Por: Jennifer Zubizarreta Arias
Cisjordania y Gaza son nombres recurrentes en el mundo árabe. Las noticias aparentemente aisladas que se desprenden de estos escenarios, integran el último episodio de una lucha de más de 60 años, por el derecho de los palestinos a construir un Estado propio.
Sin embargo, el proceso de ocupación israelí no ha hecho más que intensificar la política de despojo contra el pueblo palestino, víctima de la violencia de colonos y soldados sionistas, del robo de tierras, de la construcción de muros de la vergüenza, forzado a vivir en condición de refugiado en territorios que les pertenecen. No es posible ocultar la realidad: los más antiguos habitantes de estas tierras, que han residido en ellas por más de 4 000 años antes de Cristo, son las poblaciones palestinas.
El intento de exterminio contra ellos es parte de estos tiempos y encuentra en la manipulación histórica, un instrumento poderoso. No olvidemos que Palestina fue el espacio escogido por el sionismo para la creación de un hogar nacional judío, un proyecto colonial que logró su patente de corso en 1917, con la Declaración de Balfour.
Fue precisamente la doctrina sionista la que impulsó, tras la división de Palestina y la creación del Estado de Israel, una escalada de terror que relacionó en lo adelante la condición de desplazado con el futuro de miles de palestinos.
La secuencia de enfrentamientos que atraviesa el mapa del conflicto, llega hasta hoy y se conecta con sucesos como los del verano de 2 014, cuando el mundo se conmovió ante los más de 2 000 palestinos muertos durante la agresión israelí de 51 días contra la Franja de Gaza.
Sin embargo, el primer ministro Netanyahu insiste en el peligro que representan los palestinos y sus acciones de resistencia. La situación del conflicto es la de un pez que se muerde la cola, provocando, a su vez, una mayor radicalización por el lado israelí, que se limita a ajustar los términos del discurso.
Bajo la excusa de que preserva la paz y la seguridad de los colonos judíos, Tel Aviv llama protección a lo que es una política agresiva.
Año tras año, Israel se conduce con el apoyo de los Estados Unidos que obstaculiza cualquier reclamo en Naciones Unidas para el cumplimiento de la legalidad internacional y la proclamación de la verdad del conflicto.
Para la Casa Blanca, no sólo se trata de asegurarse un socio indispensable en la zona y una especie de portaaviones terrestre en una región donde existen profundas divisiones y se mueven importantes intereses geopolíticos. La relación con el Estado sionista es parte, también, del diseño de su hegemonía.
Lo cierto es que, difícilmente, pasa una semana sin que se conozca la muerte de un palestino por agresiones del lado israelí. La represión sionista y la violencia desatada en Cisjordania y la Franja de Gaza dejaron en 2 015 más de 150 palestinos asesinados, según informe de la ONU.
La tragedia, lejos de detenerse, continúa abriendo heridas, mientras se percibe, cada vez más remota, la solución de dos estados.
Para muchos, ha llegado el momento de que Naciones Unidas se comprometa con las respuestas a una cuestión política que la acompaña desde sus inicios. Para otros, la clave está en la unidad del pueblo palestino y su estrategia de lucha. De hecho, la conjunción de estas posibilidades pudiera ser la luz necesaria al final del camino… Habrá que seguir de cerca el desarrollo de los eventos, en el año que termina.
Cisjordania y Gaza son nombres recurrentes en el mundo árabe. Las noticias aparentemente aisladas que se desprenden de estos escenarios, integran el último episodio de una lucha de más de 60 años, por el derecho de los palestinos a construir un Estado propio.
Sin embargo, el proceso de ocupación israelí no ha hecho más que intensificar la política de despojo contra el pueblo palestino, víctima de la violencia de colonos y soldados sionistas, del robo de tierras, de la construcción de muros de la vergüenza, forzado a vivir en condición de refugiado en territorios que les pertenecen. No es posible ocultar la realidad: los más antiguos habitantes de estas tierras, que han residido en ellas por más de 4 000 años antes de Cristo, son las poblaciones palestinas.
El intento de exterminio contra ellos es parte de estos tiempos y encuentra en la manipulación histórica, un instrumento poderoso. No olvidemos que Palestina fue el espacio escogido por el sionismo para la creación de un hogar nacional judío, un proyecto colonial que logró su patente de corso en 1917, con la Declaración de Balfour.
Fue precisamente la doctrina sionista la que impulsó, tras la división de Palestina y la creación del Estado de Israel, una escalada de terror que relacionó en lo adelante la condición de desplazado con el futuro de miles de palestinos.
La secuencia de enfrentamientos que atraviesa el mapa del conflicto, llega hasta hoy y se conecta con sucesos como los del verano de 2 014, cuando el mundo se conmovió ante los más de 2 000 palestinos muertos durante la agresión israelí de 51 días contra la Franja de Gaza.
Sin embargo, el primer ministro Netanyahu insiste en el peligro que representan los palestinos y sus acciones de resistencia. La situación del conflicto es la de un pez que se muerde la cola, provocando, a su vez, una mayor radicalización por el lado israelí, que se limita a ajustar los términos del discurso.
Bajo la excusa de que preserva la paz y la seguridad de los colonos judíos, Tel Aviv llama protección a lo que es una política agresiva.
Año tras año, Israel se conduce con el apoyo de los Estados Unidos que obstaculiza cualquier reclamo en Naciones Unidas para el cumplimiento de la legalidad internacional y la proclamación de la verdad del conflicto.
Para la Casa Blanca, no sólo se trata de asegurarse un socio indispensable en la zona y una especie de portaaviones terrestre en una región donde existen profundas divisiones y se mueven importantes intereses geopolíticos. La relación con el Estado sionista es parte, también, del diseño de su hegemonía.
Lo cierto es que, difícilmente, pasa una semana sin que se conozca la muerte de un palestino por agresiones del lado israelí. La represión sionista y la violencia desatada en Cisjordania y la Franja de Gaza dejaron en 2 015 más de 150 palestinos asesinados, según informe de la ONU.
La tragedia, lejos de detenerse, continúa abriendo heridas, mientras se percibe, cada vez más remota, la solución de dos estados.
Para muchos, ha llegado el momento de que Naciones Unidas se comprometa con las respuestas a una cuestión política que la acompaña desde sus inicios. Para otros, la clave está en la unidad del pueblo palestino y su estrategia de lucha. De hecho, la conjunción de estas posibilidades pudiera ser la luz necesaria al final del camino… Habrá que seguir de cerca el desarrollo de los eventos, en el año que termina.
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