuando entendimos todo,
participamos de todo y
todos nos conocen, casi
siempre ya es hora de
decir adiós. Nos
despedimos sin grandes
tristezas, porque a los
36 años aún se es joven,
y el mundo sigue siendo
ancho pero ya nunca es
ajeno. Años después,
entre papeles viejos
encontramos el carné que
anduvo perdido. Sé de
muchos que lo guardan
con nostalgia. Hay
quienes dicen que en la
Asociación vivieron sus
mejores días, y yo les
creo.
Leyendo con Retamar me
temblaron las manos al
oírle su poema: “Y
Fernández”. Y en una
reunión que parecía
interminable, Fina
escapó por mi lado y era
el alma de Cuba quien
pasaba. Vi a mis amigos
de la Trovuntivitis
cantar junto a Manu Chau
y con Liliana Herrero; y
vi a los rockeros
coreando con Sepultura,
y a Yasek Manzano y
Wynton Marsalis
compartiendo una
trompeta.
Les digo a los que
recibirán su carné de
asociados en el
emblemático Pabellón
Cuba, no una tarde
cualquiera sino está
tarde; los que
simbolizan a los 400
jóvenes que ingresarán a
lo largo y ancho de la
Isla, que la Asociación
es casa a la vez que
herramienta, que la irán
entendiendo en la medida
en que ella absorba con
su inmensa comprensión
sus obras por venir. Los
que esta tarde reciben
no un carné, sino el
Sello 25 Aniversario,
han dejado a los que
ingresan un hermoso
diseño que felizmente
siempre estará
incompleto, que siempre
necesitará de nuevos
sentidos y de nuevos
trazos.
El Sello 25 Aniversario
se ha estado entregando
por estos días, en todas
las provincias del país,
a instituciones, jóvenes
artistas y
personalidades que han
participado de la vida
de la organización de un
modo relevante. La
mayoría de estos
creadores recibieron
hace años su carné y hoy
son los impulsores de
los procesos culturales,
y los actores de cambio
para un mundo mejor.
Y para que esta tarde
sea completa, y esta es
la razón esencial de que
nos encontremos
reunidos, a propuesta
del Consejo Nacional de
la Asociación Hermanos
Saíz, se entrega la
máxima distinción que
dan los creadores
jóvenes a siete
relevantes artistas e
intelectuales, que no
necesitan de más
presentación que sus
mismos nombres, y vienen
a sumarse a una lista
entrañable y prestigiosa
de Maestros de
Juventudes.
Marta Valdés
está considerada la
figura más sobresaliente
de la segunda generación
del filin, y su obra
prepara el camino al
surgimiento de una nueva
canción en Cuba, no solo
desde la estética
musical sino también en
el ámbito poético. Temas
suyos han sido cantados
por míticos intérpretes
de la talla de Bola de
Nieve, Elena Burke,
Omara Portuondo, Pablo
Milanés y la Freddy. No
se pudiera hacer un
recuento de la canción
cubana sin temas como
“Llora” y “Tú no
sospechas”, entre otros.
No solo sobresale Marta
Valdés como cantautora,
es además una de las más
lúcidas teóricas de
nuestra música. De su
labor como crítica
proviene el antológico
volumen Donde vive la
música, y hoy, desde
su espacio digital en
Cubadebate, sigue
ejerciendo su criterio
siempre lúcido y
profundo.
Llegue a esta leyenda
viva de la canción
cubana, el homenaje de
una organización que la
acompaña en la promoción
de una de las
corrientes más robustas
de nuestra historia
musical, la trova.
Ramona de Saá,
Premio Nacional de Danza
y también de Enseñanza
Artística, resume en
estos lauros las
pasiones cardinales de
su vida. Fundadora del
Ballet Nacional de Cuba
fue, en su juventud, una
de sus principales
figuras hasta que una
lesión la alejó del
baile pero no de las
tablas. Cuentan que en
medio de una clase
recibió la noticia de
haber merecido el Premio
Nacional de Enseñanza
Artística —distinción
que reconoce sus 45 años
de vínculo con la
docencia, y sus aportes
a la Escuela Cubana de
Ballet— y seguramente es
cierto, pues Ramona de
Saá está considerada,
unánimemente, como una
de las representantes
más notables de la
Pedagogía de la Danza en
el mundo contemporáneo,
y en nuestro país ha
formado a las nuevas
promociones de
bailarines. Ramona de
Saá ya no es solamente
maestra de bailarines,
también lo es de todos
los noveles artistas.
Sara González, fundadora
del movimiento de la
Nueva Trova, y una de
sus figuras más
queridas, también
perteneció al Grupo de
Experimentación Sonora
del Icaic, y ha sido un
icono para múltiples
generaciones. Su obra es
diversa, y al rigor de
su preparación como
artista se une su
sensibilidad de mujer
apegada a la defensa de
la identidad nacional, y
a nuestro perenne anhelo
de justicia. Con real
autenticidad ha
sintonizado la épica
nacional con el ser
humano a través de temas
sociales de un inmenso
vigor, y ha podido
comunicar el pulso de
nuestros tiempos en
canciones que son
verdaderos símbolos. Se
dice que Sara le ha
puesto voz a la
Revolución y cuerpo a la
cubanía. Sara González,
Maestra de Juventudes,
ya es parte inseparable
de la Asociación como lo
es de nuestra memoria
colectiva. Su nombre, su
voz, su alegría,
significan pueblo.
A
Nersys
Felipe
los niños la leen en la
escuela y la siguen
leyendo durante toda la
vida. Su obra, perenne
exaltación de la
cubanía, es capaz de
elevar lo local a lo
universal; prueba de
ello es que ha sido
traducida a varios
idiomas. Solamente con
Cuentos de Guane
y Román Elé, que
le merecieron dos
Premios Casa, ya hubiera
sido considerada un
clásico de nuestras
letras. Aunque a sus
reconocimientos suma el
Premio La Edad de Oro y
el de la Crítica,
prefiero resaltar un
galardón casi
desconocido —quizá el
que más se le parece—,
el origami que
representa la Distinción
a la Humildad “Dora
Alonso”, que le fuera
entregado por Gente
Nueva a principios de
año. A Nersys Felipe,
una de las más
importantes escritoras
cubanas de todos los
tiempos, sumamos otro
premio: el que esta
tarde, con inmenso amor,
le entrega a la joven
vanguardia artística.
Alfredo
Sosabravo,
pintor, dibujante,
grabador, ceramista, es
uno de los más
significativos artistas
cubanos, justamente
reconocido con el Premio
Nacional de las Artes
Plásticas. Sosabravo ha
realizado una obra
fácilmente identificable
por su estilo único,
optimista y espléndido,
que tiene como centro al
ser humano y la
naturaleza. Experto en
todas las técnicas, se
ha renovado
constantemente, de
manera que con el paso
de los años sus
creaciones han crecido
en originalidad y
fuerza. Su obra,
referente ineludible si
ha de hablarse de arte
cubano, es el resultado
de una mente siempre
fresca e indagadora, que
no teme seguir
experimentando a pesar
de sus más de ochenta
años. Merece Alfredo
Sosabravo el mejor
homenaje de los artistas
jóvenes, que es ser
llamando, con total
justeza, Maestro.
Enrique Pineda Barnet,
hombre de increíble
versatilidad, es
cineasta, guionista,
poeta, y actor, y se ha
movido en los ámbitos
del teatro, la radio, la
televisión, el
periodismo y el
magisterio. Es fundador
de Teatro Estudio, de la
Sociedad Cultural
Nuestro Tiempo, de la
Televisión y de la
UNEAC. Para terminar con
las frías pero
necesarias
enumeraciones, diré que
Pineda Barnet dirigió el
filme de ballet
Giselle, único de su
tipo en América Latina,
y uno de los más
logrados en el mundo; y
en 1989, La Bella del
Alhambra, que
integra la lista de las
películas más
importantes del cine
cubano, y que todo
cubano ha visto con
fervor. Por esa y otras
realizaciones mereció en
2006 el Premio Nacional
de Cine. No nos extrañe
que los artistas jóvenes
llamemos a Pineda
Barnet: Maestro, porque
lo ha sido. En 1959 fue
el primer maestro
voluntario que tuvo
nuestro país, y a
partir de esa
experiencia, como el
mismo refiere, no ha
dejado de serlo ni un
solo instante.
Fernando Martínez
Heredia es uno de
los intelectuales más
valiosos de América
Latina, y su obra es
brújula indispensable
para entender los
problemas del continente
y el mundo
contemporáneo. En los
albores de los años 60
inicia su labor en el
Departamento de
Filosofía de la
Universidad de la
Habana, y a finales de
esta década ya dirige la
revista Pensamiento
Crítico, publicación
inevitable cuando se
habla del marxismo en
Cuba y Latinoamérica. A
partir de este momento
se centra en la
investigación, y su
trabajo es tan fecundo
que parece no haber
vivido una, sino tres
vidas. A la Distinción
por la Educación Cubana
se le suman el Premio
Casa de las Américas de
Ensayo, y el Premio
Nacional de Ciencias
Sociales, por solo citar
sus más importantes
reconocimientos. La vida
de Fernando Martínez
Heredia ha estado en
perfecta sintonía con la
historia de nuestro
país, y su obra nos ha
legado claves
inestimables para
comprenderlo. Querido
Maestro, llegue a usted
la gratitud de los
jóvenes que andamos tras
su huella y su lámpara
alta.
Reciban este premio:
Marta Valdés, Ramona de
Saá, Sara González,
Nersys Felipe,
Sosabravo, Pineda Barnet
y Fernando; sabemos que
al aceptarlo son ustedes
quienes nos premian.
Los que somos deudores
de sus obras inmensas,
su continuidad, su
renuevo, hoy cumplimos
25 años. Desde las
capitales o desde el
municipio más recóndito:
con guitarra, con
libros, con pincel y
paleta, encima de las
tablas, grabando de la
vida cuanto ocurre; en
las Casas del Joven
Creador, en las calles y
en las instituciones;
ascendiendo al Turquino
con el rostro vivo de
Martí sobre nuestro
propio rostro; en el
árbol de Cuba aquí
estamos, los verdes,
nuevos brotes.
Muchas gracias a todos.
Pabellón Cuba, martes 18
de octubre de 2011
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